El mate, más que tradición
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Un simple encuentro entre paraguayos, argentinos y uruguayos basta para que se establezca una acalorada discusión acerca de la supremacía del uso de la yerba de mate en sus respectivos países de origen. Los primeros esgrimen que fueron los primogénitos en el cultivo de la planta; en tanto, los gauchos y charrúas ripostan con ser los más grandes productores y mayores consumidores per cápita, respectivamente.
Lo cierto, amén de las discrepancias, es que estamos en presencia de un alimento con trascendental arraigo en esos pueblos, muestra de costumbres, tradiciones y expresiones culturales que convierten al mate en un elemento identitario de esas regiones de sudamericanas. Constituye, por tanto, un tema meritorio de estudio e investigación permanente.
Historia
La yerba mate, Ilex Paraguariensis por su nombre científico, es un árbol nativo de Sudamérica. Sus hojas son utilizadas para elaborar diversas infusiones tales como el mate, el tereré (para tomar frío), o el mate cocido (similar al té). Sus orígenes se remontan al pueblo guaraní, el que se extendía desde el Amazonas hasta el Río de la Plata y su historia tiene un largo recorrido.
Se cree que la costumbre de consumirlo en infusiones es herencia directa de la población guaraní asentada en la región, señala la Organización de las Naciones para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, por sus siglas en inglés.
Estos aborígenes utilizaban sus hojas como bebida, objeto de culto y moneda de cambio. “Para este pueblo, el árbol de la yerba mate era, más que nada, un regalo de los dioses”, reconocen los investigadores.
Según la Unesco, se sabe con certeza que su consumo fue el elemento clave en la alimentación guaraní, cuya tribu se extendió por el territorio que rodea los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay.
Aquellos nativos usaban una calabaza para preparar las hojas y lo filtraban empleando los dientes o una paja perforada para succionar, antecedente de actual bombilla, un tacuapi (caña de bambú) hecho de cestería de tacuara (palos de bambú) como filtro, explica Alejandra Lapietra, sommelier y escritora argentina.
Tras la conquista de los españoles, cuando los misioneros jesuitas llegaron a Paraguay en el siglo XVII, prohibieron su consumo porque pensaban que era un hábito poco saludable. No obstante, la censura terminó hacia 1630, e incluso convirtieron, a su conveniencia, esta práctica en una de las principales actividades socioeconómicas de la colonia, señala el artículo citado.
Eso sí, se cree que las poblaciones nativas de la región ya consumían esta planta de distintas formas y con fines variados, pero fueron los españoles los que hicieron los primeros registros escritos de su empleo en un lugar en particular, lo que hoy es Paraguay, considerado el epicentro histórico matero.
En los siglos siguientes, diversas guerras por motivos geopolíticos y comerciales golpearon la explotación y distribución de la yerba. De ese modo Paraguay perdió su trono histórico para cederle el récord de producción a uno de sus vecinos, Argentina, la que se ha convertido en el mayor productor y exportador del rubro.
En la actualidad, el mate es un producto de consumo transversal en la cultura y economía de Paraguay, Brasil, Uruguay y Argentina, aunque también se consume en otras zonas de Latinoamérica (Colombia, Chile…) y recientemente se ha exportado a países europeos y asiáticos, fundamentalmente a Siria y China.
Tradición
Se dice que el mate es algo desagradable para el no iniciado. Se trata de un recipiente usualmente con años de desgaste, lleno de una suerte de pasto verde y con una pajilla de metal incrustada, que varias personas chupan sin siquiera limpiar. Y si esto fuera poco, cada uno que toma hace ruido al final, delatando con una impertinente sonoridad que ya no hay más líquido para succionar.
No obstante, en Argentina, Paraguay y Uruguay el hábito de consumir la yerba se ha convertido en la compañía diaria del solitario y en una práctica colectiva, a tal punto que jocosamente se cataloga como la primera red social. Luego, “El ritual del mate se ha conservado casi sin ninguna modificación desde hace unos tres siglos”, escribe el antropólogo uruguayo Gustavo Laborde.
Hay quienes han llegado a comparar al mate con la pipa de la paz de los indígenas de América del Norte, como el escritor y granjero suizo argentino Alberto Roth, quien decía que esta infusión debería colocarse en toda mesa de negociación a nivel nacional e internacional.
Además de constituir parte esencial de la alimentación de las personas de la región, independientemente de su clase social y ubicación en el territorio, la relevancia del mate para la población local se ve reflejada en innumerables manifestaciones culturales como cantos, danzas, poesías, cuentos, mitos y leyendas.
Resulta tal la identidad e idiosincrasia de la población de los tres países sudamericanos más consumidores de la infusión que cada 30 de noviembre se celebra el Día Nacional del Mate en Argentina, tal como sucede todos los años el 11 de octubre en Paraguay y como se ha propuesto hacer el 12 del mismo mes en Uruguay.
A propósito, si bien las costumbres que rodean la adición por las hojas del Ilex Paraguariensis se extienden entre los países materos sin conocer fronteras, en Uruguay se da una particularidad que lo distingue: “Toman la bebida desplazándose, con termo y mate bajo el brazo”.
Beneficios
En tiempos tan remotos tales cuando se publicó “Historia de la provincia del Paraguay de la compañía de Jesús”, el sacerdote Nicolás del Techo escribe: “Muchas son las virtudes que se le atribuyen a dicha yerba, lo mismo reconcilia al sueño que desvela; igualmente calma el hambre que la estimula y favorece la digestión; repara las fuerzas, infunde alegría y cura varias enfermedades”.
No pocos entendidos en la materia aseguran que consumir esta infusión le reporta al organismo humano cuantiosos beneficios comoquiera que resaltan sus propiedades antioxidantes, energizantes y antiinflamatorias. Se dice que puede ayudar con la memoria, el rendimiento atlético, el dolor de cabeza y la fatiga. Sin embargo no hay mucha evidencia científica que respalde estas bondades.
Un artículo publicado en el sitio NeuroClass destaca que la cafeína presente en el mate es un estimulante del sistema nervioso central que aumenta el estado de alerta, la concentración y el rendimiento cognitivo. Además, también tiende a mejorar el rendimiento físico al elevar la resistencia y reducir la fatiga. Así, en complemento con los demás compuestos de la planta, suele tener efectos sinérgicos en la estimulación.
Sostiene la publicación que “esto, en general, es beneficioso para las personas que necesitan estar alerta y enfocadas durante largos períodos de tiempo, como también mejora el rendimiento físico al aumentar la resistencia y reducir la fatiga, tiende a tener un impacto positivo en atletas y personas que, en general, realizan actividades físicas intensas”.
En tanto, la bebida tiene otros efectos positivos en la salud pues ayuda a prevenir la peroxidación, reducir el colesterol, los lípidos en la sangre y los tejidos, siendo beneficioso para evitar enfermedades crónicas como la obesidad, la hipertensión y diabetes.
Por otro lado, la yerba mate también tiene propiedades termogénicas, lo que significa que puede aumentar la tasa metabólica y la quema de calorías, lo que la hace popular entre quienes buscan perder peso. El mate es producto que favorece la salud y su actividad estimulante es solo uno de sus efectos.
Ahora bien, de acuerdo con el artículo de marras, el consumo de yerba mate no tiene únicamente efectos positivos, sino que, una ingesta excesiva provoca también impactos secundarios negativos. En consecuencia, el consumo de grandes cantidades aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial y ansiedad patológica. Igualmente, ocasiona insomnio y otros trastornos del sueño. Asimismo, también causa problemas gastrointestinales, como náuseas, vómitos y diarrea.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que estos efectos negativos se han observado principalmente en personas que consumen grandes cantidades de yerba mate de forma regular, ya que su uso moderado generalmente se considera seguro.
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