20 de octubre: “No hay pueblo rico ni seguro, sin raíces en el corazón”

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En los días finales del mes de septiembre, un huracán devastó el occidente de Cuba y cierto incidente en la capital habanera, por el destrozo de nuestra bandera, estremeció el alma de la nación. Más de allá de legislaciones fiscales resultó válido el reclamo de la mayoría, para redimir la afrenta.

Octubre inició con esos bríos, como si la efeméride patria recalcara el sentimiento de la nación y enalteciera las simientes de nuestra identidadque trascienden lo étnico y regional para hacer alegoría la noche del 20 de octubre de 1868.

Durante el ocaso de esa jornada, en la ciudad de Bayamo se cantó por primera vez el Himno Nacional, escrito por el músico y poeta Pedro Figueredo.Ocurrió entonces un hecho de política cultural, porque se unieron música, poesía y población en llamado al combate por la independencia.

La relevancia que alcanzó aquel suceso cruzó el devenir histórico para desembocar en la celebración del Día de la Cultura Cubana.

El acontecimiento de aquel 20 de octubre enalteció más de una centuria de pensamientoque fue gestando la nación cubana, cuyo  origen se remonta a finales del siglo XVIII, cuando comienzan a aparecer figuras que expresaranen su obra la preocupación por la patria cubana.

Podemos citar entre los precursores a Félix María de Arrate, autor de Historia de La Habana, que pidió al rey español Carlos III, la constitución de una Sociedad de Amigos del País para fomentar la instrucción.

Félix Varela fue uno de los primeros pensadores, seguido de José Antonio Saco, de hondo patriotismo, ese que caló luego en la obra de los poetas José María Heredia y Gertrudis Gómez de Avellaneda.

Con tales precedentes emergió una nación descollante en cultura e idiosincrasia como faro de altruismo y fervor por lo autóctono, capaces de garantizar la sobrevivencia de un pueblo y una idea, a prueba de respeto por la memoria histórica.

La vibración de la marcha patriótica, de la autoría de Pedro Figueredo, impregnada del ardor independentista de aquellas horas heroicas, simboliza la defensa de lo auténtico en todas las expresiones de la vida nacional.

Por eso el décimo mes del año deviene tributo a la altivez, esa que no se limita a lo artístico, y es una conmemoración alusiva al inicio de nuestras gestas de liberación, a la conformación de ese ajiaco de tradiciones e ideologías que hicieron de la cubanía un emblema de orgullo y dirige los valores del espíritu hacia el amor por lo originario, con su herencia universal.

La sacudida tempestuosa de los albores de este octubre, lanzó una polémica defensora de la bandera, que junto al Himno y otros símbolos son enarbolados en esta Isla, cual muestra que sus pobladores aún ponen la patria como ara y su alma de pedestal. De ahí la resiliencia y su valor como estandarte latinoamericano ante el mundo.

Como afirmara la profecía del Héroe Nacional José Martí:

No hay pueblo rico ni seguro,  sin raíces en el corazón”.

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Dagmara Barbieri López

Periodista. Máster en Ciencias de la Comunicación.

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