En modo avión y con respeto

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Con más de 7 millones 500 mil líneas móviles activas en 2022, según la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa), Cuba se enfrenta a amenazas y desafíos, no solo tecnológicos, sino también socio culturales; además de los beneficios que representan el desarrollo de la infraestructura, la cual es uno de los ejes vitales para poder avanzar en el proceso de informatización del país. Es que no solo nos amenazan las fake news y  la superficialidad de muchos mensajes que se propagan en las redes (anti) sociales a través de dichos dispositivos y otras tecnologías; sino que otro fenómeno se ha extendido como pólvora: la distracción en la comunicación, sabiendo que la comunicación pasa por la atención; o sea, captamos la atención y entonces, comunicamos. Las escenas depersonas atentas a sus dispositivos móviles, sin importar el escenario, se ha hecho común. En ocasiones se encuentran tan atentas a dichosaparatos que ponen en peligro desde la seguridad vial en las calles, hasta la de su familia, pues estando más pendientes de sus celulares que de sus propios hijos, pueden fracturar las relaciones familiares.

Uno de esos escenarios en los que se ha propagado esta pandemia “de distracción”, son los eventos y reuniones de trabajo. Cuando asistimos a algunos de los más organizados, se apresuran en recordamos aquello de apagar nuestros teléfonos celulares o mantener activado el modo de avión; pero en la mayoría, nadie llama a la cordura. Creado para hacer más seguros los vuelos de las aerolíneas, las aeromozas piden normalmente a los pasajeros activar el modo avión durante todo el vuelo, aunque se reconoce que el mayor peligro se da en el despegue y el aterrizaje. Lo anterior se debe a que estos pueden ser causantes de interferencias en los sistemas de telecomunicaciones; generando ruidos intensos que, además de ser muy molestos para los pilotos, puede impedirles recibir mensajes de alerta. Algo parecido ocurre en esos eventos o reuniones en los que solicitan insistentemente, antes de comenzar, adoptar medidas. Algunos llegan a amenazar a los asistentes, como si fueran niños pequeños, sobre la necesidad de dicho proceso.

Que esto ocurra al abordar unaaeronave, quizás se justifique para la inmensa mayoría de los cubanos, por aquello de que no siempre se viaja en este medio de transporte y puede llegarse a desconocer las consecuencias del funcionamiento de determinados dispositivos en otros equipos del entorno; pero que se tenga que solicitar, pedir o regañar ante auditorios integrados por adultos, es algo inexplicable. Y no me refiero a los temas relacionados con determinadas normas de seguridad de la información, sino al respeto.

Se trata de respetar a la persona que habla y tomar en serio sus palabras. Es escuchar con atención, en primer lugar a los que se presentan ante el auditorio, brindándoles la posibilidad de comunicar y expresar sus pensamientos, sus emociones y sus sentimientos. La posibilidad de ser atendidos. Sin embargo observamosde forma dolorosa que aquello que le llevó horas, días o años de preparación previa para poder comunicarlo correctamente, se ve amenazado por barreras en los canales de comunicación, vinculadas con perturbaciones de la informaciónevitablesy al incumplimiento de normas elementales de educación formal. En mi pueblo a eso siempre le llamaron  “faltarle el respeto al que está hablando”, sea el que sea. Mucho más penoso resulta cuando al terminar el evento le preguntas a cualesquiera de los colegas participantes que se mantuvieron atentos al celular, su parecer sobre lo expuesto por el disertante, y nos responden que “yo copie la presentación en la memoria flash y mañana me la estudio” o “tengo varias imágenes que ahora mismo voy a subir y compartir en mi perfil. Después me lo estudio bien”.

También se trata de respetar al auditorio cuando ocurre a la inversa; es decir, cuando los responsables (o irresponsables) que conducen los eventos y que en medio de su sermón solicitan permiso (otras veces no) para atender una “importante llamada telefónica” o se encuentran revisando el estado de su perfil o quién sabe qué. ¿Acaso el auditorio no merece también la atención y el respeto de los que a él se dirigen?

Es entonces que me pregunto: ¿Hay algo más importantepara disertantes y oyentes que ese encuentro o fueron a perder su tiempo? ¿Los asistentes (de ambos bandos) llegaron a esos lugares de “flai” y de manera improvisada, sin avisarle a sus superiores de esta actividad de trabajo? Se supone que como mínimo lo incluyeron en un plan de trabajo o agenda, en el que sus jefes (de más arriba o del más allá, intermedios o de más abajo) ya sabían de antemano que estarían participando. ¿O será que de lo que se olvidaron fue del respeto a escuchar?

Las tecnologías de la informática y las comunicaciones llegaron para quedarse y su uso nos impone cambios culturales, pero no permitamos que se deterioren las normas de convivencia que nos trajeron hasta aquí, basadas en el respeto entre los seres humanos y reconociendo que una de las formas más sinceras de ese respeto, es escuchar lo que otro tiene que decir. Si conocemos que activando “Modo Avión”, tu teléfono queda completa y absolutamente aislado, fuera de todos los servicios, tengámoslo en cuenta: eso también es respeto.

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Andrés Martínez Ravelo

Ingeniero civil. Miembro distinguido de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba.

Un Comentario en “En modo avión y con respeto

  • el 15 marzo, 2023 a las 10:03 pm
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    Amigo. El uso de los teléfonos móviles nos trae muy mal. Dónde quiera se usan y lo que abordas es preocupante.
    En reuniones algunos jefes sacan el teléfono y empiezan a hablar, interrumpiendo la conversación o el tema con los que lo estaban atendiendo. Eso es una falta de respeto.
    También están los que van a las reuniones a tirarse fotos y a publicarlas, como si la batalla de ideas se tratara de eso . Mucho vidreo y poco análisis: eso es un serio problema
    Un abrazo. Te felicito.

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