Los Bielsa: tres delfines de la fotografía en Cienfuegos

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El Studio Bielsa (1938-1968) no consiguió las adjetivaciones que la prensa de su época profiriera a antecesores como la Fotografía Otero o La Madrileña: empero, tuvo las simpatías de quienes percibieron en sus textos visuales algo de artisticidad y primicia. Ciertamente, tampoco fue parte de las turbulencias marinas, aunque sí estuvo en la cresta de las olas, tomando un espacio en este viejo oficio de cazadores de imágenes y en los aprecios de una sociedad que le supo aprovechar en su bien. A fin de cuenta, las fotos son una forma de eternizar nuestro ser. ¿Quién o quiénes fueron los puntales de esta empresa sureña? Al menos, pudiéramos hacer mención de su principal gestor: Francisco Bielsa Márquez (Cienfuegos, 1909-Miami, Florida, 1983); empero, es un acto de injusticia sortear la colaboración de sus hermanos Valentín Ignacio (Cienfuegos, 14 de febrero de 1916-2002) y Eugenio (Cienfuegos, 1924-2008), sin los cuales el camino fuese otro.

El hijo del albañil Ignacio Bielsa inicia el aprendizaje de la fotografía a través de su tío Pablo Márquez León, quien ejerce en el ramo y le facilita libros especializados sobre el retoque y el arte fotográfico en galería o estudio, disciplina que prefería a la de exteriores. En1929 labora durante unos meses junto a José Álvarez en su establecimiento fotográfico y más tarde se desempeña como ayudante de Rafael Valls, quien le adiestra en el cuarto oscuro, haciendo revelados, manipulando la química y toda la extensión del sepiado y colorido. Francisco era un hombre muy puntilloso, que buscaba siempre la perfección.(1)En cuanto abandona el Estudio Fotográfico Valls viaja a Camagüey, encargado de una casa fotográfica llamada La Madrileña, como la cienfueguera, ubicada en la calle República No 4, propiedad de Antonio Blanco, también dueño de otros estudios en Ciego de Ávila y la zona oriental. En lo inmediato, recibe otras propuestas dentro de la disciplina en Holguín y definitivamente en Santiago de Cuba. No pudo negarse al regreso ni a volver a ponerse bajo el servicio de su amigo Álvarez y La Madrileña, local que llega a ofrecerle un sueldo mayor a los anteriores.

Rincón de la Bahía de Cienfuegos, fotografía tomada por Valentín Ignacio Bielsa.

En 1930 se instala en La Habana y allí asiste a los famosos y competitivos estudios Blez y Rembrandt, perfeccionando sus habilidades para el retoque, la especialidad que le entusiasma; desde entonces piensa en abrir un negocio propio. En su terruño, el 12 de diciembre de 1938, a las 8 p.m., inaugura el establecimiento Studio Bielsa, en San Fernando No 146, que constituye todo un suceso. A esa hora (y hasta la 1 a.m.), la calle es interrumpida por los públicos, obnubilados ante el cartel lumínico que enuncia el nombre de la empresa en inglés: Studio Bielsa, y el flasheo de la cámara tomando instantáneas de los invitados y comerciantes. En esta apertura se exhiben efigies de muchachas tomadas días atrás, concebidas en sepia, blanco y negro, y a color. Asimismo, abundan las documentaciones gráficas de bodas, comuniones, grupos familiares, postales de viaje y vistas de la ciudad. Curiosamente, el intitulado de la casa se erige con un alumbrado de neón, el primero de la calle San Fernando, realizado a color, en verde y rojo, con una flecha indicando al interior.

Entre los artífices que posee en un principio figura el caricaturista Antonio Vázquez del Rey, quien se dedica a ejecutar los retoques y también asume los grabados comerciales. Francisco, pese a tener un cuerpo de laborantes, suele concluir algunos revelados. Luego se incorporan los dos hermanos: Valentín Ignacio, quien comienza a trabajar en el estudio desde los 14 años, como mozo de limpieza, y asume la administración cada vez que Francisco se ausenta, y Eugenio, similar instruido en el taller de Valls, especialista en retoque y coloreado.

Francisco tuvo una vida social muy agitada y el reconocimiento como líder de parte de sus compañeros. En 1955, cuando se crea el Colegio de Fotógrafos de Cienfuegos es elegido su presidente, cargo que asume una vez más en 1956. En esta primera directiva también son designados por votación Ignacio y Eugenio, como vocal y suplente, en ese orden.

Valentín Ignacio devela su madurez para el trabajo dentro del negocio familiar y se hace indispensable para Francisco. De los tres, es el que mayor sensibilidad artística posee. Cuando se forma como fotógrafo, manifiesta sus preferencias por el retrato, el impreso, la terminación y el colorido. Frecuentemente hace instantáneas de aquellos lugares históricos o turísticos visitados por la familia: vistas de Trinidad, de su vivienda, el complejo del parque Martí, el paseo del Prado, sitios de singular belleza, como el Salto del Hanabanilla; efigies que después se amplían o adaptan a postales de viaje. Esta colección de fotografías lastimosamente desaparece cuando el estudio es clausurado.

Puesta teatral El sí de las niñas, instantánea del Studio Bielsa.

En 1949 el Ateneo de Cienfuegos expone una fotografía suya en los altos del Teatro Tomás Terry, otrora premiada en un concurso y aplaudida por su calidez y composición, donde figuran dos niños en pleno aguacero, semidesnudos y guarnecidos en un balcón, bajo el torrente de agua. Esta imagen la expone por insistencia de Raúl Ugarriza, al igual que otras donde el tema son los infantes, al modo de la foto de Manolo Fernández cuando era un chico de cuatro años. Sin dudas, Ignacio era el artista de los Bielsa.

El Studio Bielsa no cesa de hacer fotografías de sociedad. En 1956 resulta muy popular la instantánea de la Miss Escuela de Comercio de Cienfuegos. También sus fotos de espacios naturales, como el Tramo de San Juan. Por demás, es el primero en realizar vistas aéreas de la ciudad. Héctor González, miembro de la familia, tenía unas avionetas (útiles para regar el arroz) que los hermanos emplean para hacer capturas de imágenes. Cuenta el propio Valentín que se consiguieron más de 200 reproducciones en distintas etapas de luz y sol, posteriormente impresas en tarjetas y vendidas por un valor de cinco centavos.

El éxito es rotundo y apenas les deja a los tres hermanos un poco de tiempo para el descanso. Madrugan para lavar las pruebas, ordenarlas, revelarlas y perfeccionar las placas. El equipo coincide en que el lavado es esencial, pues garantiza la calidad de la impresión o fijeza de la imagen. Los Bielsa ejecutan retratos a personajes de sociedad para popularizar su empresa, aunque no esquivan efigies de gente humilde; de hecho, imprimen escenas de pescadores en sus faenas dentro de la bahía. Entre sus series más memorables figuran las de los festejos carnavalescos, con sus reinas, estrellas y los desfiles de carrozas, que después son expuestas en las vidrieras del humilde estudio. También son aplaudidas las fotos de las hermanas Gutiérrez, hijas del dueño de la ferretería, del legatario de José Roca, propietario de la peletería La Récord, de la familia Arco, los dueños de La Francia Moderna, y Matilde Alemany, la viuda de Raurell, poseedora de una academia local.

Francisco, que siente una pasión desmedida por los autos y las mujeres, empieza a descuidar el negocio que le convirtiera en figura pública. Se hace bastante frecuente su ausencia en el estudio durante la década de 1950, especialmente por sus aspiraciones cinematográficas (llega a protagonizar un filme perdido de 1925), políticas, y una vida amorosa disipada. Su tipo de galán y virtudes comunicacionales le ayudan a conseguir esa popularidad. Entre 1952 y 1958 se encamina hacia la política, llegando a obtener el puesto de concejal. Justo, en 1958 se instala en los Estados Unidos de América, en donde continúa con el negocio de la fotografía y muere en la ciudad de Miami, Florida, a los 74 años de edad.

Un ensayo a la vera del Teatro Terry, fotografía de Valentín Ignacio Bielsa.

El Studio Bielsa permanece con pulso durante otros diez años, ahora bajo la égida de Valentín Ignacio. En esa etapa destaca su seguimiento a los proyectos teatrales del Conjunto Dramático de Las Villas, como traslucen las imágenes de puestas como El sí de las niñas y otros procesos de creación. En marzo de 1968 el gobierno revolucionario interviene el negocio y pone fin a su existencia, justamente cuando cumple sus cuarenta años de quehacer. En esos difíciles momentos concluye la tradición de estos tres delfines de la fotografía cienfueguera y una de las casas más glamorosas de la ciudad de sévres.


(1) Entrevista del autor a Valentín  Ignacio y Eugenio Bielsa Márquez el sábado 15 de octubre de 1997, en su vivienda del Reparto Eléctrico, Cienfuegos.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

Un Comentario en “Los Bielsa: tres delfines de la fotografía en Cienfuegos

  • el 4 septiembre, 2023 a las 9:42 am
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    Recuerdo muy bien a Valentín y a Eugenio, ya ancianos. Eran tíos de un amigo de la infancia y vecinos por demás. Recuerdo la casita donde vivían con la esposa del primero, en Cid (45) entre 32 y 34. Según las referencias que tengo, Eugenio, que era de baja estatura, cargado de hombros y parco al hablar, se dedicó más al trabajo de cuarto oscuro (laboratorio) que al de cámara. Las uñas de sus manos eran negras, teñidas por los químicos del proceso de revelado y fijación de placas y rollos.

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