El diálogo entre culturas
Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 19 segundos
La fecha del Día de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo, que se celebra en el mes de mayo, fue adoptada hace dos décadas por la Asamblea General de la ONU para destacar la importancia del intercambio intercultural como vía imprescindible para el desarrollo y la paz entre las naciones.
Al mencionar la expresión “desarrollo”, pensamos antes que nada en el aspecto económico; no deja de ser cierto, aunque el término es más abarcador al reconocer la validez de otros significados como progreso, mejora y avance, interpretados en una dimensión humana y ética.
Las experiencias de un mundo que transita por milenios, explican que no existe desarrollo posible sin diálogo; como no hay diálogo real sin el reconocimiento y la aceptación de las diferencias entre conglomerados humanos y regiones agrupados enculturas diversas.
Según lo proclamado por la UNESCO: “cultura es el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o un grupo social”. Partiendo de esto se infiere que cada grupo humano asume un referente cultural a partir de sus relaciones con la geografía, el clima y todo su entorno; sus modos de producción y subsistencia; las relaciones surgidas entre individuos para la consecución de propósitos y el entramado psico-social generado por la interacción de todas esas circunstancias.
Llegamos así a concluir que costumbres, ideas, religiones y artes, entre otras cosas, son expresiones de la cultura, y no consecuencias absolutas de sí mismas.
La mayoría de los conflictos humanos, grupales y entre naciones, en primer lugar las guerras, son debidos a la carencia de diálogo, única vía para el entendimiento entre todos. El contacto intercultural es la vía que propicia a cada uno “ponerse y sentir” en sus pies las sandalias del otro, de los otros. La coexistencia humana no es concebible sin que se conozcan las motivaciones y circunstancias de los demás.
Hay que entenderlas ideas, conductas y comportamientos ajenos partiendo desde la lógica que los condiciona. Solo así la del otro podrá elaborar respuestas acertadas y libres de prejuicios y estereotipos.
Este mundo experimenta una secuencia continuada de generaciones científicas y tecnológicas, donde los canales de información y las telecomunicaciones sobrepasan límites geográficos y de tiempo, y cada vez conocemos más del universo y la naturaleza que nos circundan. En relación con esos avances emerge como paradoja que aún no sepamos lo suficiente de nosotros mismos, del “yo” interior y del común, ni de cómo podríamos relacionarnos mejor con nuestros semejantes.
Para conseguir lo anterior, urge sensibilidad para el diálogo entre civilizaciones sobre la base de la igualdad y el respeto mutuos y sin la mirada soberbia por encima del hombro ajeno. A la par con ella nos apremia la que es igualmente necesaria dentro de la propia identidad como esencial fuente de salud social y condición sine qua non para su proyección universal.
Las culturas nacionales son la suma algebraica de elementos — afines unos, contradictorios otros— que resultan en una realidad sujeta a cambios por ser parte de una vida en continuo movimiento.
No existen culturas superiores a otras; solo diferentes. Por esa razón todas son iguales en dignidad y llamadas en esta aldea global a coexistir e interactuar de manera armónica sobre la base de la cooperación y la colaboración mutuas.
Un mundo de paz reclama una cultura de paz, la que radica en el diálogo permanente donde las diferencias son puntos de partida para el entendimiento y la búsqueda de aspectos en común.
El lugar geográfico, las razas, lenguas, creencias, modos de vida y de conceptuar realidades no tienen por qué resultar antagónicos si se expresan y son entendidos desde el respeto, y sin que pretendan transgredir los de la otra parte.
Toda perspectiva de desarrollo sostenible va unida al reconocimiento de lo diverso y a su inclusión; exige el compromiso sincero frente a lo que es diferente, y combate los estereotipos y conceptos prefabricados que atan y frenan toda posibilidad de intercambio.
La diversidad no es un problema; al contrario, es una riqueza que en su perspectiva se proyecta propiciatoria del conocimiento, que nos hace crecer en dignidad y contribuye a que vivamos mejor en un mundo único de muchas culturas.
Visitas: 15