Cienfuegos ¿Por qué hace falta más caña?

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Sin caña no hay azúcar ni derivados. Pudiera parecer una verdad de Perogrullo y en cierto modo lo es, pero sobre todo, constituye una necesidad imperiosa de la economía cubana, porque el país requiere que se eleven las producciones en ese sector para aumentar las exportaciones y garantizar el consumo nacional.

Las plantaciones han tenido un declive significativo, debido principalmente a la falta de fertilizantes y herbicidas y también de atenciones en el tiempo preciso. Durante años se ha incrementado esa situación, la cual ha propiciado el decrecimiento y por tanto, el desabastecimiento a los ingenios.

Desde el primer Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) se fijó el propósito de garantizar zafras no menores de los 150 días, para lo cual resultaba imprescindible —y aún lo es— el aumento del área cultivada y del rendimiento por hectárea, asignaturas pendientes todavía.

Con el surgimiento de las unidades básicas de producción cooperativa (UBPC) se pensó que se elevaría la producción cañera, pero no fue así. Diferentes razones afectaron la motivación de los trabajadores para sembrar y atender las plantaciones. Una de ellas, como he afirmado en otras ocasiones, es que nunca se ha puesto la estimulación financiera al final del surco. En los campos quedan muy pocos trabajadores.

También se ha experimentado con diferentes estructuras y ninguna, a ciencia cierta, ha resuelto el problema. De los complejos agroindustriales azucareros (CAI) se pasó a las empresas independientes: una agrícola y otra fabril. Tampoco esa transformación propició el aumento de la cantidad de materia prima disponible para la producción de azúcar. Hace poco se establecieron las empresas agroindustriales azucareras (EAA), casi similares a los antiguos CAI. En ellas están cifradas nuevas esperanzas, pero esos cambios no siempre significan beneficios, porque la solución está al pie del surco.

En Cienfuegos, el pasado año se incumplió el plan de siembra de caña. Solo lo materializaron las EAA Antonio Sánchez y Ciudad Caracas.

Resulta notable el caso de la EEA 14 de Julio. Es la más eficiente del país y cumple el plan de producción de azúcar en todas las zafras, pero dispone de muy poca caña en sus campos. En la actual contienda han tenido que transportar materia prima desde otras entidades cienfuegueras y hasta de la Jesús Rabí, de la provincia de Matanzas, con un elevadísimo gasto financiero por la larga distancia a recorrer de los camiones. Esa realidad requiere ser revertida, pues la eficiencia hay que lograrla integralmente y no en un solo eslabón de la cadena.

En el reciente balance del buró provincial del Sindicato de Trabajadores Azucareros se insistió en la necesidad de frenar el decrecimiento cañero y revertirlo, en aras de aprovechar mejor las capacidades potenciales de los ingenios y alargar el número de las jornadas de zafra. En ese sentido resulta básico mejorar el rendimiento por hectárea.

Notable resulta el esfuerzo que se hace para sembrar caña con personal del propio sector y de otros de la producción y los servicios que se movilizan principalmente los fines de semana. No obstante, esa labor requiere del apoyo que significa la atención posterior en cuanto a la limpia y el cultivo principalmente, y en esas tareas aún persisten cojeras.

Cienfuegos fue un emporio en la producción de azúcar en los años 70 y 80 del pasado siglo, no solo por la eficiencia que caracterizaba todas las operaciones, tanto las de la cosecha como las industriales. La caída ha sido estrepitosa, y como se afirma popularmente, “para abajo todos los santos ayudan, pero para arriba…”.

Sin embargo, si se quiere favorecer la economía y salir del estancamiento y salvar ese sector es preciso materializar todas las medidas posibles de las contenidas en el paquete de las 93 orientadas por la máxima dirección del país.

La provincia cienfueguera tiene, como las restantes, ese reto, devenido compromiso de honor.

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Ramón Barreras Ferrán

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos.

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