Ismaelillo, sueño de Gonzalo Bermúdez y homenaje al Apóstol desde la música y la integridad humama

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No hay mejor manera de homenajear al Apóstol que cuidar de nuestros niños y jóvenes. José Martí nos legó su obra La Edad de Oro, para enseñarnos a valorar las esencias y también Ismaelillo, para que pudiéramos crecer sanos de espíritu. Muchos años después el nombre de Ismaelillo se nos presenta en un proyecto ideado para que niños y adolescentes puedan crecer con sueños y valores, no creer en el poder avasallador de gigantes, sino en la fortaleza de nuestras habilidades basadas en la inteligencia y la bondad del corazón.

A 42 años de su fundación, el “Ismaelillo” de Gonzalo Bermúdez Toledo sigue brindando aliento para la vida espiritual. Por eso quise conversar con el maestro, para en sus propias palabras conocer sobre su idea original y cuáles han sido los presupuestos de un proyecto pedagógico cultural destinado al crecimiento humano, como lo ha sido Ismaelillo en Cienfuegos.

“Trabajé siempre en escuelas con régimen seminternado, donde me gustaba vincular la actividad artística como estabilizadora emocional a la actividad docente. Pienso que los niños deben venir a la escuela no solamente a recibir matemáticas y español, sino que haya un incentivo, en el cual ellos se sientan importantes y sus familias también. De ahí empiezan las transformaciones psicopedagógicas.

“Llegué a la escuela Pedro Romero en el año 1980, exactamente en el mes de febrero y comencé como maestro de quinto grado. Allí me encontré una institución de barrio, de reciente formación, donde los niños no tenían ese amor por el colegio. Me di a la tarea de vincular el hogar, la escuela y la comunidad a través de la actividad artística. Así empezamos con la formación de coros, tríos, dúos, solistas, etcétera; pero a los niños no les gustaba tanto cantar, como tocar instrumentos musicales. Hicimos una banda rítmica que fue novedosa, porque transformó incluso los repertorios de entonces, un poco parciales, y vinculamos la música cubana, desde el chachachá, el danzón, etc. Quisimos formar una agrupación con los niños más difíciles, que eran pocos, y que estaban en la escuela en diferentes grupos. Me di a la tarea de ver con los músicos profesionales cómo se tocaban los instrumentos que ellos querían aprender.

“El 10 de octubre de 1980, como era un día que no se trabaja y no había clases, invité a los muchachos a que fueran aver los instrumentos que se necesitaban para hacer un grupo musical, se los había prometido. Fuimos a la Casa de la Cultura con permiso del director de entonces, José Raúl Pérez Machado (Bayolo), profesor de teatro ya fallecido y cada uno escogió el instrumento que le gustaba. Yo empecé a inventar cómo darles las clases. No había formación musical ni de ellos, ni mía. Las cosas que yo tenía en mi libreta anotadas y que había apuntado de los músicos profesionales tenía que transformarlas y es así que surge el sistema mnemotécnico entre números y símbolos matemáticos,con el que he trabajado durante 42 años y me ha dado muchísimos resultados. Este fue el inicio de ‘Ismaelillo’”.

¿Puede explicarme Gonzalo, en qué consistía este método creado por usted de combinar los números con la música?

“Parte de la orientación óculo manual, así que para nosotros do, re, mi, fa, que son los nombres de las notas, no significan nada, sino el sonido. El tratamiento del sonido lo hacíamos numerado a través de la digitación y la posición que tenía en el instrumento. Por ejemplo: la guitarra tiene seis cuerdas, se cuentan de abajo hacia arriba, de la cuerda número uno hasta la sexta. El primer número que yo le diga a usted es la cuerda y el segundo número es el traste, la posición. Si yo digo 23, es segunda cuerda, tercer traste; si le digo 60 es sexta cuerda al aire, y así.

“Con ese sistema mnemotécnico es que orientamos a los niños. La validación del proyecto, de la experiencia pedagógica, obtuvo Premio en el Congreso Internacional Pedagogía1986, celebrado en el Palacio de Convenciones. El proyecto que más se acerca a esta forma, en el plano internacional, trabajaba los símbolos matemáticos con colores y esto es una limitación para los daltónicos, que no pueden distinguirlos. Ahí se estableció como un sistema cubano creado por un maestro primario, a través del cual, mediante números y símbolos matemáticos se podía aprender música. Nunca se ha tenido la intención de sustituir los sistemas que existen en nuestras escuelas de arte, que son las que están encaminadas y llamadas a formar músicos. Nosotros utilizamos la música como una vía para la transformación y mejoramiento humano en todos los sentidos”.

El arte tiene la posibilidad de darle otra visión de la vida a los jóvenes, le cambia la concepción del mundo y esto enriquece su vida espiritual también.Desde el punto de vista pedagógico, ¿qué ventajas les ofrece esta práctica a los estudiantes?

“El arte es un estabilizador emocional, en este caso la música es muy fuerte porque incentiva la zona del cerebro que rige la musicalidad. Esta infiere sobre las demás zonas y hace que el niño, el joven, el adolescente, el adulto, en fin, el ser humano, utilice los dos lóbulos cerebrales al mismo tiempo.De esta manera, la concentración, observación, coordinación óculo manual, es más precisa, y el alumno se olvida en ese momento del problema que pueda tener, las dolencias, incluso si siente hambre o sed, porque se concentra en lo que realiza. El muchacho a su vez, pasa períodos de tiempo fuera de las acciones que negativamente puedan estarles influenciando. Ellos van acostumbrándose a este tipo de trabajo, y como involucra la esfera volitiva(la voluntad, el querer hacer), entonces van cambiando sus conductas.

“El profesor lo guía desde su ejemplaridad y el alumno, a medida que se estabiliza emocionalmente, empieza a producir cambios. Estos no son generalmente rápidos, son modificaciones temporales que con el paso del tiempo se hacen costumbre y van cambiando sus conductas. Es así desde el punto de vista interno, pero si lo vemos hacia lo externo, sus compañeros de aula, familia, profesores, amigos, van viendo en ese muchacho los cambios y modificaciones. También los padres o las personas que le rodean tienen actitudes diferentes en la medida en que se sienten orgullosos de ese muchacho que está en escena siendo aplaudido,esto los va estabilizando emocionalmente y como es lógico, los cambios son de 180 grados.

“Por otro lado, se trabaja mucho sobre la constancia en el esfuerzo. El estudiante que antes dejaba sus proyectos a medias, ahora se ve interesado en aprender la canción hasta el final, lograr resultados en el estudio, porque quiere dominar este o aquel instrumento y entonces hace constancia en el esfuerzo y se va acostumbrando a ser más dúctil y comprometido, incluso en la escuela. Una de las cosas que nos está lacerando en estos momentos a nivel internacional es el problema de la atención dispersa. El uso de los medios de comunicación, los celulares, tabletas, hace que usted esté mirando una película ya la vez esté pensando o haciendo otra cosa. Así mismo el profesor está dando una clase y la mente del alumno se va, porque la atención está dispersa.

“Cuando el niño quiere ser músico, ser cantante, él se entrena en la constancia, el esfuerzo y hace que su atención sea mucho más exacta y observadora. Eso ayuda muchísimo a que después, a la postre, los muchachos crecen, se hacen adultos de un modo diferente. Por otro lado está el uso de la colectividad, en este caso ellos están todos juntos, son personas que vienen de diferentes familias y medios sociales, pero convergen en una actitud, porque hay un patrón de conducta a seguir, una línea de trabajo y eso les hace ser mucho más colectivistas y afables en todos los sentidos”.

¿Por qué el nombre de Ismaelillo para el grupo?

“Resulta que cuando ellos hacen su primera presentación, tres meses después de aquel 10 de octubre que los llevé por primera vez a la Casa de la Cultura, el director de entonces, Bayolo, me pregunta por el nombre del proyecto y le digo que era el Grupo de la Escuela Pedro Romero. Se queda pensando y es cuando sugiere Ismaelillo. Yo se lo dije a los muchachos, a ellos les gustó y se quedó. Nos dimos cuenta de la complicidad que tenía el nombre con el ejercicio desde el punto de vista del mejoramiento humano y de la utilidad de la virtud que estábamos haciendo para con los niños. Eso ha sido un gran compromiso que hemos tenido durante 42 años y hasta ahora lo hemos mantenido”.

Me comentaba que ha podido llevar también esta experiencia fuera de las fronteras de nuestro país

“Sí, hemos trabajado en Finlandia, Noruega, Holanda, Bélgica, España, Francia, República Dominicana, Colombia y Ecuador, donde pudimos desarrollar durante once años el proyecto en las selvas ecuatorianas. Logramos generar un movimiento técnico artístico muy interesante a través de la música, con indígenas que incluso no hablan nuestro idioma. Fuimos reconocidos por los logros que obtuvimos en la Amazonía del oriente ecuatoriano. Al trabajar con el sistema nuestro hemos respetado los espacios y las raíces de cada pueblo y estudiado las tendencias o los ritmos que existen en esos países. Claro, no ha faltado una música cubana, por supuesto, pero siempre el mayor porciento ha sido de las culturas que ellos cultivan y que deben potenciar. Hubo que estudiar mucho, investigar, pero sí valió la pena porque hemos podido hacerlo y eso es lo más importante de todo.

Lógicamente se adquiere una cultura mucho más amplia desde todos los puntos de vista y cuando uno va a hacer una musicalización, tiene en cuenta todas estas cosas para que sea algo fresco, diferente. Llevando la experiencia a nuestro suelo, por ejemplo, si hacemos un análisis de la realidad en estos momentos de nuestro país, más bien desde hace tiempo, hemos visto que la juventud no quiere representarse como músicos cubanos, quieren hacer música foránea. Incentivar el gusto por lo estético, por nuestras raíces autóctonas ha sido un poco difícil, pero lo hemos logrado. En estos momentos el proyecto, tanto en el de Cienfuegos, como el de Sancti Spíritus, trabajamos las raíces de nuestra música cubana y el público lo acepta de una manera excepcional, es lo mejor que pudiera haber ocurrido.

“Hace nueve años, durante el coloquio que se hizo por el aniversario 35 de Ismaelillo,conocimos a la promotora Damaris Rodríguez y ella se mostró interesada por hacer un proyecto de barrio en Sancti Spíritus. Y así comenzamos, preparamos a nuestros muchachos como profesores de sus propios instrumentos, nos fuimos allá y en una semana iniciamos el trabajo. Han pasado algunos años y continúa muy bien. En estos momentos tenemos algunos jóvenes de ese proyecto en Ismaelillo de Cienfuegos. Algunos de los nuestros comienzan en las escuelas del sistema especializado de enseñanza artística, como el caso del baterista Alexander Pire, que pasó a la Escuela de Arte de Santa Clara. Fue sustituido por César Obregón, que es el baterista actual de la agrupación, vino de Sancti Spíritus, estuvo en preparación y ya está tocando con el grupo perfectamente”.

Me gustaría que nos hablara acerca del repertorio y formato de Ismaelillo.

“De la música cubana hacemos, son, guaracha, danzón, la canción cubana, incluso música campesina. De corte internacional, aquellas melodías o ritmos que han trascendido a través del tiempo. Hacemos un collage de música en los conciertos, donde hay de todo, pero potenciando la música cubana. El formato siempre ha sido de Jazz Band. En la batería está César Obregón Cuba; en el bajo, Juan Manuel Echevarría; Owar Sosa Padilla en la guitarra; Boris Abel Busca Pérez, cantante principal y guitarrista; Abraham Busca Pérez, tumbadoras; en el piano Yadrián Muñoz Dorticós; en el sintetizador, María Quiñones Queiro; en la trompeta, Angelino Mendoza Pérez; trombón, Jonathan Chávez Pérez; en la flauta, Giselle Pire Domínguez; en la batería, que también está tocando acá, Alexander Pire Domínguez; percusión menor, Luis Ángel Villalón Valdés y bajo, Juan Manuel Leyva Echeverría.

“Hemos estamos haciendo una gira provincial por el  aniversario 170 del natalicio de José Martí. El día 27, a las 8:00 p.m., en el parque que lleva su nombre en esta ciudad, será el concierto final dedicado al Apóstol, en la antesala del día 28. Nos gustaría invitar al público para que participe. Proponemos un repertorio bastante amplio que incluye versos musicalizados de José Martí, desde La Bailarina Española hasta otros, como la Guantanamera. Interpretaremos también música cubana, con la cual haremos un homenaje a Pablo Milanés, con El breve espacio en que no estás y temas que han trascendido dentro de Ismaelillo como el Baile de Máscaras, para finalizar”.

Maestro Gonzalo, ¿Cuáles son las metas y anhelos de ustedes?

“Queremos llegar al aniversario 50 y que podamos cumplir el sueño inicial de generalizar la experiencia en todo el país, que cada provincia tenga un movimiento de músicos de vías no formales, educados a partir de este modo de trabajar con los niños, adolescentes y jóvenes, con el objetivo de incentivar y lograr la incorporación de valores, que es lo que más nos interesa. Es la idea en que está abocada desde que obtuve el Primer Premio en el Congreso Internacional Pedagogía 1986, y no he podido lograrlo. El dar seminarios o talleres a maestros interesados a nivel nacional, de escuelas primarias, porque el trabajo debe comenzarse desde allí, y que se pueda generalizar. Chequearlo a nivel nacional, pero liderado por esos profesores que les gusta la música y que con un poco de orientación pueden hacerlo, porque es algo muy sencillo”.

Maestro, debe tener usted millones de experiencias de cómo ha podido tocar almas y el espíritu de muchos jóvenes. Quisiera que compartiera alguna anécdota que le haya marcado también a usted como pedagogo.

(Suspira) “Son tantas, imagínese usted, pero de las primeras, Los Chinos, Damián y Daniel, baterista y pianista de la agrupación. La madre me los encargó antes de fallecer para que yo los encaminara. Me quedé con ellos, estuvieron conmigo hasta que se casaron e hicieron su familia. Hoy son excelentes padres de familia y personas. Uno de ellos, Damián, sigue siendo músico, baterista profesional, y el otro, Daniel, no es músico, pero es una persona trabajadora, excelente, y eso es una experiencia tremenda”.

Ismaelillo ha sido un árbol que ha dado cobija, frutos y esperanza a muchos niños, adolescentes y jóvenes. Hace un tiempo tuve la oportunidad de conversar con uno de los saxofonistas de su primera generación, Daniel Fajardo y tiene un brillo en la mirada cuando me habla de Ismaelillo, que dice tanto.Le cambia el tono de voz al recordar lo que la agrupación significó para él y para sus amigos. Cuando aprenden a trabajar para lograr un resultado y en la música es tangible, es maravilloso el cambio que da en estos niños y les queda de ejemplo para cuando quieren lograr algo en la vida, cómo deben enfocarse y saber que poniendo en función todas estas habilidades y herramientas que ya tiene, pueden lograr sus metas.

Existen otros niños con necesidades más específicas, como son los invidentes y hablaba de sus sueños y de sus metas hace unos días en otro artículo.

Pregunto: ¿podrá este método creado por el maestro Gonzalo Bermúdez ayudar también a esos niños para que puedan acceder a la música de una manera más sencilla? No hablo de aquellos que después quieran hacer de la música una carrera profesional, sino de los pequeños que comienzan y que, como todos nuestros niños, también tienen derecho a soñar y a desarrollarse en el mágico y misterioso mundo de la música, para crecer de verdad en una Edad de Oro.

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Sandra M. Busto Marín

Licenciada en Música con perfil de flauta. Diplomada en Pedagogía y Psicología del Arte, Pedagogía Musical y Educación por el Arte. Máster en Arte. Todo en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

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