La imprenta en Cuba: una revolución silenciosa que transformó la sociedad

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La llegada de la imprenta a Cuba, hace más de 300 años, fue mucho más que la aparición de una nueva máquina: fue el inicio de una revolución cultural y social que cambió para siempre la vida en la isla.

El arte de navegar, de Lázaro de Flores Navarro, fue el primer libro científico escrito en Cuba, vio la luz en el año 1673. Pero no fue hasta 1723 que la Mayor de las Antillas tuvo su propia imprenta, debido a que las autoridades coloniales españolas tenían el control sobre la información y priorizaban otros territorios como México y Perú. El primer taller de impresión se instaló en La Habana, y su función era imprimir documentos oficiales y religiosos.

La falta de personal capacitado y materiales fueron obstáculos que enfrentó la imprenta cubana en sus inicios. Al punto que, durante un tiempo, los reglamentos militares tuvieron que imprimirse en México por la falta de recursos locales.

En 1793 llegó a Santiago de Cuba la imprenta, su estreno fue con la publicación de Letras de los villancicos, por Matías Alqueza para la catedral. La Iglesia Católica jugó un papel clave en la expansión de la misma, ya que necesitaba materiales para sus actividades.

El proceso de descentralización fue lento, y durante muchos años la mayoría de los libros y periódicos seguían produciéndose en La Habana. En 1790 surge el primer periódico oficial que circuló por las calles: El Papel Periódico de La Habana, el cual estuvo circulando hasta el año 1805.

En el siglo XIX, la imprenta cubana evolucionó de un oficio artesanal a una verdadera industria cultural. En esta época surgieron los primeros periódicos y se diversificó la producción de libros y folletos, incluyendo textos para niños, manuales técnicos y antologías poéticas. Estos avances impulsaron la alfabetización y permitieron que más personas accedieran a la lectura.

La llegada de nuevas tecnologías, como el offset y la serigrafía, en la primera mitad del siglo XX, permitió imprimir más rápido y con mejor calidad, facilitando que los libros y periódicos llegaran a más lugares del país.

Las crisis políticas, económicas y los conflictos entre los intereses privados y los proyectos de desarrollo nacional afectaron la producción de libros. Por ejemplo, durante la crisis de los años 30, la cantidad de títulos publicados cayó drásticamente: de 517 libros que se publicaban en 1917 disminuyó a 316 en 1933.

Tras el triunfo de la Revolución en 1959, el gobierno cubano fundó la Imprenta Nacional de Cuba con el objetivo de democratizar el acceso a la cultura y la educación. Se nacionalizaron recursos y fue centralizada la producción editorial. El primer libro publicado por la nueva imprenta fue Don Quijote de la Mancha, escogido personalmente por Fidel Castro para que llegara a todos los cubanos a precios accesibles.

A lo largo de la historia, la imprenta en Cuba ha sido mucho más que una máquina: ha sido un motor de cambio social. Gracias a ella, se construyó una identidad nacional propia, se impulsó la educación y se promovió la cultura cubana.

Aunque en el siglo XXI la digitalización presenta nuevos retos y oportunidades, la imprenta sigue siendo un símbolo del poder transformador de la comunicación.

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