Los 80 de Navarro
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Debo todavía mi opinión sobre el cambio de play off de la 64 Serie Nacional, pero hoy es impostergable dedicarle un post a los 80 años que cumplió este 15 de diciembre el comentarista y narrador deportivo vivo de mayor referencia para periodistas, principiantes de esa profesión y aficionados al deporte
Por Joel García
A René Navarro Arbelo le debo parte de mi amor al deporte por sus narraciones antológicas en baloncesto, atletismo, voleibol y ciclismo. Su creatividad para describir y narrar lo que veíamos en pantalla o escuchábamos por la radio rozó el récord mundial de aceptación y preferencia. Los conocimientos y opiniones sobre el deporte cubano siempre fueron certeros, críticos y persuasivos sin caer en el didactismo.
Tuve la oportunidad de compartir antes de su retiro varias Vueltas Ciclísticas a Cuba, las cuales vivía y disfrutaba con decenas de anécdotas para un libro. El respeto al pedalista, incluso al último que pasaba la meta; la explicación oportuna sobre lo que podía pasar en la siguiente etapa; y las peñas improvisadas para aprender de ciclismo eran una delicia imperdible.
Sin embargo, de las tantas veces que hemos conversado y compartido en Cuba y el extranjero nunca le conté que la primera vez que recuerdo su voz y presencia fue en la entonces elegante sala techada del Centro Deportivo José Martí, frente al Malecón habanero, adonde acudí como integrante del equipo de la escuela República Popular China, para grabar el programa A Jugar.
Por supuesto, allí este humilde niño de 11 años ni siquiera soñaba con ser periodista. Pero Navarro ya era un consagrado, que gustaba además de trabajar en ese tipo de competencia, piel con piel al lado del público, improvisando a su estilo aquellas carreras con saco, los saltos en el cajón sueco o los relevos con batón plástico. Recuerdo que mi número 8 en la camiseta ni siquiera lo mencionó, pues no era el más lince ni mucho menos, sin embargo, lo que sí recuerdo como si no hubieran pasado 39 años es el aplauso que pidió para mi escuela, al terminar segunda en aquella lid pioneril.
Navarro es la expresión más refinada de ética en la narración deportiva. Solo con haber dejado para la historia el sobrenombre de Espectaculares Morenas del Caribe le garantizaba el recuerdo de todos. Pero su alma honesta y sencilla entró por derecho a otro escalón más alto, el de los imprescindibles, el de los eternos.
A sus 80 años añoro no escuchar frase como «Balón arriba, balón abajo», «Mireya de Camagüey, de Cuba y para el mundo»; o la narración que pocos conocen de la carrera de Juantorena en Montreal 1976 por Radio Rebelde. Nada me hace más feliz hoy que felicitarlo por sus ocho décadas de vida. Y le doy la mano agradecido como aquel sábado en que nos saludó a todos después de haber finalizado el programa A Jugar.
¡Felicidades, profe! Y el abrazo queda pendiente.
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