Trece hombres por el futuro
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Trece hombres que representaban a menos de cien comunistas, organizados en cuatro agrupaciones marxistas de toda la Isla, se reunieron durante dos días en agosto de 1925 y constituyeron el primer Partido Comunista de Cuba. El lugar de la reunión clandestina fue la casa marcada con el número 81 de la calle Calzada, en la ciudad de La Habana.
Allí estaba Carlos Baliño, que ya antes, con José Martí, había fundado el partido Revolucionario Cubano, y sabía que la trayectoria era difícil. Él conoció de cerca la anhelante preocupación del Apóstol por evitar los oscuros designios del imperialismo. Y ahora estaba rodeado de hombres puros y firmes como él, de antigua trayectoria rebelde, revolucionaria y de edad mediana, como Alejandro Barreiro, José Peña Vilaboa, Miguel Valdés, o como José Miguel Pérez, que fue elegido allí, secretario general de la organización naciente. Estaban los “pinos nuevos”, confiables, inhiestos, como ese joven atlético y fecundo que se llamaba Julio Antonio Mella, entre otros valiosos compañeros. Y Baliño sabe que los resultados de ese pequeño Congreso fundacional servirán para cumplir el mandato martiano de impedir aquellos designios imperiales.
Nacía el Partido en una situación muy difícil para la Patria, a solo tres meses del ascenso al poder de Gerardo Machado, prohijado por el imperialismo norteamericano. Tan difícil fue el comienzo que quince días después de la fundación del Partido marxista-leninista de Cuba, comenzó la violenta represión de Machado, y el elegido dirigente máximo del mismo, José Miguel Pérez, que era isleño (nativo de Islas Canarias, España, residente en Cuba y luchador obrero aquí), fue deportado a España. Allá moriría asesinado, fusilado por los fascistas, durante la Guerra Civil Española.
Aunque como Fidel lo explicó en 1975, en el Informe Central al Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba: “la violenta reacción gubernamental resultaba como lo previó el Congreso de constitución del Partido, pero hombres de gran convicción y coraje habían fundado ese Partido”
Y aseveró Fidel: “aunque aquel Partido experimentó grandes vicisitudes: la mayor parte del tiempo la pasó en la clandestinidad, todas las fuerzas retrógradas se ensañaban con los comunistas, pese a ello, ese Partido realizó extraordinaria labor de concientización de la clase obra, e impulsó sus organizaciones sindicales, femeninas, campesinas y juveniles. Y no hay ley progresista y de beneficio social que no haya sido arrancada con lucha por ese Partido, del que heredamos su historia…”.
Los demás dirigentes elegidos en el Congreso que constituyó el primer Partido Comunista de Cuba en 1925 también fueron perseguidos. Julio Antonio Mella sería encarcelado meses después y como respuesta a su injusta prisión Mella realizó una huelga de hambre que estuvo a punto de provocarle la muerte. Su médico de cabecera, Gustavo Aldereguía Lima, cuyo nombre lleva nuestro Hospital Provincial, y que también fue médico de Rubén Martínez Villena, trasladó a Mella clandestinamente a Cienfuegos, de donde partió para su exilio en México.
En aquel Congreso habanero de 1925, se acordó afiliar al Partido a la Internacional Comunista fundada por Lenin en 1919, y al aplicar el marxismo-leninismo a las condiciones concretas de Cuba, entendieron correctamente la necesidad de conjugar dos propósitos fundamentales: la derrota definitiva del imperialismo y la eliminación de la explotación del hombre por el hombre, y a ello se entregaron.
Mujeres cienfuegueras valientes y abnegadas, hubo también en Cienfuegos, años después, como las inolvidables comunistas Juana Ramírez, la familia de las Cardoso, y en municipios cercanos a nuestra ciudad. Evidenciando que ni la raza ni el sexo eran dificultades para asimilar la doctrina del proletariado internacional, y luchar por nuestra Patria y nuestra Revolución, como hoy hacen las generaciones actuales.
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