Estado de opinión sobre un ejercicio curatorial

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Pareciese que Estado de opinión, la más reciente muestra compartida por Alain Martínez Menéndez, Camilo Díaz de Villalvilla, Juan Karlos Echeverría y Luis Alberto Copperi Pérez en la Galería de Arte del Boulevard, fue concebida en un principio para un despliegue personal del primero, a juzgar por las palabras al catálogo y la jerarquía cósmica que recibieron sus obras, aunque terminó siendo un proyecto grupal, en el que convergen viejos amigos con quienes ha colaborado con alguna frecuencia. Esto es solo una sospecha y tal vez una de las razones por la que la estrategia curatorial se resiente. De manera que, dedicaré unas líneas para tomar esta disertación visual como cuerpo de aprendizaje. Subrayo, focalizaremos la trama de la curaduría.

En principio, el intitulado de la expo salva en algo la ausencia de unidad topicular y conceptual (de cierto modo justifica la incoherencia narrativa, sobre la licencia de aunar visiones privativas y multidireccionales), ora tratada desde lo autorreferencial, ora desde una dimensión crítica y descomprometida. Uno se sumerge en los desafueros de las tecnologías y los impactos comunicacionales, otros revelan sus nostalgias e impugnaciones a la Cuba de hoy mismo. Es incuestionable, les une un estado de resolución; pero al margen de los estilos y la capacidad imaginativa, las miradas no dialogan orgánicamente, pues cada cual se arrimó desde su experticia y confort, en ningún caso desde la transacción de un propósito colectivo, en el que se oscila entre la perspectiva crítico-arquitectural y la estética de la melancolía. Eso sí, el espíritu que domina es laresistencia, la inconformidad con la realidad social; lo que es genuino de no ser por los desafueros del relato museográfico, que sacrificó el alusivo diálogo y hasta la propia curva de interés (llamémosle dramaturgia visual). La puesta debió considerar la conexión de los temas y su progresión en el espacio, las contundencias discursivas (incluyo aquí la necesidad de descartar reincidencias y dejar únicamente las obras o piezas mejor plantadas de cada artista), favorecer el resuello del espacio galerístico (desproporcionadamente abarrocado por el número de obras), cuidar la museografía para corregir las islas y hacer más seductiva la puesta o los esquemas de montaje y el recorrido de los públicos.

La apertura misma (que introduce el viaje) es un desairado cartel que a modo de pastiche enuncia a los artistas, lo cual nos deja insatisfechos, pues conocemos de las capacidades de su autor para ser más creativo e inspirador. A su vez, el texto del catálogo, aunque está concebido con vivacidad y hasta cierta agudeza, se excede en citar lo execrable de Humberto Eco, quien es un deslumbrante intelectual, pero acostumbra a subestimar las precisiones de los públicos “no catequizados” en el lenguaje del arte e impugnarles con frases al estilo de “legión de idiotas”.

¿Estado de opinión es una aventura fallida? Por supuesto que no. Desentona con las muestras complacientes y hasta anodinas de los últimos años, apuesta por la emancipación de las ideas y lo hace con clase (desde una dimensión privativa). Alain se ha superado a sí mismo; le sienta bien el minimalismo y el uso de las metáforas en tanto síntesis (sobre todo en los textos Se enreda la pita y Astro Rey). Copperi constata que es un imaginativo dibujante (aunque extrañamos el ambiente surrealista de otrora. Hermosa su fabulación sin título del “lápiz misil” y el pastel seco/carboncillo donde un emigrante arrastra consigo la estatua de José Martí y otros símbolos). Díaz de Villalvilla toma los influjos arquitectónicos y el object trouvé para aludir con sutileza a la realidad cotidiana de la Isla. Es más seductivo a través de la serie Productos controlados. Finalmente, Juan K. Echeverría Franco regresa con una nueva temporada de sus últimos empeños, ajados por su insistencia en la nostalgia en tanto catarsis. Hay muestras de inspiración en los remakes de la serie Antes que me olvides.

Estado de opinión es una muestra atendible, sobre todo en tiempos de abulia y mermelada casera. Algunas obviedades al margen, la exposición devela que es posible una galería como espacio antirretórico y portador de “las visiones mestizas, híbridas y ricas de nuestro contexto”, sin ser “acéfalos, acríticos y complacientes”. Podrá decepcionar a alguien, pero no dejarle impasible.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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