José Loyola y el Festival Boleros de Oro

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La noticia de la Proclamación del Bolero como Patrimonio de la UNESCO, inundó las redes el pasado mes de diciembre. Sin embargo, nos ha hecho reflexionar a todos porque, aunque se reconoce el nacimiento del género en Santiago de Cuba, bajo la autoría de Pepe Sánchez, México nos ha mostrado supremacía en cuanto a la salvaguarda y valor cultural que le han profesado. El bolero define nuestra identidad cultural y es tal vez, junto al son, el más universal de nuestros géneros. Tenemos que reconocer, que su difusión en la actualidad ha encontrado en suelo azteca un arraigo que no corre con la misma suerte en nuestros medios, a pesar de los grandes exponentes que sí tiene nuestra Isla, madre por excelencia del bolero.

El Maestro José Loyola ha ayudado a la salvaguarda del género en nuestro país y Latinoamérica. Lleva 36 años realizando acciones concretas con el objetivo de preservar la memoria del bolero y recuperar su presencia dentro del patrimonio musical cubano. Uno de ellos en la creación del Festival Boleros de Oro, que se realiza cada dos años actualmente, en el mes de junio. Por eso me acerqué a él para preguntarle, como su creador y máximo artífice, sobre su surgimiento.

José Loyola: “Tiene que ver mucho con la musicología y Argeliers León. Me invitan para que fuera jurado del premio de musicología de Casa de las Américas, que fue alrededor del mes de noviembre del año 86. Revisando las obras me percato, que había una cantidad de textos considerables que trataban sobre el bolero, o sus diferentes autores. Había libros sobre Daniel Santos, otros que tenían que ver con la investigación del bolero y me quedé con aquella experiencia en la mente. Por cierto, en ese certamen una de las premiadas fue la musicóloga cubana Ana Casanova.

“Al poco tiempo asistí a un evento en la UNEAC, que tenía como una especie de coloquio y se llamaba Los soneros hablan del son. Lo dirigía Rosendo Ruíz Quevedo, el compositor. En ese momento yo era el Presidente de la Asociación de Música y le comento a Rosendo que, debido a la experiencia que había acabado de vivir, pensaba que debíamos abrirle un espacio al bolero desde el punto de vista de la investigación. Había podido constatar el interés, principalmente en América Latina sobre el bolero y nosotros nos estábamos quedando un poco detrás.

“Convencí a todos y en el mes de julio de 1987, organizamos un coloquio que se llamó, El Bolero en Cuba y Latinoamérica. Como me había quedado pensando en la experiencia de todo lo que se estaba haciendo en América Latina, me parecía una reiteración, porque Cuba está en Latinoamérica, pero queríamos diferenciar eso. Se hizo durante 3 días en la UNEAC. Quiere decir que el festival surge de un coloquio, siempre hago este señalamiento, nace gracias a un evento teórico.

“Se me ocurrió, además, realizar por las noches varios conciertos y espectáculos. Y se hicieron en el Teatro Mella, en esa semana de julio de 1987. El guionista de ellos era Orlando Quiroga, que hacía el programa televisivo De la Gran Escena, junto a Artigas, aunque fue Lázaro Sarabia el que dirigió ese espectáculo. Sarabia buscó a Quiroga de guionista y Quiroga me propone buscar un nombre más atractivo para los espectáculos, porque para el coloquio estaba bien, pero no para llevarlo a escena. Es a Quiroga al que se le ocurre decir: Boleros de Oro y a esos primeros espectáculos le llamamos así.

“En el momento que hacemos esto, el bolero estaba prácticamente desaparecido de los medios de comunicación y aprovechamos para darle promoción. Muchos de nuestros grandes boleristas estaban jubilados, Lino Borges, Roberto Sánchez, Fernando Álvarez, todas esas luminarias estaban vivas, pero en la casa. Mundito González era el más joven, pero ya tenía 20 años de trayectoria y por las leyes, podía jubilarse y al llegar el festival decidió aguantar la jubilación. Así hicimos esas tres noches de Boleros de Oro, que era el espectáculo con el mismo elenco viernes, sábado y domingo. El teatro se repletó de público, fue tremenda la acogida.

“Al año siguiente empezamos como Festival Internacional Boleros de Oro, porque vinieron varios artistas mexicanos, diferentes tríos y solistas. A partir de ese momento Boleros de Oro se oficializó todos los años como Festival Internacional. Tuvimos la orquesta del ICRT y con ella también creció el festival.  Llegó el momento en que comenzó a realizarse en todas las provincias. Después del Período Especial resultó muy difícil continuar haciéndolo a lo largo y ancho de la isla. Estamos en la disyuntiva de rescatarlo, como una prioridad.

“En un momento venían intérpretes de otras provincias como Santi Garay, de Santiago de Cuba, que fue el primero en unírsenos; pero después se fueron sumando boleristas de Guantánamo; de Cienfuegos Nelson Ramírez, el dúo, Así Son; Gustavo Felipe Remedios, de Villa Clara y artistas de Camagüey. Logramos que en cada provincia se hiciera una subsede del festival, que se realizaba antes o después de La Habana. Luego los Cayos y otros centros turísticos comenzaron a utilizar boleros en su programación, que se habían desaparecido. Fuimos ganando mucho espacio y revitalizando el género en nuestro país.

“Logramos también influir en América Latina; porque después de nosotros, que fuimos los primeros, se han ido creando otros festivales del género. Como venían al Coloquio internacional de Boleros y a cantar al Festival, algunas personalidades se motivaron en hacer sus propios eventos. En Mérida, Yucatán, se hizo uno; también en Colombia se realizaron varios, en Bogotá y en Cartagena de Indias. Nosotros fuimos y los ayudamos a organizarlos. Puerto Rico tuvo también un festival de bolero y filin, que se hizo en la Universidad de San Juan.

“Los venezolanos también comenzaron a hacer, incluso nosotros colaboramos con ellos, nos llamaban para que los ayudáramos en la organización de sus festivales. Así pasó en los de Valencia, un festival grandísimo, con figuras que nosotros incluso no podíamos económicamente sustentar. Fue hasta Lucho Gatica, que estaba en ese momento vivo, estuvo uno de los ex integrantes del Trío Los Panchos, cantaron muchas figuras, Leo Marini, que se hizo en Cuba con la sonora Matancera, pero ya mayor seguía cantando y estuvo en el Festival de Valencia. Esa ha sido la influencia en América Latina del Festival Boleros de Oro de Cuba.

“La cúspide fue en el año 2009, en el mes de abril, porque se hizo un congreso, el único que se ha hecho hasta el momento de boleros. Fue en República Dominicana, en Santiago de los Caballeros. Allí tienen La Música en el Caribe y cada dos años se hace un evento dedicado a un género en específico. Empezaron con la bachata y en 2009 lo dedicaron al bolero. Me invitaron a mí, como Presidente del Festival Boleros de Oro y a la musicóloga Alicia Valdés Cantero, que ha estado al frente de los coloquios desde el principio, para que fuéramos al congreso. Me dieron la responsabilidad de hacer la conferencia de cierre y la dediqué al filin. Se presentó un documental sobre César Portillo de la Luz.

“A ese congreso fue invitada de Cuba Omara Portuondo y estaban otras figuras como Danny Rivera, José Feliciano y Olga Guillot, que falleció poco después, en ese mismo año. Allí tuvimos la oportunidad de conversar, estábamos hospedados en el mismo hotel donde también se encontraba María Teresa Linares, que participó junto a nuestra delegación. Hay una anécdota de un día que salgo al elevador y me encuentro con Olga sentada. No la conocí en Cuba, vivía aún en Cienfuegos cuando ella salió del país. La veo y la saludo, le digo que yo también era cubano, empezamos a conversar y contestando a sus preguntas le conté que estaba allí como invitado para dar una conferencia sobre el filin. Me dijo que había sido ella la que había llevado a César Portillo de la Luz a la emisora Mil Diez. Le comenté la anécdota a Teté Linares y a Omara sobre lo que Olga me había dicho, me confirmaron la historia, ya casi leyenda.

“Como te digo, la influencia de los festivales del bolero llegó hasta eso, a que propiciamos que se hiciera un congreso dedicado al bolero. Otra cosa, hace unos años se hizo la declaratoria, aquí en el patio, del bolero como Patrimonio Nacional Cultural. Los mexicanos lo hicieron antes que nosotros y fueron a la UNESCO a presentarlo y allí le dijeron que el bolero era de Cuba. Por eso trabajamos de conjunto al presentar en la UNESCO el bolero. Me dieron a mí la tarea de hacer la fundamentación cubana y ahí está el resultado de lo que hemos hecho en todos estos años”.

Agradezco al Maestro José Loyola por sus palabras, para llevarlas a los lectores. La persistencia en mantener vivo el bolero, tan cubano como sus palmas y seguir dándolo a conocer a las generaciones venideras, es parte de la salvaguarda del tesoro de nuestra cultura. Desgraciadamente, los esfuerzos que se hacen, no son suficientes. Depende de todos que nuestra juventud se forme con una educación estética mejor. Pienso que, si muchos jóvenes descubren temas tan hermosos, como los nuestros, puedan identificarse con ellos y hacerlos parte de sus vidas.

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Sandra M. Busto Marín

Licenciada en Música con perfil de flauta. Diplomada en Pedagogía y Psicología del Arte, Pedagogía Musical y Educación por el Arte. Máster en Arte. Todo en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

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