Hitos de independencia en la oratoria martiana

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El 10 de octubre de 1868 encendió el verbo martiano en un soneto estudiantil con arraigo de cubanía. Fue la génesis de su posterior oratoria, cuando deportado de su patria convocó a los emigrados mediante discursos a la Guerra Necesaria

Apenas 16 años tenía José Martí Pérez cuando Céspedes lanzó el grito de independencia en La Demajagua. Ya el joven alumno de don Rafael María de Mendive era todo entusiasmo y escribía en el manuscrito El siboney, que circulaba entre los estudiantes de segunda enseñanza del Instituto de La Habana.

Prisión desde los 16 años, deportación y exilio, marcaron la vida del insigne patriota. Dos veces será operado de las secuelas de los grilletes en su cuerpo, pero más difícil fue curar los dolores del alma. Por ello dedicó toda su vida, su  acción y su palabra, a que la Patria sanara también.

Hubo diferentes etapas en la obra martiana, pero el exilio definió su oratoria, pues allí compulsó la Guerra Necesaria.

José Martí dedicó los años comprendidos entre 1881 y 1895 a la preparación de la contienda. Para recibir apoyo de los cubanos en Estados Unidos utilizó su capacidad de escritor y habilidades de orador.

Presentó discursos fundamentalmente en New York, Tampa y Cayo Hueso para comunicar al público la necesidad de una patria independiente. Su oratoria entusiasmó a los cubanos.

En 1887, con motivo de la conmemoración del 10 de Octubre, Martí rompió su silencio con un discurso en el que subrayaba el ideal democrático que debía animar al movimiento independentista cubano. Sus posiciones de 1884 se habían consolidado, y el momento de extenderlas había llegado.

En este discurso Martí evoca y a la vez  rinde homenaje a quienes un día sacrificaron su bienestar por un ideal, a esos ricos que se desembarazaron de sus riquezas y salieron a pelear por el decoro sin odio a nadie.

Transmite un agradecimiento a los fieles al mismo paradigma por el cual murieron esos héroes de la gesta del ’68. José Martí plantea que este es el aliento para soportar lejanías; muestra cómo todos sienten nostalgia de su añorada patria sufrida, pero asegura que no volverán a Cuba  “…a escuchar el látigo en espaldas de hombre, en espaldas cubanas”.

El genio previsor de Martí  abunda en esta frase:

“¡Oh, no!: no es visión de la fantasía esa patria venidera donde, con la fuerza gloriosa de las islas, que parecen hechas para recoger del ambiente el genio y la luz, prosperará, sin ayudas extrañas que lo consuman, el hombre en quien la libertad ha infundido a la vez la virtud de morir por ella”.

Tres discursos son joyas del pensamiento independentista del Héroe Nacional: el 10 de octubre de 1889 en Hardman Holl New, York: la misma fecha de1890 y en 1891.

En todos, la prosa segura, de frase llena y encabalgada, de metáforas fundadoras del modernismo, de análisis emotivos que caracterizan sus discursos, emocionaba y transportaba a sus oyentes.

Son sus discursos auténtica esencia del más profundo sentimiento de independencia por esa tierra que lo vio nacer donde se funden indisolublemente su latinoamericanismo, antirracismo y antiimperialismo.

Fue su oratoria movilizadora de conciencia y fuente para la ejecutoria comprometida con la Patria. Su verbo encendió los entusiasmos en las poblaciones cubanas de la Florida, como en otros lugares de Estados Unidos; en Jamaica, en República Dominicana, en Costa Rica y en Panamá.

El hombre que maduró en Nueva York, que se convirtió en un artista de la pluma leído por buena parte de Hispanoamérica, fue el orador de las entusiastas emigraciones patrióticas y dio organicidad conceptual a la teoría socio-filosófica más avanzada de su tiempo latinoamericano.

En los discursos de Martí a emigrados cautivaba la prosa segura, de metáforas fundadoras del modernismo, de análisis emotivos.

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Dagmara Barbieri López

Periodista. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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