Pablo Milanés, cantor del pueblo (+Audio)
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La obra de los hombres son las que los hacen permanecer más allá de su presencia física entre nosotros. No hay adiós posible cuando, sus canciones seguirán acompañándonos como parte de la banda sonora de varias generaciones. Pablo Milanés, cantor de pueblo, bayamés de nacimiento, que desde su natal ciudad comenzó a beber de la trova tradicional por su padre, que tocaba la guitarra y hacía segundas voces. Fue su madre quien descubrió en el niño sus dotes para la música y lo impulsó en este camino. Años más tarde se instala en La Habana y continúa muy ligado a la bohemia, donde sigue aprendiendo de la trova tradicional. Se inscribe en el Conservatorio Municipal de Música de La Habana, primeramente, en piano, y luego en guitarra; pero en ambas ocasiones no encuentra entre las lecciones música cubana, que era lo que siempre quiso desarrollar y pierde el interés al poco tiempo.
Su formación estuvo dada por todo el ambiente que le circundaba, por un lado tuvo a Candido Ruiz, destacado pianista de música popular, quien desde 1952 se convertiría en su profesor y repertorista. Simultáneamente, su abuela lo llevaba a los oficios de la Iglesia Presbiteriana, donde aprende el trabajo a voces de los coros. Iba incorporando también la música que le llegaba en una época en que prevalecía María Teresa Vera, Lorenzo Hierrezuelo, Abelardito Valdés, Benny Moré, entre otros grandes músicos. Repertorio que reverenció siempre, junto a temas de Manuel Corona y otros grandes de la trova tradicional cubana. De ellos heredó el trabajo a dos voces, característico de esta etapa de nuestra cancionística, llegando a ser una de las segundas voces más importantes de su generación. Pablo tuvo la facultad de cantar con innumerables músicos y lograr un empaste perfecto a pesar de los más diversos timbres y estilos, algo que pocos intérpretes pueden lograr. En su discografía, la mejor prueba está en sus discos Querido Pablo y Pablo Querido.
Por un amigo del barrio conoce el filin en vivo, pudo apreciar de cerca la armonía que se venía abriendo paso en lo que sería otro momento dentro de la historia trovadoresca cubana. Es tanto el impacto, que marca en él sus propios inicios como compositor. Se hizo asiduo a reuniones donde se encontraban Elena Bourke, Omara Portuondo, César Portillo de la Luz y José Antonio Méndez. Cuando presenta ante ellos sus primeras canciones enseguida encuentra apoyo y comienzan interpretarlas. Omara y Elena se convirtieron en dos de sus principales intérpretes desde entonces. A sus 15 años ya había transitado con buenos augurios por los estudios de radio y televisión, y absorbía de descargas entre amigos y artistas de la bohemia del momento. Inicia su vida profesional en el trio Los Armónicos, el conjunto típico Sensación y luego, por recomendación de Aida Diestro, entra como voz prima en el Cuarteto del Rey. Esta agrupación fue medular en su preparación profesional por el rigor que exigía en la técnica vocal, el muy selecto repertorio, basado fundamentalmente en negro spirituals.
Su encuentro con sus contemporáneos, el guitarrista Martín Rojas y Eduardo Ramos, le abre otro capítulo en su creación. Con otras necesidades estéticas nace su canción Mis ventidós años, que es considerada como el puente entre el movimiento del filin y lo que luego sería la Nueva Trova. Pablo propone una estética en la que vuelve a las raíces cubanas, junto con un texto más cercano a sus vivencias, a lo cotidiano, rompiendo cánones establecidos por el filin. De esta forma comienza lo que se consolida luego con Pablo, Silvio y Noel, en el Movimiento de la Nueva Trova, que realiza su primera presentación en Manzanillo a finales de 1972, durante el l Encuentro de Jóvenes Creadores. En este año que se celebra medio siglo del acontecimiento, Pablo se despide físicamente.
Pudo recoger mediante su amplia discografía un gran número de sus obras. Escribió además para el cine. La voz dorada de la trova nos deja temas que son parte del repertorio de innumerables artistas. Tal vez la más conocida sea Yolanda, pero todos sus temas tienen esa magia de calar profundo: El primer amor, Ámame como soy, La soledad, Para vivir, El amor de mi vida, Comienzo y final de una verde mañana, Yo no te pido…, entre tantas que hemos cantado generaciones de cubanos.
Desde su natal Bayamo, nos legó temas llenos de cubanía, por eso lo sentimos nuestro, nos identificamos con él, con su obra, con su música, con su voz afinada, firme y terciopelo que, desde el bolero, la guajira, el filin, la canción cubana de todos los tiempos y el son, nos hacen vibrar con cada acorde, con su poesía intimista y real, cercana a las vivencias de muchos seres humanos. Pablo es cantor de pueblo, es Cuba.
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Excelente artículo ! Es así Pablo es Cuba !