Guerra cultural & banalidad

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¿Cuán necesario se ha vuelto conversar una y otra vez  sobre el peligro al que estamos expuestos a cada segundo, si tenemos en cuenta que existe toda una maquinaria montada para desbancar nuestro más preciado tesoro: la identidad de ser y sentirse cubano? Es por ello que afloran términos como el de banalidad y guerra cultural, que aunque, aparentemente, no muestran coincidencias etimológicas, uno puede ser consecuencia del otro.

La guerra cultural es aquella que promueve el imperialismo cultural, en especial Estados Unidos como potencia líder del sistema capitalista, por el dominio humano en el terreno afectivo y cognitivo, con la intención de imponer sus valores a determinados grupos y naciones.[1]

Al analizar la tipicidad de lo cultural, pues no nos referimos al arte y la literatura —aunque no quedan exentos— sino al de los modos de vida, conductas, sueños, gustos, maneras de concebir el ideal de felicidad y todo aquello que pueda tener su expresión en la vida cotidiana.

En muchas ocasiones el intelectual cubano Abel Prieto ha alertado sobre la preocupación que debemos tener todos en este sentido, planteando que: “Los estilos de vida de los Estados Unidos son imitados por los medios y las redes sociales que transmiten emociones negativas. (…) La guerra cultural tiene el objetivo  de construir un consenso en torno a la idea del capitalismo. Sus creadores tratan de que el colonizado se sienta a gusto y se avergüence de su identidad nacional y trate de imitar las costumbres de los colonizadores”.[2]

Esta guerra se intensifica cada vez más a través de una campaña mediática en Internet y las redes digitales, se trabaja por distorsionar nuestra historia, idealizando la Cuba prerrevolucionaria para demeritar la historia de la Revolución en el poder, reescritura de nuestras guerras de independencia y revaloración de la burguesía nacional que emergió con la neocolonia, sobrevaloración de los artistas e intelectuales cubanos que marcharon al exilio tras el triunfo de la revolución, satanización del proceso revolucionario, sus líderes, artistas e intelectuales comprometidos con él, creación de sitios en Internet diseñados para fomentar la nostalgia por el pasado, promoción de actitudes desmovilizativas, apolíticas y desideologizadas entre artistas e intelectuales, fundamentadas en la historia, hacer ver la Revolución como un proceso de privaciones, agonías y sufrimientos. Eliminar la alegría de la épica revolucionaria y sus triunfos, organización de eventos internacionales para analizar la historia de Cuba desde la perspectiva imperial, así como la edición de obras de traidores o enemigos de la Revolución.

En este sentido el diplomático cubano Ricardo Alarcón planteaba: “La agresión cultural contra Cuba empezó en 1959 y no terminó con el fin de la ‘guerra fría’. No solo existe todavía sino que no cesa de aumentar. Conserva una dimensión encubierta, clandestina, dirigida por la CIA, pero, además, desde comienzos de la última década del pasado siglo tiene otra dimensión pública, descaradamente abierta. El caso cubano es, por estas razones, absolutamente único, excepcional. Lo es también porque lo que se nos hace en el terreno cultural ha sido siempre parte integrante de un esquema agresivo más amplio, que ha incluido una cruel y permanente guerra económica y la agresión militar, el terrorismo  y otros actos criminales, cuyo propósito, explícitamente detallado en una infame ley yanqui, es poner fin a nuestra independencia”.[3]

Perder nuestras esencias, de la manera más burda posible, sin haber analizado cuán importante ha sido la historia de esta nación, esa que pensaron e idearon nuestros padres fundadores: Varela, Luz y Caballero, luego José Martí, Fidel Castro, puede ser la condición más inerte que pueda devenir en banalidad. Cuántas lindas tradiciones, fiestas, bailes para enorgullecernos, cuánta música cubana bien elaborada. Defendamos lo construido, es el exacto momento de revertir el plan.


[1]Elier Ramírez: “Estados Unidos y la guerra cultural: ¿Acaso una elucubración?”, Cubadebate, 25 de noviembre de 2016.

[2] Abel Prieto: “Cuba: Abel Prieto calificó a Fidel de visionario ante la guerra cultural”, Prensa Latina, 8 de junio de 2022.

[3]Elier Ramírez: ob.cit., p. 3.

*Doctora en Ciencias Históricas.

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Alegna Jacomino Ruiz

Doctora en Ciencias Históricas

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