Los costos sobre la mesa (+Video)

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Hace algunos días, cuando en un panel radial y junto a varios colegas giró el debate —siempre vigente— hacia los altos precios, volvió al ruedo la ficha de costo como ese instrumento tan necesario hoy para comprender si las tarifas responden a basamentos económicos o a tendencias especulativas.

Y es que obviar los costos sería cerrar la puerta a todo posible estudio sobre tan complejo asunto. No en vano el economista José Luis Rodríguez, en el artículo Las propuestas de tres economistas para controlar la inflación en Cuba, remarcó la necesidad “revisar fichas de costo de empresas estatales, con vistas a reducir precios de producciones y servicios, especialmente aquellos que impactan directamente en la población”. El experto colocó así el punto de mira en la ficha de costo, conceptualmente definida por expertos de las Ciencias Económicas de la Universidad de Cienfuegos Carlos Rafael Rodríguez, como un “instrumento de control y análisis, al proporcionar los costos unitarios sustentados en normas de consumo material, de uso de mano de obra y otros indirectos. En su elaboración hay que ver costos directos (material y mano de obra), e  indirectos (gastos asociados a la producción)”.

Lectura recomendada ⇒ Las propuestas de tres economistas para controlar la inflación en Cuba

Según normativas legales, las fichas de costo deben revisarse dos veces al año, una práctica señalada como imprescindible por Leticia González Padrón, subdirectora provincial de Finanzas y Precios en Cienfuegos, al comparecer sobre el tema en el espacio En Línea, del canal Perlavisión.

Argumentaba a propósito que “la empresa puede incrementar sus gastos indirectos, pero no quiere decir que automáticamente aumenten costo y precio. Este último sube si se elevan las materias primas”, esclarecía la funcionaria, tras acotar que “para llegar al precio del producto se calcula el margen de utilidad y el impuesto sobre la venta, ahí radica la diferencia entre el costo del producto y el precio”.

Así, aparece la tarifa final como ese número o bien formado o distorsionado. En el segundo caso pueden gravitar la especulación —cuando a sabiendas se triplican o cuadruplican ganancias— o el desconocimiento, cuando la formación de un precio no parte de desmenuzar la ficha de costo. O lo que es peor, la ilegalidad. Bien ilustra este tercer elemento el artículo “Principales aspectos a tener en cuenta para revisar la ficha de costo de un proceso productivo”, de la Revista cubana Auditoría y Control (consultado en la web de la Contraloría General de la República) cuando su autora define que “un buen análisis del proceso y las fichas de costo desentrañaría posibles camuflajes de desvíos de recursos, ocultos en una ficha irreal, viciada por normas de consumo desactualizadas, o sobredimensionadas”.

A tono con lo anterior, durante la reciente presentación en Cienfuegos de la Estrategia de Enfrentamiento a Ilegalidades, el Gobernador de la provincia Alexandre Corona Quintero, convocaba a profundizar en las fichas de costos como parte de la fiscalización de los precios.

En la propia cuerda, Paulino Pablo Díaz Santillán, Director Provincial de Supervisión en Cienfuegos, reflexionaba que, durante la inspección, “tiene que existir un documento que esclarezca cómo se formó el precio, y no es otro que la ficha de costo. A partir de su análisis podríamos incluso determinar si se trata de un precio especulativo o no. Ello incluso conllevaría a un mayor enfrentamiento a violaciones de tarifas”. Son múltiples puntos de vista sobre el tema, pero todos con denominador común: cómo bajar el listón que a la economía doméstica imponen hoy no pocas tarifas. “Precios” ha devenido un vocablo recurrente. Pero urge incorporar también la palabra costos, para no correr el riesgo de quedarnos en la punta del hilo.

Programa En Línea, del canal Perlavisión

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