La imagen Cuba

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La infeliz “exhibición” de bailarinas nacionales a visitantes del primer crucero Adonia en la terminal marítima capitalina, envueltas de forma oprobiosa en su insignia nacional, traza un lamentable punto de unidad con par de recientes artículos en defensa de la pornografía publicados en dos de los medios de prensa burguesa digital en Cuba. La imagen de uno de estos, muestra a presunto practicante del género dentro de calzoncillos que representan, igual, a nuestra bandera. No es nada nuevo que este tipo de prensa tarifada por intereses ajenos a la Revolución (defensora a espada, también, de los rumores con intentos desestabilizadores, la fragmentación del pueblo cubano, las ofensas cotidianas al periodismo “oficial”, el ataque frontal al sistema socialista, las loas al reguetón -como parte de las prioridades de su línea editorial, dos semanas atrás le levantaron una campaña a favor que casi lo pone al lado de los clásicos de la Vieja Trova Santiaguera-, las tradiciones de la “república”, el cuento de lo buena que era Cuba durante el batistato, los autos viejos, el servilismo y el concepto de lo privado en desmedro de todo amago estatal en la economía) haga loas a levantar el veto del porno en Cuba -por mi cuenta, este es el cuarto texto-; ni que dicha modalidad audiovisual incluya a actrices con su cuerpo desnudo pintado con el panteón patrio. Asquerosamente cierto.

Hace mucho rato ya, lo sabía bien el viejo Gorbachov y más Reagan y el primer Bush de la casta dinástica, el balón del juego de futbol de la ideología es la imagen, el símbolo, el concepto o representación icónicos de determinado ideario a partir de presupuestos sígnicos que codifiquen e identifiquen causas, sentimientos, percepciones o hasta “mood” o estados de ánimos asociados a… No por gusto Macri saca del aire a Telesur y Russia Today; no de gratis Temer impugna la televisión pública y los ministerios de Educación y Cultura. No en balde la prensa corporativa internacional silencia extraordinarios actos de generosidad como la Operación Milagro, gestada por Fidel. No resulta nada fortuito que esa misma prensa -además de la criolla arriba citada-, no se detenga en ninguno de los múltiples resultados loables conseguidos por nuestro proceso social, gracias al esfuerzo del pueblo cubano. Ese no es el punto. El punto consiste en distorsionar la imagen Cuba al grado de desvirtuarla tanto que a ojos del receptor asemeje a una gran zona oscura donde no sale nunca el sol. Jamás leeremos allí un reportaje sobre la lucha contra la muerte librada día a día en un oncológico infantil, materiales de una escuela de autismo o un instituto preuniversitario vocacional, textos en torno a nuestros centros de investigación, historias de vida con personas que creyeron y continúen creyendo en su causa. No, su “inclusivismo” es a conveniencia.

Es tan importante la imagen que incluso los grandes generadores mundiales de discursos a través de esta, temen cuando existe una contrapropuesta en algún sitio emergente del planeta. Si ese sitio profesa una ideología opuesta, peor. El comentario Pánfilo llegó a Miami (El Nuevo Herald, 24 de junio de 2016) lo ilustra: “Luis Silva, el actor que interpreta a Pánfilo, está en nuestra ciudad. Lo trajo, junto a otros artistas cubanos, la compañía de televisión por satélite DishLatino para participar en el lanzamiento del nuevo canal CubaMax TV que transmitirá programas de la tv cubana (…) Los directores de Dish Latino dijeron sentirse “entusiasmados de poder abrir esta ventana al mundo del arte y el entretenimiento en Cuba”. Y al de la propaganda castrista, podríamos añadir. En su lema, aparentemente conciliador, se oculta una provocación: “De la Habana a la Pequeña Habana”. Quizás, si fue creado por los publicistas del canal, ese no haya sido su propósito. Pero les ha resultado muy conveniente a los ideólogos cubanos. Para ellos, es como si nos estuvieran diciendo: “! ¡Cuidado! Ya estamos aquí. ¡Quién lo hubiese creído! El ICRT en el corazón del exilio. Estoy seguro que en el Departamento Ideológico del Comité Central deben estar felices. Y cómo no iban a estarlo si saben que después de los programas de entretenimiento lograrán introducir los de adoctrinamiento (…). En un dibujo animado de Elpidio Valdés hay tanta propaganda antiimperialista como en la Mesa Redonda. Una comedia puede ser tan venenosa como un documental de Santiago Álvarez (…) A Cuba no le interesan las ganancias que este acuerdo le genere (…) Lo que le interesa es acabar con el exilio cubano. Demonizarnos a toda costa. Y un canal de tv que transmita sus ideas es una de las muchas maneras de hacerlo (…) Quieren más. Es decir: adueñarse de nuestra ciudad. Me pregunto si nuestra resistencia será suficiente para evitar que lo logren. A veces creo que no”.  Fue el primero de varios textos iguales.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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