Grabados en retrospectiva

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Pese a su efímera carrera como grabador, Maikel Herrera Águila ha logrado una diegética que insiste en ser privativa y universal al unísono, a fuerza de los persistentes tópicos (llamémosle marcas de estilo) y una anchurosa heredad de técnicas de impresión y soportes.

Claramente, al joven no le seducen las grandilocuencias, aquellos signos críticos que han trascendido en otros artistas, domeñados por los entibos sociales o cierta vocación antropológica, más obcecados por los esnobismos culturales que por el redescubrimiento de la humildad ancestral.

En su mirada inquieta (entrenada por los mejores profesores de grabado que ha adoptado la Academia de Arte Benny Moré de Cienfuegos) ofrece un sitio especial a la mujer y su voluptuosidad, figura que denota la supervivencia de las sociedades y sigue siendo controversial en una época que procura la igualdad de oportunidades y derechos de género.

Claro que, en su caso, se trata de una resignificación estética y motivacional, toda vez que su autentificación sucede en el plano narrativo, como parte de un relato que defiende el derecho a una sensualidad latente de ellas, visible (sin acentos groseros) y democrática, recabada para crear experiencias dentro de una filosofía de la belleza moderna.

El también pedagogo ha procurado para la muestra un registro de posibilidades gráficas que traslucen los influjos académicos de movimientos como el Art Nouveau, que se proponía democratizar la belleza e inspiraba en el entorno natural, o los surrealistas, con sus visiones oníricas, gestadas en el inconsciente; de artistas como Durero, Portocarrero o el alemán Otto Müller.

No siempre las marcas proceden de usuales grabadores, pero hay vuelos que le permiten reeditar las experiencias acumuladas para permitirse incluso la experimentación. Dentro del conjunto (14 obras en cartelera) se aprecian sus aspiraciones no solo de quebrar algunas tradiciones en el uso de la punta seca y el taco perdido; igual, en los bordajes de las colagrafías, xilografías y monotipias, los soportes (tela, plástico, papel corrugado, etc.), y hasta las potencialidades de las texturas virtuales, logradas en muchos casos con encajes o paños. Todo lo cual devela la holgura de sus registros y probablemente el proceso en la búsqueda de un cualidad y poética.

Los esquineros irregulares de las matrices ofrecen una dinámica atrayente a los textos visuales, renunciando a las simetrías, tensiones espaciales y al cerco del relato, permitiéndole extenderse más allá de sus posibles límites expresivos. Asimismo, Maikel ha elegido la sobriedad cromática en favor de los sujetos visuales (mujeres y peces en general) y la femineidad de la línea que se tuerce en el movimiento estático de las formas.

Grabados (retrospectiva) es un muestrario de mocedad, una de las primeras exposiciones personales del artista; elocuencia de su gusto por el detalle, el silencio, la ternura femenil, la fragilidad de las curvas, la procacidad poética de las imágenes y ese trasiego de ansiedades adaptativas que perfuman con las flores los espacios simples y complejos.

Para los entusiastas del grabado como disciplina, la muestra es un agradecible festín. El Fondo Cubano de Bienes Culturales, situado en el corazón del Parque Martí, acogerá desde mañana sábado esta retrospectiva de grabados, como parte de la Feria de la Estampa, del 4 al 8 de abril en Cienfuegos.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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