Aprender a sentir lo verde

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Ir al encuentro de la naturaleza, más aún si se realiza en compañía de buenos amigos, siempre será un viaje de regocijo y aprendizaje. Así lo vivió el colectivo del grupo ecologista Cienfuegos Verde durante una de sus últimas actividades en el Jardín Botánico, en la que no se sembró ningún árbol de jagua –como suele hacer mediante varios de sus proyectos–, sino que se diseminó mucho amor hacia el terruño cienfueguero; el tesoro patrimonial y forestal que alberga.

El diverso colectivo, conformado por niños, adolescentes y profesionales de muchas áreas del saber, llegó primero hasta los predios del antiguo central Soledad del Muerto, hoy comunidad de Pepito Tey, que desde finales del siglo XIX estuvo indisolublemente unido al emblemático terreno.

La valiosa compañía de Duanny Suárez Oropesa y Harlem Eupierre Padilla propició el conocimiento en todo momento, que además de ser unos excelentes especialistas del ámbito florístico, son apasionados de la historia cienfueguera. Allí supimos, entre otros tópicos, sobre el estadounidense Edwin F. Atkins, quien se convirtió en el gran soberano de la zona, reestructurando y convirtiendo aquel paraje en mucho más que un enclave para la producción cañera. Fue Atkins el protagonista de la obtención de nuevas variedades de cañas con condiciones óptimas en ese lugar, y para ello tuvo que rodearse de catedráticos provenientes de la norteamericana Universidad de Harvard, y fundar luego con su venia una estación para las investigaciones botánicas. A tono, Eupierre nos mostró, como testigo de ello y del tiempo, la palma que lleva todavía en su tronco la rúbrica de la antigua Botanical Station for Tropical Research Sugar Cane Investigation, en la que puede leerse con claridad el término “Harvard” escrito en el relieve de la corteza.

Grupo ecologista Cienfuegos Verde durante una de sus últimas actividades en el Jardín Botánico. /Foto: Cortesía de los amigos del grupo ecologista Cienfuegos Verde.

El enlace del Jardín con la comunidad tiene como parte aguas a la carretera Circuito Sur, que escolta el lindero hasta su zona meridional: por allí siguieron los visitantes, hasta encontrarse de frente con la avenida de las Roystonea regia, verdaderas escoltas de las más de mil 600 especies de plantas que existen en todo el vergel, ocho mil 200 de las cuales presentan un 60 por ciento de exotismo, predominando la fronda transportada desde todas las regiones tropicales del planeta.

En tal sentido, no es un acontecimiento muy divulgado el del barco denominado Utowana, que viajó por medio mundo realizando cinco expediciones durante la década el 20 del siglo pasado, y que arribara en una de ellas al puerto de Cienfuegos para dejar acá alrededor de 275 especímenes, de los que hoy sobreviven más de 150.

Muchos de los amigos de Cienfuegos Verde se sintieron en extremo felices al ver las bellas palmeras que sondean la ondulante carretera del interior del perímetro, entre ellas las Copernicia macroglossa con sus atractivos “vestidos” que cobijan los troncos, o las lindas Pseudobombax, conocidas popularmente como carolinas, flotando sus estambres blancos o rojos al viento.

Pero fueron los ficus quienes más captaron la atención, sobre todo el Ficus benghalensis conocido también como Baniano, oriundo del sur de Asia central. Dicho árbol es una auténtica maravilla, según dijo Eupierre, mientras le comentaba al grupo que la planta cuando alcanza la madurez va extendiéndose desde el lugar original mediante sus raíces aéreas, las cuales van anclando en tierra formando una cascada de protuberancias que crecen y engordan hasta el punto de independizarse del tronco original. En otras palabras, este árbol nos hizo recordar a los famosos Ents, extraordinarios personajes creados por Tolkien en su trilogía El señor de los anillos, que se van transformando en seres caminantes del bosque, en busca de mejores condiciones para desarrollarse.

Otras especies de tan lejanos parajes, como la Corypha taliera venida de Myanmar, están allí en el área vasta y tupida del Palmetum. En el caso de esta palma, muestra el triste rasgo de estar extinta en su estado natural, historia trágica que nos llega desde su país de origen, donde todos los individuos de la especie han desaparecido. Para rematar, la insólita palmera solo florece una sola vez y al lucir sus frutos, muere.

La amarga historia de la taliera se suma a las 164 especies amenazadas que por fortuna posee el Jardín Botánico de Cienfuegos en sus 97 hectáreas de extensión. Nuestra mayor aportación para esas fascinantes criaturas silenciosas de la naturaleza, será retornar hasta allí otra vez y respirar orgullosos mientras las admiramos y respetamos con asombro. De tal manera estará creciendo en nosotros la semilla indestructible de sentirnos parte de un mundo pletóricamente heterogéneo que precisa salvaguardia urgente.

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Delvis Toledo De la Cruz

Licenciado en Letras por la Facultad de Humanidades de la Universidad Central "Marta Abreu" de Las Villas en 2016.

3 Comentarios en “Aprender a sentir lo verde

  • el 28 febrero, 2022 a las 11:12 am
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    Hermosa labor la que realiza este grupo y todo por una ciudad mas verde. Felicidades a todos.

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  • el 27 febrero, 2022 a las 3:15 pm
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    Excelente crónica de una jornada de afianzamiento de la cultura verde del grupo CV y de enriquecimiento de la identidad. El JBC y su entorno son una joya invaluable para ambos sentidos.
    Para los que participamos fue una ocasión excepcional en la compenetración y reconocimiento de los valores que nos componen como grupo.
    Este feliz encuentro seguramente impulsará con más bríos el trabajo que hacemos y que ya nos enorgullece.
    Gracias Delvis, muchas, y nos vemos en próximos acontecimientos.

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    • el 27 febrero, 2022 a las 11:20 pm
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      Seguro que sí. Regresaremos al Jardín e invitaremos a nuevos amigos.

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