Más allá de la conmemoración del aniversario 110 del alzamiento de los Independientes de Color

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En el ambiente cultural cienfueguero tan proclive a las conmemoraciones y homenajes en “aniversarios cerrados”, por supuesto válidos y necesarios para esclarecer y comprender el proceso de establecimiento de la equidad y la justicia social imprescindibles para sostener la independencia nacional e impulsar la Revolución llegada al poder el 1ro de enero de 1959, seguramente a muchos académicos e intelectuales les sorprenda el poco conocimiento y hasta cierto olvido en el programa de celebraciones de uno de los acontecimientos históricos más trágicos, sangrientos y reveladores de  las  frustraciones de la gente humilde seguidora del ideario de Martí y Maceo durante las primeras décadas de vida republicana en Cuba, bajo tutelaje del imperialismo norteamericano fijados impúdicamente en la injerencista Enmienda Platt: el alzamiento de los Independientes de Color el 20 de mayo de 1912.

La región histórica de Cienfuegos y especialmente los llanos azucareros en torno a los poblados de Santa Isabel de las Lajas, Cruces, Ariza, Abreus y Yaguaramas, fueron el escenario del pronunciamiento armado contra el racismo antinegro. Al frente de este alzamiento armado estaban en el área de Lajas y Cruces, el ex coronel del Ejército Libertador Simeón Armenteros y en el eje Ariza-Abreus-Yaguaramas, el ex teniente mambí Felipe Acea. Les secundaron alrededor de un centenar de personas catalogadas de “no blancas”, en su mayoría  jóvenes de los sectores más insatisfechos con la marginación social y racial debido a la estructura de clases que acentuaba el dominio de la burguesía y los terratenientes del país, muy imbricada con el capital financiero norteamericano.

La mirada atenta a los actores sociales de la asonada armada contra el racismo y la discriminación de las personas de piel negra o mestiza, permite establecer que los insurgentes provenían de las periferias urbanas devenidas en verdaderos cinturones de pobreza, insalubridad, miseria y desigualdades antes los ojos de los políticos y los funcionarios públicos del gobierno liberal de José Miguel Gómez. De la comunidad de La Guinea, en Lajas; del Seborucal, en Abreus; del suburbio de Pueblo Nuevo, en la Perla del Sur y de la franja urbana cienfueguera que delimita, como una especie de contrastante anillo, el Centro Histórico antiguo, poblado mayoritariamente de personas humildes, “no blancas”, y que estaba englobado por las calles de Arango, Casales, La Mar, Dorticós,  Gloria, O’Donell, Unión, Cuba, Santa Elena, Castillo y Colón, partieron muchos de los insurgentes seguidores de la fracción del Partido Independiente de Color encabezados a nivel nacional por Evaristo Estenoz y Pedro Ivonet.

Al cabo de tiempo, poco menos de 110 años, parece mucho más fácil citar la fecha en lugar de detenernos a reflexionar y debatir sobre este acontecimiento histórico de carácter nacional y fuerte manifestación en la región cienfueguera, que expresa las profundas raíces históricas y culturales del racismo y la discriminación racial, —términos que utilizamos en el sentido de constructos culturales—, en Cuba. Nadie duda que la impronta del racismo perdura actualmente en las mentalidades, comportamientos sociales, conductas y actitudes del imaginario político, social y cultural de algunos ciudadanos del país, que implica visibles retrocesos en muchas conquistas revolucionarias y marcan abismales diferencias, cuyas raíces se remiten a la época colonial, y están asentadas en la pigmentación de la piel, usada como cortina de humo para encubrir otras lacerantes desigualdades por cuestiones del género, la orientación sexual, la zona de residencia, los credos religiosos y la posesión de riquezas. Son tiempos en que debemos detenernos a reflexionar mucho más, afincados en las herramientas de la ciencia y las experiencias individuales sobre todo tipo de discriminación en Cuba, porque tiene un carácter estratégico para consolidar la unidad del pueblo cubano y llevar adelante el proyecto de nación afincado en el pensamiento de Martí, Maceo, Guiteras y Fidel. Pero sobre todo, son momentos de cambiar la perspectiva del análisis en el empeño de crear conciencia sobre la problemática racial, dejando atrás los enfoques “de colonizados” que perviven, muchas veces inconscientemente, en el discurso de muchos actores políticos, y buscar los consensos en todos los estamentos poblacionales de la heterogénea sociedad cubana.

En la Uneac de Cienfuegos nunca ha cesado el debate sobre los complejos problemas del racismo y las discriminaciones en Cuba. Desde la creación de la Comisión Aponte, en la que convergen personas del mundo universitario, cultural y social cienfueguero, la discusión de la problemática racial alcanzo mayor amplitud, y hurgo en la especificidad regional que poniendo énfasis en temas como la esclavitud africana, la formación del multirracial Ejercito Libertador en las guerras de independencia, el surgimiento de las “sociedades de color” y los procesos de transculturación resumidos con la metáfora “ajiaco cubano”, posibilitaron  la mejor comprensión del nacionalismo patriótico resumido en la idea martiana de “con todos y para el bien de todos” en la República independiente y soberana. En esos espacios de debate de la Uneac se defiende el análisis del racismo y la discriminación desde campos del saber, diversos y simultáneos, como son los historiográficos, culturales, antropológicos, etnolingüísticas, y sociológicos. Sin embargo, un renovado impulso viene alcanzando la discusión y los intercambios entre los diversos actores sociales, con la instauración en la provincia del grupo de trabajo encargado del Programa Nacional contra el racismo y la discriminación racial. Una de las deficiencias develadas en el abordaje del tema denominado “racial” radica en la falta de una verdadera articulación del trabajo institucional que deriven en un plan de acción con la participación de la ciudadanía para darle solución paulatina y atención sistemática a los problemas de vivienda, insalubridad, desempleo y otras que denotan marginalidad, presentes en los barrios y comunidades habitadas por personas de piel negra o mestiza.

No pretendo relegar cualquier nueva aproximación teórica ante interrogantes sobre el racismo y la pervivencia de la discriminación racial. Propongo, en cambio, darle mayor presencia en el debate a las acciones concretas que conduzcan a los cambios necesarios en la vida cotidiana de los cienfuegueros de las diferentes zonas de la provincia donde pervive y se complejiza la problemática racial y las expresiones de  discriminación. Por otra parte, sugiero el enfoque sistémico del tema para develar los silencios que tiene toda Historia. No debe asumirse como un hecho aislado la conmemoración de una fecha histórica que sacudió la nación cubana y está urgida de ampliar su adecuada difusión utilizando los medios de comunicación y dándole mayor visibilidad, tanto promoviendo libros y publicaciones seriadas dedicados al tema, como mediante conferencias, talleres y coloquios científicos, sin descartar la colocación de tarjas y conjuntos escultóricos alegóricos al hecho y personalidades relevantes en espacios públicos, destinados a poner a disposición de la ciudadanía esa necesaria relectura histórica del Alzamiento de los Independientes de Color como uno de los hitos de rebeldía en la búsqueda de la libertad, la igualdad racial y el pleno ejercicio de los derechos ciudadanos en la Patria soñada por Céspedes, Maceo y  Martí.

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Orlando García Martínez

Escritor, historiador y presidente de la filial cienfueguera de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC)

Un Comentario en “Más allá de la conmemoración del aniversario 110 del alzamiento de los Independientes de Color

  • el 26 enero, 2022 a las 10:31 am
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    Considero muy buenas reflexiones y mejores las proposiciones en tu artículo. Cuando nací, mi abuelo Pablo Antonio Forcades, natural de Manguito, Matanzas, contaba mucho sobre los Independientes de color y siempre respaldó esas ideas. Gracias, profesor!!!

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