Antonio, el innovador de “La Paquita”

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Desde que los padres de Antonio Leyva Rodríguez lo vieron “trastear” el motorcito de aquella grúa de juguete, supieron que la vocación del pequeño andaba por ahí, por la electrónica. Luego, el tiempo les dio la razón, pues una vez concluido el noveno grado la primera opcción de continuar estudios del muchacho fue una carrera de técnico medio con ese perfil.

Pero de aquello hace mucho tiempo, pues el hoy electricista de la brigada de mantenimiento de la Unidad Empresarial de Base Industrial de Arroz La Paquita, en el municipio de Aguada, de la provincia de Cienfuegos, va por los 22 años de trabajo en este mismo puesto.

“Primero tuve que lidiar con el equipamiento del secadero antiguo, de tecnología norteamericana, con capacidad para procesar 55 toneladas del grano húmedo. Hace unos años se adquirió otra planta mucho más moderna con similar destino, además de disponer de un molino para descarar 100 t en 24 horas por cada una de las dos líneas instaladas”, precisa.

Recuerda el cualificado innovador, oriundo de Manguito en la vecina Matanzas, que la nueva inversión trajo consigo el montaje de un horno, cuyo combustible sería el quemado de la propia cascarilla del cereal. Sin embargo, esta parte de la instalación quedó inconclusa por disímiles causas de carácter material, entre ellas la falta de algunos implementos imprescindibles para su terminación.

“Los integrantes de la brigada de mantenimiento, acota, nos dimos a la tarea de echar andar esa estufa a como diera lugar. Por supuesto, había que porner en función de la tarea toda la inteligencia colectiva y el ingenio criollo. Tales fortalezas la teníamos, así que con piezas acopiadas aquí y allá, otras recuperadas en el taller fabril, fuimos armando dos tramos de sinfines para la transportación de la cáscara hasta los quemadores, un desecho que de otro modo iría a la basura a contaminar el medio ambiente”.

Antonio Leyva Rodríguez es electricista en la brigada de mantenimiento de la Unidad Empresarial de Base Industrial de Arroz La Paquita./ Foto: Armando Sáez.

Para que se tenga una ideadel impacto económico de la imnovación, por cada tonelada a secar se hubiera requerido de unos 18 litros de diésel. Una simple cuenta matemática da que en el día se ahorran 990 l del hidrocarburo; en el mes 29 mil 700, y en el año, 356 mil 400. Como puede observarse, una cifra respetable cuando ese portador energético está deficitario en el país.

Por lo pronto, el equipo emprendedor, en cuyo seno Antonio es uno de los más entusiastas, ya tiene en mente nuevos proyectos para seguir contribuyendo a la eficiencia y el ahorro tanto al Estado cubano como a la propia Empresa Agroindustrial de Granos Aguada a la que pertenecen.

“Estamos colegiando, cuenta el electricista, la forma de disminuir el trayecto de un elevador en los silos de almacenamiento de arroz, paso previo al molinado. Hemos calculado que la descarga por tubería es demasiado extensa, y ello lleva a deterioros intermedios, cuya solución de colocar parches o desostrucción solo es posible con una grúa de la que no disponemos todo el tiempo”.

Refiere el afanoso anirista que tales inconvenientes pueden resolverse con una modificación de altitud del citado mecanismo de transportación mediante un sinfín para el traslado de la materia prima a la máquina de limpieza del molino. Ya disponen de algunos recursos a emplear, aunque como en la tarea innovadora anterior el talento y los deseos de hacer siempre serán la principal carta de triunfo.

Con hombres y mujeres de la estirpe de estos arroceros con sentido de pertenencia no hay obstáculos que puedan impedir continuar avanzando contra viento y marea, aun cuando las estrecheces económicas y las carencias materiales sigan siendo un hándicap de consideración. “A ellas hay que enfrenarse cada día y saber salir adelante”, esgrime como máxima de vida Antonio Leyva Rodríguez, el innovador de “La Paquita”.

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Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

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