Michael Zeuske: Cienfuegos, centro mundial del cambio del ingenio al central
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Cuando en junio de 1993 el historiador alemán Michael Zeuske arribó por primera vez a Cienfuegos, en compañía de su colega estadounidense Rebeca Scott, los estudios sobre la esclavitud en la Era Moderna, encontraron un filón de conocimientos que antes había comenzado a excavar aquí el lugareño Orlando García Martínez.
Tanto es así que en las tres décadas posteriores el profesor emérito de Historia Ibérica y Latinoamericana de la Universidad de Colonia, ha venido a la Perla del Sur de manera casi religiosa como promedio tres veces por año, porque “Cienfuegos sí es un punto local (para la historia), pero global también”.
En el mundillo académico, según Zeuske, los norteamericanos se piensan que son los dueños de la historia de la esclavitud, a partir de la experiencia de ese régimen de explotación en sus estados sureños.
Y yo siempre les digo, tengo que decirle una cosa, hay un punto en ese mapa global donde la tecnología, la riqueza (creada por el modelo esclavista), la arquitectura, como la educación, hasta la de los mismos esclavos y ex esclavos, es mucho mejor que aquí, mucho más grande, mucho más moderna; y ese lugar es Cienfuegos.
“Eso no les gusta. Pero me encanta, a mí me encanta decir eso. A mí me encanta provocar en ese sentido y siempre utilizo Cienfuegos para provocar”.
Pronto el dúo Scott-Zeuske ensambló en sus pesquisas al historiador local García Martínez, Orlandito para Michael, y se conformó lo que el alemán llama el trío de Cienfuegos, y aclara que siempre bajo la jefatura de la dama norteña.
CENTRO MUNDIAL DE LA TRANSFORMACIÓN AZUCARERA
En cada foro científico que participe, Zeuske defiende a capa y espada sus tesis de que en el último tercio del siglo XIX el entorno de Cienfuegos se constituyó en el centro mundial donde ocurrió el cambio estructural del ingenio ya altamente industrializado al central azucarero.
La argumentación más notoria la encontró en los centrales Constancia y Caracas, en su momento las dos fábricas rurales más grandes y modernas del mundo.
Aclara que Alemania e Inglaterra contaban entonces con una industria pesada muy desarrollada, pero en el ámbito urbano.
Había que ver tanto dónde vivían los trabajadores, como dónde residían los jefes y los propietarios de la industria azucarera local, a su juicio quienes hicieron Cienfuegos, “llenándola de palacios”.
El historiador nacido en territorio de la ex República Democrática Alemana y dueño de un fluido español aprendido en las calles de La Habana a los 11 años, cuando su padre vino a la isla como colaborador, reafirma en varios tramos del diálogo las razones que tuvo para echar en Cienfuegos el ancla de sus estudios sobre la esclavitud asociada a la industria azucarera.
“Porque Cienfuegos es un punto del cambio, del ingenio itinerante, esclavista e industrializado ya, que existe normalmente por la tierra y por otras causas durante 40 o 60 años y luego deja de existir, para ir a otro lugar”.
NO PUEDES “ROBAR” LA INFORMACIÓN
Fruto del trabajo del trío Scott-Zeuske-García son las microhistorias publicadas sobre la vida de los esclavos que se centraron en las zonas de los antiguos ingenios Soledad del Muerto y Santa Rosalía.
Experiencia investigativa que al historiador teutón le gusta ilustrar con sus recuerdos de Rebeca llegando a las viviendas de descendientes de esclavos, interesándose por hablar del jardín con la señora de la casa y aceptando una taza de café en pleno Período Especial, antes de comenzar a indagar sus pequeñísimas historias familiares.
Ella preguntaba y él, callado, lo escribía todo. Al final cuando redactaban los resultados del estudio volvían a casa de las fuentes y se los leían, porque, “no puedes robar solamente la información e irte y nunca más aparecer”.
En los años 90 el operador del ascensor del hotel Jagua era de apellido Apezteguía. Zeuske se le acercó y le dijo que él “conocía” a su abuelo.
El caso es que el intelectual alemán, a partir de hurgar en los protocolos notariales cienfuegueros y el Índice del Ejército Libertador, del general Carlos Roloff, ya había armado una extensa colección de nombres y se hacía dos preguntas a sí mismo: ¿quién fue ex-esclavo? y ¿cómo puedo saber quién fue ex-esclavo en esta historia?
Desde el principio el programa de investigación conformado junto a la Scott apuntaba al estudio de los esclavos y sus familias en el ámbito rural.
Pero Michael estaba consciente de que no podía ir por la calle preguntándole a la gente “¿tu abuelo ha sido esclavo?”, so pena de recibir un puñetazo. Otra cosa era si inquiría, “¿tu pariente fue libertador de la patria en la Guerra de Independencia?”.
De paso, Michael Zeuske, que a sus 11 años aprendió a defenderse con los puños en una escuela de la habanera Quinta de los Molinos, hacía su particular cátedra de cómo entender la cubanía.
LAJAS, UN MOTIVO ESPECIAL
Zeuske lleva tiempo escribiendo un libro sobre la historia de Santa Isabel de las Lajas, pero aún no lo termina porque en un momento notó que resultaba muy estructural y él quería algo más narrativo.
Cuando yo estuve la primera vez en Lajas, los documentos del (antiguo) ayuntamiento estaban en una bóveda en un local del área del parque. Tirados así, un montón de documentos”.
Cuenta que le dijo a Orlandito que aquello no podía ser, él quería trabajar con aquella documentación, entonces sin clasificar.
La historia tuvo un final feliz, un camión enviado al pueblo de Benny Moré y la preciosa carga trasladada a la capital provincial, donde la atesora el Archivo, ya muy bien clasificada, se enorgullece el historiador germano.
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