Un libro que nos acerca al Fidel altruista y modesto

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La lectura constituye un insuperable acto individual de libertad. A mi juicio, resulta ese momento de libre ejercicio del pensamiento en que está muy presente una esencial idea martiana: “el primer deber del hombre será siempre pensar por sí mismo”.

El acercamiento a un libro resulta un momento, entre otros, revelador de los sentidos de la libertad palpable en el devenir de los seres humanos que dejaron una destacada huella en la historia de Cuba. Eso sucede con la lectura de la obra Yo conocí aFidel. Compilación de anécdotas y valoraciones sobre el líder de la Revolución Cubana, del periodista matancero Wilmer Rodríguez Fernández. Se trata de una edición digital de la neoyorkina Ocean Sur del pasado año con prólogo de Frank Josué Solar, cuyas palabras introductorias allanan el camino a 95 voces diversas, cuyas subjetivasvisiones develan la amplitud y complejidad del universo social y político en que discurre el liderazgo de Fidel.

La relación de personalidades que dejan testimonio sobre Fidel resulta impresionante y propicia la reconstrucción del contexto histórico a partir de la experiencia vivencial del “otro”, que puede ser un familiar, un amigo, un compañero, un estadista o un adversario político. Ilustrativo de esto último, resulta lo manifestado por el vicepresidente de Estados Unidos Richard Nixon, quien lo recibió en abril de 1959 durante la visita a ese país de Fidel Castro Ruz, como Primer Ministro del Gobierno revolucionario de Cuba. Por cierto, en un marcado acto inamistoso, la máxima autoridad de Estados Unidos, el presidente D. Eisenhower, decidió eludir el recibimiento oficial al máximo nivel gubernamental del líder revolucionario cubano. No podemos olvidar los cubanos que en esos meses iniciales de 1959 comenzaba a manifestarse sutilmente la prepotencia imperial norteamericana.

Volviendo a los hombres y mujeres extranjeros que hablan sobre Fidel encontramos al cineasta norteamericano Oliver Stone, cuyosentir contrasta diametralmente con el de Nixon. También aparecen las opiniones de otra decena de personalidades extranjeras, en su mayoría dignatarios políticos, entre los que destacan Nelson Mandela, Daniel Ortega, Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Cristina Fernández de Kirchner,José Mujica,  Nicolás Maduro, Vladimir Putin y el Papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio. También hablan sobre Fidel gente foránea de diversos sectores sociales, comoel escritor colombiano Gabriel García Márquez; el sacerdote brasileño Frei Beto o el nicaragüense Miguel D’ Escoto; el venezolano, empleado de un hotel,  Guillermo Acevedo; el ex comandante guerrillero nicaragüense Tomas Borges; los periodistas Ignacio Ramonet y Walter Martínez; el futbolista argentino Diego Armando Maradona o los dos hijos del famoso pintor  ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. La inmensa mayoría de esos nombres resultan muy atractivos para cualquier persona ávida de leer.

El grueso de las personas que valoran o refieren anécdotas sobre Fidel en este volumen, son cubanos. A mi juicio entres los aspectos más reveladores del libro se encuentran los testimonios de casi una veintena de personas que mantuvieron relaciones con Fidel en la década de 1950. En estos alegatos individuales salen a relucir aspectos inéditos o poco conocidos de su vida. Detrás de la mayoría de esas voces, percibo la aprehensión de la personalidad del líder revolucionario, expresado tanto en elreconocimiento de su firme compromisopolíticocomo en la actitud humanista y el ejercicio del magisterio lleno de optimismo del líder de la Revolución. Muy acertado resulta iniciar el libro con el testimonio de su hermano Raúl, el inclaudicable y creativo seguidor del ideario fidelista.Me parece atinado que los testimonios subsiguientes no tuvieran un severo orden cronológico, aspecto que le permite quitarle rigidez al hilo narrativo que nos adentra en la complejidad del universo social en que discurre la vida de Fidel, aunque les advierto eso no garantiza aprehenderla totalmente.

Otra de las virtudes del texto radica, según el propio Wilmer en que “… esa figura histórica… se nos devela en sus mas diversas facetas, desde los pequeños detalles de la vida cotidiana hasta las decisiones políticas trascendentes…” en que se nos muestra como un ser humano altruista y modesto. Impresiona a lo largo del libro, cómo las vivencias de los cubanos que se vincularon a Fidel en un momento de sus vidas, permiten entender mejor las concepciones revolucionarias en su quehacer cotidiano. Asombra las 23 veces que visitó al campesino de Alquízar, Juan Gómez, destacado cultivador de papas, o la manera en que construyó estrechas relaciones de trabajo con la científica Concepción Campa Huergo en difíciles momentos del país a lo largo de las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado. Considero que a muchos cubanos conmoverá también los otros acercamientos personales a la figura histórica más relevante de la Revolución cubana. En no pocos contemporáneos aflorarán recuerdos que enriquecerán el conocimiento histórico y harán tarea placentera la lectura.

A los que tuvimos la posibilidad de dialogar con Fidel en el ámbito de los congresos y consejos nacionales de la Uneac el 26 de enero de 1988, cuando se discutía ampliamente sobre el camino propio de  la Revolución en el marco del “proceso de rectificación de errores y tendencias negativas”, y el 13 de abril de 2003, sobre el auge de la globalización neoliberal y la hegemonía cultural capitalista, nosparece muy acertado lo expresado en esta obra por el escritor Abel Prieto Jiménez acerca de la capacidad de Fidel para la construcción de la unidad entre los revolucionarios, con una paciencia infinita en el diálogo y la inteligencianecesaria para alcanzar los consensos. Nadie puede dejar decoincidir con Abel cuando expresó:

“Por todo ello, A Fidel hay que leerlo y releerlo, porque siempre encontraremos en él respuestas iluminadoras sobre lo que está ocurriendo o puede ocurrir. Hay que evitar que su pensamiento esté en una vitrina, en un anaquel, porque es un hombre que pertenece al presente y al futuro”.

*Historiador. Presidente de la Uneac en Cienfuegos.

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Orlando García Martínez

Escritor, historiador y presidente de la filial cienfueguera de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)

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