La masonería ranchuelera y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)

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Hace algunos días atrás, un grupo de vecinos de mi localidad entablaron un debate sobre las atrocidades cometidas por el régimen fascista en Europa durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, entre 1939 y 1945. El exaltado debate salía a relucir a raíz de la trasmisión del Desfile de la Victoria por el Canal Telesur.

Disímiles fueron las opiniones en torno a este suceso bélico y sus nefastas consecuencias; no obstante, todos estuvieron de acuerdo en algo: en que las potencias aliadas, con el papel preponderante y decisivo de la Unión Soviética, pelearon duro por obtener el triunfo sobre teutones, italianos y japoneses. Pero lo que no conocen estos historiadores, empíricos por varios minutos y formados al calor de series, filmes y documentales, que no muy lejos del lugar donde se encontraban existe aún una institución que aportó su granito de arena para ponerle fin a las políticas ultranacionalistas de Hitler y Mussolini.

Los acuerdos que pusieron fin a la Primera Guerra Mundial no sentaron en su totalidad las bases para el desarrollo de una paz sólida. Es por ello, que la firma del Tratado de Versalles, en 1919, constituyó un catalizador de tensión política no solo en la Alemania derrotada, sino en el resto del Viejo Continente. El ascenso al poder de los gobiernos ultranacionalistas, la puesta en vigor de convenios comerciales, la crisis económica de 1929-1933 y los nuevos conflictos armados posibilitaron la conformación en Europa de tres grandes grupos antagónicos: los opuestos a la rúbrica del Tratado de Versalles, los beneficiados con su aplicación y los reformistas, que trataban de suavizar las cláusulas del mismo.

Ante esta situación, el estudio de la Europa de entreguerras resulta muy complejo y de una extraordinaria importancia para conocer las causas que condujeron al mundo a un nuevo desenlace. De este modo, el 1 de septiembre de 1939 se inició la Segunda Guerra Mundial tras la invasión alemana a Polonia. En este conflicto las potencias del mundo se enfrentaron entre sí agrupadas en dos bloques: las Potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón) y los Aliados (Inglaterra, la URSS, Francia y los Estados Unidos). En este, sus contendientes destinaron toda su capacidad económica, militar y científica al servicio de fuerzas militares.

A pesar de que la beligerancia mundial tuvo como epicentro a Europa, Asia y el norte de África, las circunstancias creadas por ella impactaron en todo el mundo. La entrada de los Estados Unidos en la justa bélica, en 1941, marcó el consiguiente alineamiento de la mayoría de los países latinoamericanos con la política norteamericana y la decadencia de la influencia fascista en el área.

Durante este período, América Latina se transformó en la retaguardia aliada y en suministradora de materias primas, alimentos y medicinas. Para 1945, todas las naciones del continente habían declarado la guerra al Eje. Al calor de estas circunstancias, Cuba no fue la excepción. A tan solo dos días de la entrada de los Estados Unidos en la contienda, el 7 de diciembre de 1941, la Isla declaró la guerra a Japón y a Alemania e Italia el día 11. Además, el presidente cubano Fulgencio Batista rubricó la Declaración de la Naciones Unidas, en enero de 1942, donde se realizaba un llamado a la unidad de todos los países para obtener la victoria sobre el fascismo. De acuerdo con lo proyectado en este documento y el nuevo período de constitucionalidad en el territorio nacional, tras la Constituyente de 1940, el gobierno estableció relaciones diplomáticas con su homólogo de la URSS, en octubre de 1942.

Tras el inicio de la conflagración, las instituciones culturales y fraternales de la mayor de Las Antillas apoyaron las medidas y declaraciones de la administración cubana en oposición al Eje. Los intelectuales cubanos atacaron en la prensa, el teatro, la música, la pintura y el cine los crímenes cometidos en los campos de reconcentración.

En el caso de la masonería cubana, su rechazo a la guerra fue rotundo. Al unísono de la declaración de guerra, el entonces Gran Maestro de la Gran Logia de Cuba de A... L... y A... M..., Gonzalo García Pedroso, remitió al presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt un telegrama donde rechazaba el ataque japonés a Pearl Harbor. A ello debemos agregar que, Hitler y Mussolini no reconocieron a la francmasonería y la declararon ilegítima, pasando a la persecución y encarcelamiento de sus miembros. Específicamente en el caso germano, Hitler en su libro Mein Kampf  ̶ Mi lucha ̶  manifestó su oposición al judaísmo, la masonería y el comunismo; triada que anhelaba la conquista del mundo.

Ante esta nueva coyuntura histórica, todas las logias masónicas del interior de la nación se alinearon con la directriz trazada por su órgano rector. Aunque cada una de ellas funcionaba de forma autóctona, las logias consagraron su quehacer a la recogida de fondos, la celebración de veladas y el desarrollo de movimientos solidarios en rechazo a la Alemania Nazi. Dentro de esta línea de acción, sobresalió el accionar desplegado por la Respetable Logia Hiram No. 61 del Oriente de Ranchuelo, municipio perteneciente a la otrora provincia de Las Villas. La Logia Hiram No. 61 había sido fundada el 20 de febrero de 1904 a iniciativas de un grupo de hermanos procedentes de la Logia Asilo de la Virtud de Cienfuegos. Entre sus fundadores, se encontraban el comerciante Manuel Solís Castillo, el pedagogo Felipe Yanes Sosa y Joaquín Ruíz Gutiérrez, hermanos que ocuparon la directiva de la nueva institución fraternal. El 2 de abril de 1905, el taller sería consagrado por la Gran Logia de Cuba de A... L... y A... M... en acontecimiento solemne, donde participaron numerosas logias y masones de la región central del país.

Desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial hasta la entrada de los Estados Unidos en la misma, y la posterior delineación de la Isla con la política norteamericana, se registra poca información referente a dicho conflicto dentro de las sesiones de la Logia Hiram No. 61. Solo existen algunas reseñas que abordan el tema mediante la lectura de recortes de diarios locales y regionales por parte de los hermanos que mantenían una actitud de rechazo al fascismo. La primera vez que la justa bélica es llevada a los libros de actas de la Logia Hiram No. 61, fue el 19 de diciembre de 1941 cuando todos sus miembros apoyaron la Circular No. 2223 de la Gran Logia de Cuba de A... L... y A... M... que hacía alusión al telegrama enviado por el Gran Maestro, a nombre de toda la francmasonería cubana, al presidente norteamericano Franklin D. Roosevelt. Al analizar detenidamente esta hecho podemos extraer de ella varias lecturas.

En primer lugar, constituyó la toma de partido de la institución que no sólo se delineó con la política trazada por el gobierno cubano, sino que se opuso al régimen fascista imperante en Europa. Además, posibilitó la apertura de una amplia actividad dirigida a auxiliar a los aliados que se materializó en la remisión de fondos, medicinas y víveres. Dicha situación, marcó un punto de partida en la cooperación con otras instituciones de la propia localidad ranchuelera.

A partir de este momento, la Logia Hiram No. 61 se convirtió en un adalid de la lucha contra el fascismo en Ranchuelo y buena parte de la región central del país. En cada sesión se les rindió tributo a los aliados caídos y, antes de concluir el año, se hicieron varias colectas monetarias que fueron enviadas a los Estados Unidos, Francia, Inglaterra y la URSS. Además, se acordó remitir a esta última nación un mensaje de apoyo tras el asedio alemán a la ciudad de Moscú.

Sesión del 19 de diciembre de 1941, ocasión donde por primera vez se hizo alusión a la Segunda Guerra Mundial dentro de la Logia Hiram No. 61.

Asimismo, los masones ranchueleros repudiaron, junto a otras instituciones políticas, religiosas y fraternales del municipio una protesta de varios partidarios del nazismo y el falangismo en las afueras de la Colonia Española de la propia localidad. Los masones no solo sofocaron la protesta, sino que exigieron el arreo de la bandera española de esta institución, en clara señal de rechazo a todos los regímenes ultranacionalistas que tenían cabida en el Viejo Continente.

Para el año siguiente, la logia apoyó una moción presentada por los concejales de la localidad para que concurrieran a la fundación del Comité de Auxilio de la Defensa Local-Civil, el 9 de enero de 1942, a raíz de la declaración de guerra de Cuba a la Alemania Nazi. Diversos hermanos de esta fraternidad asistieron al acto y uno de ellos, Daniel Aneiros, secretario del taller, resultó electo para su presidencia. De igual modo, en la misma sesión del día 9 se dio lectura a una lista de hermanos que habían adquirido bonos por valor de 5.00 pesos emitidos por otra institución de Ranchuelo: el Comité Municipal de Ayuda a Inglaterra, URSS y demás pueblos que luchan contra el fascismo, creado el año anterior.

De este modo, la institución encarnó al nexo entre estas dos instituciones dedicadas a auxiliar a las potencias aliadas. A su vez, esto posibilitó que sus miembros consolidaran su reputación dentro de este tipo de quehaceres hasta tal punto, que, en julio del propio año, el Orador, José Machado, fuera nombrado como Vocal del Comité Antifascista de la provincia de Las Villas.

Además, debe señalarse que el Primer Vigilante, José García, asistió a esa reunión y entregó a nombre de la logia 4.00 pesos para su tesoro. Ambos hermanos fueron designados como representantes permanentes ante esta institución y para la constitución de un nuevo Comité Antifascista Municipal, que uniría a los dos comités ya existentes en Ranchuelo bajo un nuevo reglamento.

En agosto de 1942, los hermanos de la Logia Hiram No. 61 se declararon en sesión de duelo en correspondencia con el duelo nacional, debido al hundimiento de dos barcos mercantes cubanos por submarinos nazi. En dicha sesión, se guardó varios minutos de meditación en honor a los 31 ciudadanos cubanos que perdieron la vida en esta agresión y, además, los asistentes propusieron al Venerable Maestro, Miguel A. Bello, que le enviara una moción a la Gran Logia de Cuba de A... L... y A... M... para investir a estos hombres como “verdaderos héroes nacionales” de la patria.

En los meses siguientes, la Segunda Guerra Mundial constituyó un tema imprescindible dentro del taller. En tal sentido, varios hermanos dirigidos por su Venerable Maestro, el Primer Vigilante y el Orador propusieron dedicar un acápite en cada sesión para debatir sobre el tema, con principal énfasis en las victorias de los aliados, la situación en los campos de reconcentración y a la actuación de las agrupaciones locales con respecto a la guerra.

Tras el éxito de estos debates, la logia envió un saludo fraternal al recién creado Comité Local de Unión Revolucionaria por su accionar en pos de la victoria soviética y realizó una invitación para un brindis entre los hermanos masones y los miembros de esta agrupación en el Café Unión, ubicado en el prado de la localidad. También, en los citados debates se hicieron reseñas biográficas sobre las principales figuras que poseían una activa participación en el conflicto bélico y ejemplo de ello fueron Iósif Stalin, el general Zhúkov, Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt.

A finales de 1943, los debates referidos a la Segunda Guerra Mundial pasarían a un segundo plano. La situación estuvo motivada por las elecciones dentro de la logia para el año entrante y todas las actividades que vinieron aparejadas a este proceso. Si bien las elecciones imprimieron un sello de decadencia en los espacios destinados al intercambio de opiniones, los debates sobre la cuestión bélica representaron una clara identificación de la masonería ranchuelera con la política antifascista de los aliados y su oposición a cualquier gobierno que no enarbole la democracia como su bandera.

La llegada del año 1944 a la Logia Hiram No. 61 trajo consigo una restructuración de sus puestos y, por ende, una ruptura con la política esgrimida anteriormente. Si bien la logia mantuvo sus actividades de beneficencia en correlación con otras agrupaciones fraternales y no fraternales de Ranchuelo, diversos temas que habían logrado arraigarse dentro de las sesiones perdieron su importancia.

Una muestra de ello, lo constituyó el abandono a las temáticas alusivas a la Segunda Guerra Mundial. Es importante señalar, que la nueva junta directiva de la logia concentró todo su accionar a otras actividades benéficas. En tal sentido, desde finales de 1943 se desarrollaba en toda la Isla el proceso de elecciones a nivel municipal, provincial y nacional que traería consigo la elección de Ramón Grau San Martin como nuevo presidente de Cuba, en octubre de 1944. Además, la logia destinó gran parte de sus fondos a los damnificados del Huracán del 44, que devastó a La Habana y la Isla de Pinos.

También, sobresalió que esta institución apoyó, al igual que sus análogas del resto del país, los preparativos para las actividades a desarrollar al año siguiente con motivo del centenario del natalicio del Ilustre Hermano Antonio Maceo. Por último, el taller sufriría modificaciones en cuanto a su reglamento interior.

Sin lugar a dudas, la actividad desarrollada por la Logia Hiram No. 61 en el marco de la Segunda Guerra Mundial constituyó una hermosa página en la historia nacional, donde la masonería ha jugado un papel de relevancia. Cada ayuda de estos hombres, en su mayoría desconocidos para la sociedad cubana y ranchuelera en general, auxilió en la eliminación de uno de los regímenes más crueles de la humanidad. Ojalá y esta pequeña crónica sirva para reconocer el accionar anónimo de estos buenos hermanos que, si bien no estuvieron en Stalingrado, Moscú o Normandía, lucharon desde su espacio contra las potencias del Eje.

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Dariel Alba Bermúdez

Profesor e investigador de la Universidad de Cienfuegos ¨Carlos Rafael Rodríguez¨. Miembro de la Unión de Historiadores de Cuba (UNHIC)

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