Alexis Díaz de Villegas: revisitación de un actor que nos dejó antes que cerrara el telón (II)

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Luego de su retiro de Teatro Obstáculo Alexis se mantiene por algún tiempo en solitario, tratando de rehacer su obra escénica. Casualmente se encuentra con Vicente Revuelta, durante una evaluación sucedida en Cienfuegos, donde presenta la puesta de El Trac, de la autoría de Virgilio Piñera, con la que alcanza el Premio Terry de Actuación Masculina, el que otorga la UNEAC de Cuba y una mención en el Festival Nacional del Monólogo. En ese decurso colabora con otros proyectos, al estilo de La zapatera prodigiosa, bajo la luz del maestro, quien le comunica su experiencia del Living Theatre alemán. También incursiona en Teatro de Los Elementos, a cargo de José Oriol. Omar Pérez queda impresionado con su puesta de El Trac y le invita a crear el proyecto Chispa, que tiene una efímera e irregular existencia.

En 1996 participa en la regia Calígula (1996), de Marcel Camus, rectorado por Carlos Díaz, su profesor de dramaturgia en la ENIT, obra que recrea las gubernaturas del período clásico latino en el Teatro Trianón, aunque se recoloca simbólicamente en la Cuba contemporánea. El relato teatral, que focaliza al cruento emperador existencialista para aludir a realidades cercanas, recibe el Premio Villanueva al Mejor Espectáculo de 1996 y se presenta en el Festival de Mérida de 1997, España. A continuación, llega a incluirse en el cuerpo de actores de la olvidada serie humorística Los hombres que la amaron (ICRT, 1997), al lado de sus colegas Carlos Acosta Milián, Rubén Breñas, Rolando Brito y Osvaldo Doimeadiós.

Poco más tarde comparte sus laboreos entre Argos Teatro y El Público. Bajo las órdenes de Carlos Celdrán, para muchos “el director teatral del siglo”, un creador muy atento a las complejas realidades de la isla y apegado a las experimentaciones, asiduamente con un sentido poético, actúa en El alma buena de Se Chuán (1998), de Bertolt Brech, una de las puestas más célebres de la época (Premio Caricato y Premio Villanueva), cuyo impacto se extiende al Festival Internacional de Teatro de La Habana. En ese momento acontece su entrada en el audiovisual, en el cortometraje Retrato vacío (1999), de Terence Piard, producido por la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, donde encarna a un joven que se interroga obcecadamente quién es.

Carlos Pérez Peña y Alexis Díaz de Villegas.

Precisamente, con la escuela de cine colabora en otros relatos breves, al estilo de Últimas tentaciones (2002), del brasileño Rune Tavares, en el que incorpora a Hazel, un ciudadano de 35 años que traza su camino a la muerte, Escena 28 (2003), del carioca Rodrigo Sarti Werthein, caracterizando a Gabriel, el notable director de teatro que no halla el final para la obra que debe estrenar en una semana, y Na Na (2003), de la cubana Patricia Ramos, junto a Mariela Bejerano, Mario Guerra y el niño Andy Fornaris, sobre la fraternidad entre dos chicos en un escenario rural, cuyas quietudes se rompen cuando uno de ellos abandona la isla forzado por sus padres.

En la agrupación de Celdrán acaso el actor descubre un poco del espíritu de Teatro Obstáculo. En 2000 personifica a Segismundo en la obra teatral La vida es un sueño, de Pedro Calderón de la Barca, regentada por aquel en el Teatro Nacional de Cuba, e interviene en la puesta de La Gaviota, de A. Chejov, llevada a escena por Díaz. Alexis asevera que su acercamiento al gestor de El Público, “en que ya había abierto las puertas a nuevos caminos, a nuevas estéticas, incluso aunque después las rechazara”, fue vital y concluye: “En Carlos Díaz reencontré el sentido de la fiesta, el teatro como lugar de diversión, una diversión que te conduce a la reflexión”. En 2001 llama la atención con elpersonaje de Juan en la puesta de La señorita Julia, de August Strindberg, sobre las relaciones de poder, acompañado de Zulema Clares.“Creo que después, con Strindberg,es que encontramos el verdadero dialogo de trabajo, y la relación evolucionó hacia otros caminos quizás más realista, más cinematográfico, con otro sentido de la teatralidad” —confiesa el actor— “Con Celdrán he ido en mi proceso como actor a la reducción, a cómo mantener una carga emocional fuerte y retener la expresión al máximo, contención, ser en la acción. El Juan de La Señorita… era un excelente personaje para contener y luego soltar, para retenerme y luego dejarme ir”.

Precisamente, con este desempeño para Argos Teatro recibe el Premio de Actuación Masculina en el Festival Nacional de Teatro de Camagüey. La crítico Zoila Sablón resume aquella soberbia interpretación suya en el dicho evento:

En el plano de las actuaciones, podríamos hablar de una madurez de los actores jóvenes, quienes han ido construyendo un lenguaje coherente con su formación. En ese sentido, Alexis Díaz de Villegas se destaca. En la escena de la muerte del pájaro, es brillante la ejecución de la cadena de acciones para mostrar el asesinato del ave. En ella vemos consolidada y sintetizada la escuela de Víctor Varela, a la cual el actor le debe gran parte de su formación, y ese estilo naturalista, realista, que Celdrán le está impri-miendo al grupo como lenguaje actoral, que, dicho sea de paso, en La señorita Julia alcanza máximos niveles de realización

Inmediatamente, se incorpora a la popular puesta de La Celestina, de Fernando de Rojas, concebida por Díaz; según la crítica, uno de los mejores espectáculos consumados en Cuba. En esta ocasión alterna con Waldo Franco los roles de Pleberio y Sempronio, los que recrea con vigor y desenvoltura. Ha dicho el investigador Miguel Gerardo Valdés Pérez: “Alexis Díaz de Villegas nos regala un Sempronio-Pleberio que satisfactoriamente favorece la combinación de lo trágicoy lo cómico, aspecto que acuña la puesta como ungenuino producto del teatro cubano”. Aparece por esos días en la pequeña pantalla, en el dramatizado El fabricante de versos (2002), de Charly Medina, caracterizando a un editor de libros de rígidos pensares, sin lograr desproveerse de ciertas teatralidades, y en 2003 vuelve bajo las órdenes de Celdrán en Ícaros, invitado para asumir a Dédalo 3, alternando con Doimeadiós. En este texto escénico, original de Norge Espinosa, caracteriza al sabio que inventó el par de alas para escapar del laberinto en el que le encerró el Rey Minos. También emerge en el teleteatro Escuadra hacia la muerte, de Alfonso Sastre, en versión de su cófradeEnrique Álvarez, que merece los lauros de mejor guion y dirección en el Premio Caracol 2004. El realizador constata entonces su satisfacción con el desempeño del artista cienfueguero.

[Continuará]

Alexis Díaz de Villegas junto a Zulema Clares en La señorita Julia (2001) de Carlos Celdrán.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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