Frida Kahlo, ¡mucha Frida!
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Frida Kahlo fue adorable. Aunque su frágil constitución estuvo marcada, primero, por la poliomielitis; después, por un accidente que a los dieciocho años la sometió a una larga convalecencia. Era diminuta, delgada, de mirada sabia hasta lo profundo, con una belleza caprichosa ajena a lo común.
Aquella fusión del físico y el carácter en una misma persona, sin repeticiones posibles, dio paso a una de las artistas más representativas del surrealismo en México; con ella, desde el arte —y con toda la dignidad que le incumbió— emergió la defensora de un feminismo enfrentado a lastres y prejuicios impuestos por una herencia renuente a ceder.
Fue México, epicentro de las más diversas corrientes llegadas de todas partes, el espacio ideal para la condensación de nuevas miradas en el pensamiento y la creación. Allá nació Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón hace 115 años, un seis de julio, en 1907.
La casa de Frida estaba en la colonia Coyoacán, donde el conquistador Hernán Cortés estableciera el primer Ayuntamiento de lo que fue el Virreinato de la Nueva España. Siglos más tarde punto de encuentro de sobresalientes creadores, entre ellos los cineastas Luis Buñuel y Emilio “Indio” Fernández; la actriz Dolores del Río; el escritor Octavio Paz, los muralistas José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Diego Rivera, y la propia Frida.
En Coyoacán despuntó el Muralismo Mexicano para empinarse hasta el plano universal. Junto a sus máximos exponentes —cercana en lo artístico y lo sentimental a Diego Rivera—, Frida se nutrió para ser síntesis contalento singular. A pesar de compartir las ideas de los muralistas, no desarrolló su arte pictórico dentro de aquel movimiento, y halló su propia forma de expresión.
Es icónica y actual. En ella la pintura sobrevienecomo exteriorización del temperamento, una especie de grito catártico que revela su existencia, la expresión filosófica de un modo de concebir la (su) vida y la de otras, más allá de un tiempo, así como su propia y atribulada relación sentimental con Diego Rivera, siempre en su mente, como revela en su autorretrato “Diego y yo”.
Frida trazó con el pincel una cosmología ontológicapara representar (se) un arte y sociedad mexicanos con visión liberadora y de futuro. Su pintura nos hace pensar; va más allá de trazos y colores para mostrarse como perspectiva y noción de un existir ubicado en un tiempo y espacio que le fueron insuficientes.
En la obra de esta pintora sobresalen sus autorretratos. “Surrealista espontánea” como la definiera André Bretón, se revela sosegada, profunda, siempre joven y con una mirada habitual; así la vemos, y así se vio. Delineó su imagen,más que como fue, de la forma como se la imaginó, percibió y entendió ella misma.
Partió desde un inconsciente personal para, redimensionar la realidad de una época. Ataviada con su indumentaria de tehuana, reveló consigo al México indígena que llevaba dentro del alma, fuente esencial de identidad nacional. Así fue hasta su muerte, el 13 de julio de 1954. Desde entonces Frida Kahlo sigue siendo, ¡mucha Frida!, para revelar con su rebeldía una época y un arte todavía con mucho que contar.
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