Impreso y digitalización, el equilibrio necesario

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Sobrecoge la idea de que los libros impresos puedan desaparecer junto con otras tendencias de la comunicación y la adquisición de saberes contemporáneos, y con ello, uno de los mayores placeres que refrendan per se su propia existencia: hundir la nariz entre páginas primigenias o antiguas, aspirar el olor entrañable e insustituible de la tinta en el papel o acariciar su textura antes de explorar el contenido.

Aun cuando alterno lecturas en su modo más tradicional con las de formato digital y reconozco las ventajas y beneficios de este último, lo cierto es que el hecho de tener en la mano un volumen por descubrir adquiere un sentido casi místico.

La desenfrenada rapidez con la que avanza la informatización en todos los campos del saber y la vida misma han puesto a circular la pregunta de si la tecnología sería capaz de sustituir y aniquilar sin más los textos tradicionales, los de contar historias, enseñar o comunicar en blanco y negro y con ello privar a los lectores de ese contacto íntimo con las páginas de un libro.

Ante el peligro de que la respuesta pudiera ser un rotundo SÍ, algunos, asidos a la tradición o el inevitable enamoramiento con la práctica tradicional, han puesto neuronas y otros recursos en función de impedirlo, aun cuando en torno al fenómeno se ciñe otro obstáculo tan azaroso como es, sin dudas, la crisis económica mundial.

Son las ediciones impresas las más amenazadas y con mayor riesgo de evaporarse, ya sea de modo paulatino o de un momento a otro, así de repente, en dependencia de las circunstancias. El planeta todo ya ha dado muestras de inquietud financiera y por lo pronto reducen ediciones e impresiones, mientras el libro se encarece por razones diversas y obvias que merecen hondura y tratamiento aparte.

Siento como si los medios no digitalizados dieran brazadas para evitar el hundimiento, mientras toman bocanadas de aire que les permitan flotar en este panorama inquietante.

Tal vez por eso quienes abogan por la letra impresa se vuelcan con mayor frecuencia a la búsqueda de alternativas, tendencias novedosas, tipologías, diversos mecanismos de fabricación de textos en un esfuerzo de transformación que justifique su permanencia.

Las prerrogativas de la digitalización frente a la tinta y el papel son bien conocidas por las ventajas que aporta el hecho de poder seleccionar de forma ágil y simple cuanto necesitamos y deseamos saber, así como difundir la información con mayor inmediatez. Que el mundo completo está a la distancia de un click, no es cliché ni frase insustancial, sino más bien una realidad insoslayable. Los libros digitalizados o eBook no escapan a esa realidad e imponen sus ventajas de acuerdo con el espíritu de la época. Cada vez más se manejan términos como textos digitales o bibliotecas virtuales, entre otros de la misma especie.

Es fuerte la competencia y para salir airosos de ella será imprescindible una renovación necesaria. Imposible obviar la literatura no digitalizada o rendirse ante las bondades de las tecnologías de avanzada, pero se impone buscar cierta armonía, una nueva forma en la cual ambos se adapten, adopten y complementen en una coexistencia pacífica y de interacción mutua.

Las nuevas tecnologías constituyen una impetuosa herramienta, y para sostener a quienes le precedieron habrá de poner no solo esfuerzo e inteligencia, sino todo el sentimiento de que seamos capaces y alistarlo para situarse en condiciones de competir en buena lid.

Con el diseño digitalizado las ediciones impresas deben considerarse (y de hecho lo están haciendo) en una etapa de cambio y adaptación obligada para lograr la supervivencia, de encontrar una suerte de “prudencia” para que ambos soportes se soporten y complementen.

Pero por si no fuera suficiente lo expuesto y alguien pensara que los textos impresos perdieron por completo su función, todavía echaría mano a otras razones más o menos subjetivas sobre la utilidad del libro. Pero sobre todo, y no lo olvidemos, para contar las grandes y pequeñas historias, las que se esfuman de no echar mano a la tinta y al papel, las que trascienden en blanco y negro, las que se pueden oler y tocar, las que el tiempo les otorga el color imperecedero de la permanencia.

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Emma S. Morales Rodríguez

Licenciada en Filología en la Universidad Central de Las Villas.

2 Comentarios en “Impreso y digitalización, el equilibrio necesario

  • el 31 agosto, 2023 a las 12:07 pm
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    Gracias, Maga, me siento honrada con tu comentario y valoro muchísimo tu criterio.

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  • el 31 agosto, 2023 a las 12:55 am
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    Es un placer leer a Emma Sofía y sus saberes, le brota la filología; concuerdo ciento por ciento con su autorizada opinión, gracias por tocar el tema en tus letras, y al “5” por compartir

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