Esparza Oteo y la canción mexicana

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Alfonso Esparza Oteo figura entre los arquetipos de la canción tradicional mexicana. Nació en Aguascalientes, en 1894, y dejó de existir en 1950, por lo que su etapa creacional coincidió con la transición de México de la influencia europea hacia una expresión nacionalista que reflejaría sus elementos naturales, entre ellos a la gente del campo.

Integró las fuerzas insurgentes de la Revolución Mexicana, lo que de alguna manera contribuyó a su estilo de creación; tanto, como haber sido alumno de piano del zacatecano Manuel M. Ponce, padre del nacionalismo musical en México. Su vida transcurrió en la turbulencia de aquel tránsito cultural; por ello su obra refleja dos realidades que, por suerte, articularon bien.

De los valses de salón de la aristocracia nacieron las canciones tradicionales —también denominadas “canciones ligeras” —, frutos de la vida en la gran ciudad. Compuso valses-canciones, cuyas melodías emanan romanticismo y poesía. Muestra de ellos son Dime que sí y La rondalla, ambas para noches de serenata.

La canción tradicional Un viejo amor, lleva la delantera en cuanto a lo triste y evocador. Las tres piezas mencionadas triunfaron en Cuba y las cantaron muchos intérpretes de aquella época. Alfonso Esparza Oteo nos trajo sus canciones cuando vino a Cuba en 1927 y aquí se quedaron para siempre en el corazón de nuestra gente.

Su vida musical fue activa. Además de componer formó parte de tríos y dirigió orquestas. En la década del 30 del pasado siglo fue productor y director artístico de programas radiales. Compuso, además, música para el cine mexicano de la llamada Época de Oro, cuando el género ranchero demandaba obras. Fueron los tiempos fecundos en que vieron la luz canciones rancheras como Albur de amor, Hermosas fuentes, Y por esa calle vive y Mi gusto es, popularizadas por Luis Pérez Meza y Antonio Aguilar.

Compuso más de doscientas obras a las que imprimió sentimiento y buen gusto. A ello se añade haber creado en una etapa de transición y tomar lo mejor, sin enmarcarse en una sola corriente.

Lo anterior tiene que ver solo con los genios. Alfonso Esparza Oteo fue uno de ellos.

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