Monumento a un mito (+Fotos)

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Muchachada setentera.

Todos transitamos por los escalones de la séptima década. Y tenemos pulmones a prueba de balas. Lo probaron los abrazos con palmeadas que por mucho rebasaban la frontera de le efusividad.

Si los abrazos fueran exportables el PIB de Santa Clara tuvo un crecimiento exponencial el sábado 16, justo medio siglo después del hito que marcó un parteaguas en la educación y la pedagogía nacionales. Segunda revolución educacional le llaman los amigos de la conceptualización.

La piel de las muchachas dejó de ser suave como lana que desgrana un ceibo agradecido; y las carnes ya no tienen la dureza del diamante, pero ellas van por los trillos de la vida con esa vocación de flor perenne.

Nosotros, que entonces dejábamos atrás la cualidad de imberbes y luchábamos a la vez contra el acné y la incertidumbre del cariño a compartir, hoy presumimos de alopecia pronunciada, vientre abombado y artritis crónica.

Pero más allá de las cicatrices que va repartiendo el tiempo, incluidas las que esconde la epidermis, aquí está aquella cosecha humana salida del horno de un país telúrico que cambiaba a 24 por segundo.

Un país de mujeres fértiles que parieron de un tirón al último segmento de la generación babyboomer. Y aquella explosión demográfica clamaba por aulas de secundaria básica y maestros.

Las escuelas nuevas, las de la canción del poeta, comenzaron a germinar, a la misma vez que los naranjales y platanales que pronto las abrazarían de verdor.

Y Fidel convocó a los que no tenían edad cuando la gran campaña de la cartilla, el manual y el farol chino. La gesta capaz de hacer brotar un manantial de luz de las tinieblas de la ignorancia.

Y la respuesta del ’72 fue tan maciza como la del ’61. Tanto, que dio para formar cinco ejércitos, cada uno con sus respectivos regimientos de Matemática, Español, Historia, Geografía, Inglés, Física, Química, Biología y Educación Laboral.

Un ejército que honró el nombre de un adolescente castrado y ahorcado, las palabras son duras pero son las que son, en un árbol del Escambray. Porque había cometido el delito de enseñar vocales y consonantes y las cuatro tablas de la aritmética. Y a poner su nombre en un documento, donde antes hacían una cruz o pegaban sus huellas tiznadas de abandono.

o-o-o

Santa Clara, capital eterna de Las Villas, volvió a ser el epicentro de la nostalgia buena. El equipo organizador liderado por Manuel, general químico del Primer Regimiento, luchó contra molinos de vientos pasmados, hasta cuajar un encuentro del que se hablará en los corrillos del futuro.

Una flotilla de guaguas escolares fluyendo por los caminos de la alborada del Sábado Santo desde los cuatro puntos cardinales hacia el domo de Cubanacán. Una “Yutong” completó el traslado. A bordo, villareños que ahora son habaneros.

Unos mil protagonistas de la hazaña de paz que fue el Destacamento Pedagógico Manuel Ascunce Domenech agrupándose en la primera estación de la jornada, la plaza del Hombre Nuevo, con su estatua de brazo enyesado y mirada al Sur.

La Sala Amistad, escenario baloncestístico de Los Lobos de Villa Clara, le hizo honor a su nombre. La memoria encestó una canasta de 50 puntos. Luego me enteré que los organizadores debieron negociar el aplazamiento por cuatro horas de un partido de la Liga Superior.

De antemano sabíamos de la conspiración del nasobuco (mascarilla, tapabocas, barbijo, como se llame). Una trampa más para la memoria de los alegres sesentones.

Por eso abundaron los “quítate eso”, válidos para el reconocimiento facial y la constancia gráfica del gran momento. Y si no fuera suficiente la media máscara bajada, no quedaba otro remedio que el “¿Quién tú eres?”.

Allí estuvieron los profesores de profesores, quienes nos enseñaron el abc de la pedagogía y la sicología, las mañas de la didáctica y el meollo de cada carrera, la materia que cada cual había elegido para enseñar también.

De ellos, una especie de premio de la popularidad se lo ganó el cienfueguero Lázaro Dibut, que desafió el calor del medio de abril con una camiseta enguatada sobre la cual coleccionó todas las firmas que pudo. Me recordó los tiempos de Escuelas al Campo. Dibut vino desde México. Y Paquitica Diego, reina del cariño, de Brasil. Y Richard, a quien no conozco, me dijeron que llegó procedente del vecino país septentrional.

Desde Canadá seguro hubiera llegado Tony Morales, el mejor profesor de Inglés que dio el Pedagógico villareño, si el aliento le hubiera alcanzado para ocho meses más.

Somos la muchachada de los setenta, la de pantalones campana y minifaldas, la que lucha por reinventarse a cada amanecer. Sin renunciar a sus sueños. Ni a los de salir ni a los de andar. Ni a los de una micra de longitud, ni los que semejan una vela hinchada por vientos de Cuaresma.

Un sueño pendiente era el del recuentro en la media rueda exacta. El de repartir abrazos a dos manos. Que los pulmones tienen doble blindaje, ya se sabe.

o-o-o

Generación analógica (que de recuerdos teje una coraza, y respira-avanza-teme-ama-vive). Quizá sin percatarse de cada día, el tiempo coloca una nueva piedra en el monumento al mito que fue. Que es. Y será.

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Francisco G. Navarro

Periodista de Cienfuegos. Corresponsal de la agencia Prensa Latina.

3 Comentarios en “Monumento a un mito (+Fotos)

  • el 6 mayo, 2022 a las 10:11 am
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    Francisco: hoy consultando lo que se ha estado publicando en el país sobre el 50 Aniversario del Destacamento Pedagógico he encontrado tu artículo, te felicito y lamento no conocerte, ni tengo idea de haberte saludado ese día, pues ese uno de los misterios del encuentro, estabamos muchos allí y no dio tiempo a reconocernos todos. Tu reportaje me ha emocionado y realmente es una contribución sobre un suceso muy dificil de narrar por toda la historia acumulada para un solo día, o mejor dicho, para solo unas horas de un día. Comparto 100 % las dos opiniones anteriores: Hermosa y emocionante crónica.
    Reitero mis felicitaciones y un abrazo fraterno,
    Manuel Delgado Pérez.

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  • el 5 mayo, 2022 a las 8:59 am
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    Que hermosa crónica, de nuevo me has sacado lágrimas, pues las emociones de ese día fueron tan fuertes. Como buen escritor logras conmover y hacer pensar. Espero que nuestro encuentro del 23 merezca un buen comentario de tu pluma ardiente.

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  • el 23 abril, 2022 a las 6:39 pm
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    Hermosa crónica. Cuántos íconos de una generación, cuántos símbolos patrios que dejaron profundas huellas, gracias por compartir para no olvidar

    Respuesta

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