El software libre y el FLISOL 2025

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La intersección entre el software libre y el socialismo surge de una afinidad filosófica y práctica en torno a principios como la colaboración, la propiedad colectiva y la justicia social. Ambos movimientos comparten una crítica a los modelos de concentración de poder y desigualdad. Este artículo explora como el software libre, más que una herramienta técnica, encarna ideales socialistas en el ámbito digital, usando como ejemplos casos concretos como las políticas de Venezuela y el Gobierno de Extremadura en España.

El software libre, definido por sus cuatro libertades (usar, estudiar, modificar y distribuir), cuestiona la privatización del conocimiento, alineándose con la crítica socialista a la propiedad privada de los medios de producción. Para el socialismo, la tecnología debe ser un bien común, no una mercancía. Este principio ha inspirado iniciativas gubernamentales que vinculan software libre con proyectos de soberanía tecnológica y democratización, como veremos en los casos de Venezuela y Extremadura.

Software libre en instituciones públicas: ejemplos de Venezuela, Extremadura y Cuba

En Venezuela en el 2004, el gobierno de Hugo Chávez promulgó el Decreto 3.390, que obligaba a las instituciones públicas a migrar progresivamente a software libre. Esta política, enmarcada en la construcción del “socialismo del siglo XXI”, buscaba reducir la dependencia de corporaciones extranjeras, garantizar la seguridad nacional y fomentar la industria local. El decreto afirmaba que el software privativo perpetuaba relaciones de dominación colonial, mientras el libre promovía la autonomía.

Se creó el Centro Nacional de Tecnologías de Información (CNTI) para liderar la migración, desarrollando herramientas como Canaima GNU/Linux, una distribución adaptada a las necesidades locales y utilizada en escuelas públicas. Aunque el proyecto enfrentó desafíos —como resistencia burocrática y falta de capacitación—, simbolizó un esfuerzo por alinear tecnología con principios socialistas: propiedad colectiva, acceso universal y desarrollo endógeno.

A principios de los 2000, el Gobierno de Extremadura, una región con altos índices de ruralidad y desigualdad, lanzó gnuLinEx, una distribución basada en GNU/Linux para escuelas y administración pública. Esta iniciativa, parte del proyecto Linex, buscaba cerrar la brecha digital y reducir costos en licencias. Entre 2002 y 2004, se instaló en más de 70,000 computadoras en escuelas, junto con herramientas educativas libres.

Extremadura demostró que el software libre no es solo una opción ideológica, sino una solución práctica para democratizar el acceso a la tecnología. A diferencia de Venezuela, su enfoque fue menos político y más técnico, pero igualmente reflejó valores socialistas al priorizar el bien común sobre intereses corporativos.

Ambos casos revelan tensiones entre ideales y realidad. En Venezuela, pese al decreto 3.390, muchas instituciones siguieron usando software privativo por falta de infraestructura o formación. Además, proyectos como Canaima dependieron inicialmente de hardware extranjero, contradiciendo la promesa de soberanía. En Extremadura, aunque gnuLinEx fue pionero, la llegada de Windows a bajo costo y la falta de actualización constante limitaron su impacto a largo plazo.

Estos ejemplos muestran que el software libre en instituciones públicas requiere no solo voluntad política, sino inversión en educación, mantenimiento y participación ciudadana.

Los casos de Venezuela y Extremadura ofrecen lecciones clave:

  1. Educación y comunidad: Extremadura integró software libre en aulas, creando una generación familiarizada con herramientas libres.
  2. Adaptación local: Canaima incluyó software educativo en español y contenidos culturales venezolanos, mostrando que la tecnología libre debe ser contextual.
¿Cómo ha sido el proceso de migración hacia el software libre en Cuba?

El bloqueo económico de Estados Unidos, vigente desde 1962, limitó históricamente el acceso de Cuba a tecnologías y software privativos desarrollados por empresas estadounidenses. Esta situación, sumada a los altos costos de licencias y a la filosofía anticapitalista del gobierno cubano, impulsó la búsqueda de alternativas. En la década de 2000, con el auge global del movimiento de software libre, Cuba identificó en este modelo una vía para sortear restricciones y desarrollar capacidades tecnológicas propias.

Aunque en algunas ciudades de Cuba ya existían Grupos de Usuarios de Tecnologías libres, ejemplo de ello, la ciudad de Cienfuegos, que aglutinaba de forma voluntaria a especialistas de  las distintas instituciones de la provincia, como DATINSAC (Delegación Administrativa Territorial del Instituto Nacional de Sistemas Automatizados de Computación), el Departamento de computación del Gobierno provincial, entre otras, además de profesores de la Universidad y la entonces Facultad de Ciencias Medicas en la provincia; la creación en 2002 de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), institución encargada de formar profesionales en informática y liderar proyectos de innovación tecnológica, con su Facultad X fue un hito clave. Desde allí, se inició el desarrollo de herramientas y sistemas operativos basados en software libre, como Nova, una distribución cubana de GNU/Linux.

Cuba ha logrado avances notables, como la distribución Nova o la adopción de software libre en salud y educación. Sin embargo, los desafíos reflejan una paradoja: mientras el software libre se promueve como herramienta de soberanía, su implementación requiere superar obstáculos estructurales vinculados al bloqueo, la cultura tecnológica y la capacidad institucional. La experiencia cubana demuestra que la migración no es solo un cambio técnico, sino un proceso social y político complejo, donde la voluntad estatal debe combinarse con educación, infraestructura y participación comunitaria.

El FLISOL (Festival Latinoamericano de Instalación de Software Libre) es el evento de difusión de software libre más grande de Latinoamérica realizado anualmente en múltiples ciudades de la región, todos los cuartos sábados del mes de abril a las 10:00 a.m.

Sus objetivos principales son:

A pesar de los problemas enfrentados en los ejemplos anteriores, de Venezuela, Extremadura y Cuba, se pone en evidencia cómo el software libre puede ser un instrumento de transformación social, todos los ejemplos, compartieron un objetivo: desmercantilizar la tecnología y ponerla al servicio de la mayoría.

Para que esta relación trascienda, el software libre debe vincularse a luchas por derechos digitales, justicia económica y democracia participativa. Como dijo Richard Stallman, «el software libre es una cuestión de libertad, no de precio». En ese sentido, su potencial socialista radica en ser una herramienta para construir sociedades donde la tecnología, como la riqueza, sea de todos y para todos.

El FLISOL no solo es un evento técnico, sino un movimiento social que vincula tecnología con derechos humanos, educación y desarrollo comunitario. Desde su primera edición en 2005, ha ayudado a miles de personas a migrar a software libre, demostrando que otra relación con la tecnología es posible: más ética, colaborativa y al servicio de las personas.

La asistencia al FLISOL es gratuita y su principal objetivo es, promover el uso del software libre, dando a conocer al público en general su filosofía, alcances, avances y desarrollo.

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Lino H. Rodríguez Acosta

Máster en Computación Aplicada, Webmaster del Diario Digital 5 de Septiembre.

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