Martí en Juana de América

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 4 minutos, 50 segundos

Recién había cumplido los tres años Juana Fernández Morales cuando el 19 de mayo de 1895 caía en combate, en Dos Ríos, José Martí y Pérez, como él mismo lo había querido, de cara al sol. Desde luego, la más tarde destacada poetisa uruguaya, conocida en el mundo de las letras por Juana de Ibarbourou no tuvo un nexo directo con el Apóstol de la independencia de Cuba.

Si bien la también nombrada Juana de América no coexistió en la plenitud de su creación literaria, ni tuvo un vínculo directo con el intelectual cubano, lo admiró profundamente y vio en él un modelo de claridad, sensibilidad, cultura y patriotismo, además de estimar la capacidad para expresar sus ideas políticas, éticas, filosóficas y humanas con una elevada apreciación estética, a través de la prosa y el verso, dotes que reconoció públicamente en más de una oportunidad.

Luego, la obra de Ibarbourou, como la del resto de los creadores de su época, se relaciona con Martí, sobre todo el compromiso con la región latinoamericana y en la búsqueda de una voz poética propia que conectara con las problemáticas y realidades del continente, en tanto, desde el punto de vista formal, estuvo presente las transformaciones y renovados aires del modernismo adelantado por Martí.

Resulta innegable el hecho de que, aunque el cubano fue un político y revolucionario, su legado como escritor y pensador influyó en la visión del mundo y en la estética de muchos artistas contemporáneos y posteriores, incluyendo, por supuesto a Juana de Ibarbourou, quien a través de su poesía, encontró un espacio para expresar emociones reprimidas y transgredir las limitaciones impuestas por la sociedad, especialmente en relación con el rol de la mujer, un tema que también resonaba en la obra de Martí.

A propósito del centenario del nacimiento del más universal de los cubanos la poetisa uruguaya escribe, en febrero de 1853, el artículo La alucinante atracción de Martí. Acerca del texto, el profesor e investigador de Literatura Hispánica Jorge Camacho señala que el mismo comienza aludiendo a los lazos que unieron al caribeño con Uruguay.

“Desde esta tierra del Sur —inicia su escrito Ibarbourou— mi República oriental, dulcemente marina, por sobre todo el Continente se tiende hasta Cuba, una recta tensa, que une a los dos pueblos en una amistad, en un amor que tiene un tierno matiz de patria común.

“Ningún uruguayo olvida jamás —escribe Juana en su artículo— que su bandera cobijó a José Martí en el exilio y que él a su vez representó a nuestra nación desde su Consulado en Nueva York, dándole para siempre a ese puesto una alta jerarquía histórica”.

En sentido general, Ibarbourou analiza en su escrito la profundidad de la obra de Martí, especialmente Ismaelillo, un libro dedicado a su hijo. Se resalta la dualidad presente en la poesía martiana, donde se entrelazan la realidad y el idealismo, el espíritu y la materia, la verdad y la falsedad. En tal sentido Juana destaca cómo el poeta antillano, a través de sus versos, muestra la fragilidad y la inocencia del niño como una fuente de fuerza.

Además de Ismaelillo, el texto hace referencia a otras obras importantes de Martí, como Versos Sencillos y Nuestra América, y a su faceta como periodista y revolucionario. La “alucinante” atracción…, según la poetisa uruguaya, radica en su capacidad para conectar con lo más profundo del ser humano, su habilidad para expresar emociones complejas y su compromiso con la libertad y la justicia.

Resulta obvio con la lectura que Juana se centra en la figura de Martí como un símbolo de unidad y amor entre los pueblos de América Latina, especialmente entre Uruguay y Cuba, asimismo la autora exalta la capacidad del escritor cubano para trascender el tiempo y conectar con las generaciones futuras a través de su obra. Además, menciona la influencia de otras cumbres de las letras hispánicas como el nicaragüense Rubén Darío y la chilena Gabriela Mistral, los que también, en su momento, reconocieron la grandeza del Apóstol de Cuba.

Al decir de Camacho, según expone en otra parte del propio artículo, la uruguaya parece seguir de cerca en esta nota, los artículos necrológicos que escribió Darío para La Nación de Buenos Aires cuando murió el prócer. Se detiene en uno de los poemas más extraños y “alucinantes, escritos por el cubano, y que cierra la colección de los Versos Sencillos: “Sueño con claustros de mármol”.

Al referirse al poema La niña de Guatemala, Ibarbourou escribe: “sin ser hermoso poseía (en referencia a Martí) unos ojos de fuego y una invisible aureola que conmovía los sensibles nervios femeninos”.

También Juana, en su homenaje martiano, hace alusión al cariño que sentía el cubano por España. Sobre el particular, cita el Romance a Aragón de los Versos Sencillos, como una manera de patentizar “su cariño a la España de sus ancestros, limpia de la culpa que los políticos tuvieron en la esclavitud de Cuba”.

En tal sentido confiesa que como él su padre también era español y que vivió en Cuba años de su adolescencia. “Fue mi padre, dice, el me enseñó a querer a esa tierra y a su héroe, y ese amor está consustanciado con mi corazón. De los recuerdos paternos aprendí a conocer “‘la perla antillana”, con el minucioso sentido de los ciegos”.

Y más adelante reconoce, “no la he visitado nunca (a Cuba), aún, pero su geografía, su aire, su luz, el mar que le redondea la cintura, me son tan familiares como los de mi país. Y en Montevideo, en mi cátedra de Lectura Comentada del Instituto Normal de Señoritas, el verso puro, la prosa rigurosamente poderosa, hacían de fiesta la hora de clase en que los teníamos como lección del día, así, igual que Bécquer, Martí se nos entró en el alma.

“Y como sucede siempre, con los verdaderos poetas, aseguró Ibarbourou en el artículo, su verso nos sirvió muchas veces de término de comparación a situaciones íntimas, y fue ejemplo, confortación y embriaguez. Porque este cubano incomparable, se polarizó en dos encarnaciones inmensas, alrededor de las cuales giró todo lo que él fue de modo perfecto, en la vida: héroe y poeta.

“Su prosa magistral mucho mayor, en cantidad, a los versos que nos dejó, le descubre a cada instante en esas dos entidades supremas. En aquella época aprendí de memoria aquel poema egregiamente grandilocuente de Los héroes, que parece modelado por un escultor genial: Sueño con claustros de mármol/ Donde en silencio divino, Los héroes, de pie, reposan/ De noche, a la luz del alma/ Hablo con ellos: de noche.

Martí fue poeta —reflexiona Ibarbourou— porque su alma excepcional sentía la naturaleza, que es Dios, como un elegido del cielo, y porque los supremos poderes le dieron el valor creador sin el cual la sensibilidad y la contemplación no pueden llegar al milagro del verso logrado. Su obra es humanidad viva, fe, amor… y genio.

“Tanto en los Versos Libres como en los Versos Sencillos —argumenta Ibarbourou— en los poemas galantes de ese gran galanteador, como cuando ‘espantado de todo’, se refugia en el hijo rimando delicias para su ‘reyecillo’ o el canto sombrío a sus  ‘hermanos muertos el 27 de noviembre’, Martí se salva de la recarga romántica decadente de la época y, para gloria de nuestra lírica es, por su buen gusto, su erguidura, su ímpetu, sus sintaxis, su adjetivo, la perdurabilísima voz poética que sigue dándonos su melodía”.

En definitiva, La alucinante atracción de Martí es un auténtico y sincero reconocimiento que hace Juana de América a la personalidad del ilustre intelectual cubano como escritor y símbolo cultural, destacando su impacto en la literatura y la identidad latinoamericana. al tiempo que pone de manifiesto la impronta del legado martiano en su extensa obra poética.

La excelsa figura sudamericana es considerada una de las voces más importantes y referente de la poesía latinoamericana del siglo XX y su obra trasciende por la capacidad de expresar emociones y sentimientos femeninos de forma sincera y muy personal, en franco desafío a los límites convencionales de la época que le tocó vivir. Los temas más recurrentes abordados por ella fueron el amor, la naturaleza, la maternidad y la belleza, escritos con un lenguaje accesible y evocador.

Entre los poemarios emblemáticos de esta autora sobresalen Las lenguas de diamantes, El cántaro fresco y Raíz salvaje, entre otros muchos libros. Si bien su creación literaria más extensa fue la poesía, también escribió obras en prosa como Chico Carlo, Juan Soldado.

Visitas: 35

Armando Sáez Chávez

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos, Licenciado en Español y Literatura y Máster en Ciencias de la Educación

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *