Luisa y el arte de la costura
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Si las máquinas de coser pudieran hablar o contar historias, tendrían ante sí la vida entera de Luisa Rivero González, una manzanillera que desde pequeña supo cual sería su vocación.
“Desde niña me gustó ser costurera, y más después que vi que sería mi fuente de ingreso mayor. Cuando inicié lo hice en un departamento de costura de un hospital, arreglando toda la ropa del centro, incluyendo la del salón de operaciones. Yo en la costura he hecho, vaya, para qué te cuento. He trabajado en diferentes talleres en Manzanillo, La Habana, en la textilera de Alquízar, en Artemisa, haciendo sábanas y toallas, y ya después, estas últimas dos décadas, aquí en Cienfuegos”.
Graduada de técnico medio en confecciones textiles en la Academia de Artes Manuales de Granma, una vez que decide aplatanarse en Cienfuegos en el año 2002, comienza a elaborar de inmediato.
“Primero trabajé en PAMEX cociendo camisas para uniformes de empresas, en la elaboración de guayaberas, pitusas para la exportación, y después nuevamente uniformes para empresas hasta el 2006, de ahí en adelante, en Provari, allá por la prisión de Ariza, capacitando presos, eso fue hasta el año 2012. Luego empecé con la confección de guayaberas, para uso nacional y la exportación, guayaberas que vienen ya cortadas de Panamá y se confeccionan aquí, esto lo hacemos en el bulevar, en el taller del Fondo de Bienes Culturales”.
La destacada labor en la costura le ha permitido a Luisa exponer sus prendas en eventos internacionales.
“Por cierto, bien que me ha ido en la costura, mejor que si hubiera sido médico yo creo —se sonríe—, porque hasta viajé y todo. Por ejemplo, compartir en las ferias de Guadalajara, en México y en Panamá, aquello fue, imagínate, algo muy grande y más que tenían carácter internacional, vaya, precioso. La exposición de nosotras tuvo una aceptación excelente, un orgullo inmenso, inexplicable, cuando tú ves que estás en otro país y lo que confeccionas le gusta a muchas personas, es indescriptible lo que uno puede sentir. La guayabera es una pieza que se usa en todo tiempo y desde hace muchos años, y más el arraigo que tiene en las riberas mayas en México y la cubana, por supuesto”.
Hoy, la experta en costuras de guayaberas no vacila en rememorar que los inicios en la confección de esta pieza fueron difíciles.
“Cuando iniciaba, pensé que no le iba a entrar aquello. Yo coso desde niña, y coso bien, modestia aparte. Pero cuando entré, que me pusieron a embolsillar, yo tuve que dejar aquello y arranqué y me fui, porque no podía, porque no es fácil. Y una compañera me dijo, no, espérate, que tú sí vas a poder. Refresca tu cabeza, que yo te ayudo. Al otro día regresé, y empecé ahí, ahí, poco a poco y ya hoy por hoy no hay quien me haga cuento de una guayabera, ya soy especialista en guayaberas”.
“La guayabera tiene muchos requisitos y no todo el mundo las confecciona. Personas que son muy buenas en la costura, en vestidos, pantalones, y otros tipos de prendas, pero no se atreven a meterse a la guayabera. Precisamente, cuando yo comencé, eso lo llevaron a muchos talleres; el dueño de esa confección en Cuba es un panameño, y el único que se quedó fue el de Cienfuegos. Éramos nueve especialistas”.
Esa sapiencia en el arte de la costura, Luisa la transmite no solo a la joven generación, la enseñanza parte desde el hogar.
“Yo cosí ropa para la COVID, para salones, para enfermos y para todos, y yo tenía en mi casa un taller donde cosían mis nietos y amanecíamos haciendo las ropas. Y hoy por hoy tengo conmigo un nieto, él es universitario, va a la universidad por la mañana y en las tardes cose conmigo en el taller o la casa”.
La satisfacción de su trabajo lo es todo para Luisa.
“Imagínate, esa ha sido mi vida. Yo he criado mis hijas, mis nietos y todo me lo ha dado la costura. Un arte exquisito, yo disfruto hacer una prenda, cualquiera, porque hoy trabajo en talleres haciendo guayaberas, pero en mi casa te hago la prenda que tú quieras y yo disfruto ver a la persona con el trabajo de mis manos. Es una satisfacción cuando salgo a la calle y digo, mira, la doctora lleva para su graduación la bata que yo le hice. Por eso digo que la costura es un arte”.
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