Precios, pesos y Mipymes

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En un comentario anterior sobre los recurrentes precios y sus efectos en nuestro permanente maltrecho bolsillo hice referencia a la responsabilidad que en ese sentido le corresponde a las entidades estatales y sobre todo, a las direcciones de Finanzas y Precios en los diferentes niveles, en aras de que no se sumen al boom del alza desmedida y la búsqueda de cumplimientos, eficiencia y utilidades a costa de los ingresos.

Precios: topados, pero además controlados

Muchos ejemplos pudieran citarse sobre el costo de los productos y servicios en unidades no privadas que también están “por los cielos” o suben de manera periódica, para sorpresa de quienes erogan los pesos ganados con la labor honrada y muchas veces multiplicada, porque esa afirmación de que “en Cuba no se trabaja” es un cuento, y solo toma como referencia a grupos de personas que pretenden ─y de algún modo lo logran─ “vivir del aire”.

Hay quienes afirman que los precios del estado están muy parecidos a los de los particulares en muchos renglones, y si no tienen toda la razón, se acercan bastante a la realidad cotidiana.

Un vecino que ya supera los 70 años me contaba hace poco que él y su esposa solo perciben el dinero de la jubilación que le correspondió al arribar a los 65 años, después de acumular muchísimo tiempo como músico de múltiples agrupaciones cienfuegueras. “No nos alcanza…, ni para comprar el aseo en la bodega”, aseguró.

Cierto es, como reafirmó en la más reciente sesión del Parlamento cubano, Meisi Bolaños Weiss, ministra de Finanzas y Precios, que lo prudente es subsidiar persona y no productos. ¿Pero ha llegado ese beneficio a todos los necesitados? No lo creo. Como tampoco creo que la calidad y los costos de producción de determinados renglones que venden las unidades estatales se correspondan con los importes de venta. Parece talmente una carrera sin freno, una competencia desleal.

Hace unas horas leí un post en Facebook en el cual una cienfueguera se quejaba del costo de un recipiente de 5 litros de helado que adquirió en un mercado en Moneda Libremente Convertible. Si mal no recuerdo erogó 13 MLC, o casi esa cantidad. Cuando leyó en el anvase los datos del productor se percató de que era hecho en una Mipyme y no en una planta industrial.

Y nada tiene de malo que haya sido en una mini, mediana o pequeña empresa o en una cooperativa no agropecuaria (CNA) si tiene calidad, pero considero ─aunque no he probado el producto ni acudo a las unidades que lo ofertan─ que ese no debe ser el valor real. Pienso, aunque no cuento con elementos definitorios, que se “fue la mano” con el costo.

Lo planteado no significa que lo que fabriquen esas entidades no se oferte en las tiendas en MLC, pero ¡ojo con el precio! No es lo mismo “con guitarra que con violín”.

La Constitución de la República de Cuba deja bien claro que el Estado dirige planificadamente la economía nacional. Y lo reafirmo: ¡Planificadamente!

Sobre ese tema vale la pena el análisis por parte de quienes tienen implicación en él. Las atribuciones conferidas a las direcciones de las empresas no deben ser empleadas para esconder ineficiencias e incumplimientos sobre la base de precios excesivos y también abusivos en ocasiones.

Lo reitero: la población no tiene que respaldar las insuficiencias o el afán de lograr elevadas ganancias para después ser repartidas, como uilidades, y engordar desmedidamente las billeteras de quienes deciden al respecto o laboran en las entidades productoras que tienen carácter estatal.

Si se pretende combatir con la mayor seriedad la perjudicial y galopante inflación, hay que tener en cuenta que ya pesa demasiado sobre la población para seguir “echándole aire al globo”.

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Ramón Barreras Ferrán

Periodista de la Editora 5 de Septiembre, Cienfuegos.

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