“Fidel es el padre de una nueva Cuba”

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“En el aeropuerto Jaime González le di la mano por primera vez que. Fidel te hablaba como en un susurro; si el discurso para millones de personas en la Plaza era encendido, vibrante, acentuado, cuando conversaba a la cortica casi no podías escucharlo. Si ahora tú me preguntas qué me dijo, yo no lo sé”.

Al igual que Orlando Freire Rivero, muchos cubanos han atesorado anécdotas similares en los últimos días, porque hasta la más discreta de las historias con el Comandante en Jefe les hace cobrar relevancia, no por el mérito propio, sino por compartir al menos una pizca de las más de seis décadas entregadas al servicio de nuestro bienestar.

Yo nunca tuve esa suerte, pero sí poseo hoy el privilegio de compartir los testimonios de otras personas, como el de Freire. Cuando ocurrió el episodio del inicio él era miembro no profesional del Buró Provincial del Partido (PCC) en Cienfuegos, aunque sus impresiones de Fidel databan de antes.

“Para la naciente Fábrica de Fertilizantes Nitrogenados él formuló todo un proyecto de formación de técnicos, no había constructores para una industria de esa magnitud y, como siempre, él confió en las masas: dio la indicación de captar obreros, principalmente artesanales, para convertirlos en montadores, soldadores, electricistas, instrumentistas. Yo era tabaquero, yo fui uno de los jóvenes preparados gracias a una genial idea de Fidel”.

La devoción no nace de sentimientos forzados; conocer su historia ayuda a comprender tanto fervor hacia una personalidad de dimensiones inmortales. Orlando sí vivió “más allá de las fronteras de la miseria”; como él mismo confesara, nació en un bohío con doce negros, agregado, criado por una tía, sin la esperanza de un regalo de reyes, “para mí la obra de la Revolución ha sido inmensa”, asegura.

De regreso a la importante industria, allá por los años 69, 70 o 71, “Fidel iba todos los meses, porque era la inversión más importante en ese momento, y pude apreciar cómo atendía cada detalle. Yo disfrutaba verlo llegar, como se tiraba del jeep, se le escapaba a la escolta y el afán aquel de hablar con la gente, con los trabajadores”.

Pero la vida continuó, y en 1986 el III Congreso del PCC trajo para mi entrevistado la dicha (inmerecida en su opinión), de convertirse en miembro suplente del Comité Central, gracias a ello participó en todos los plenos y vivió otra vez de cerca la presencia del líder, siempre como parte de un colectivo.

“Recuerdo especialmente sus criterios de puntualidad y también los sucesos de Angola, la batalla de Cuito Cuanavale, cuando los plenos duraban hasta la madrugada y él nos explicaba cómo estaba dirigiendo desde aquí todas las acciones, era increíble”.

En su memoria queda, indeleble, otro difícil episodio de la realidad cienfueguera al lado del Comandante, uno entre muchos porque “Fidel dignificó a Cuba, de esta Isla no se hablaba en el mundo, era apenas un punto no apreciable en el mapa geopolítico”.

“Pero a mí me correspondió, ya como miembro del Buró Provincial, otro momento cercano a él: cuando el huracán Lili, en 1996, que devastó el territorio. En un momento el ciclón se le ‘pierde’ a los meteorólogos del Instituto de Meteorología, y solamente Tony (Doctor Antonio Fernández ya fallecido), un profesional de nuestro Centro Provincial, se acercó a un pronóstico más certero. Su alerta y explicación impresionaron a Fidel.

“Él vino hasta aquí, hizo el recorrido por tierra y apreció todos los daños desde Aguada de Pasajeros hasta el municipio cabecera. Cuando entra al entonces Estado Mayor Provincial nos expresó su preocupación y nos dijo que parecía un espectáculo dantesco”.

No precisé preguntar, las palabras brotan de su admiración: “Un hombre con el enorme mérito de concebir la obra, organizarla, emprenderla, estar al frente de cada etapa, construirla y triunfar. Qué político en el mundo podrá ufanarse de ejecutar prácticamente todo su programa”.

No solo usted, muchas personas han declarado su sentir y todos hablan de Fidel en presente.

“Sí, sí, sí y siempre habrá que hablar en presente porque su obra tiene un carácter descomunal, se hizo para todos los tiempos. Céspedes es el Padre de la Patria, pero Fidel es el padre de una nueva Cuba”.

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Rosa M. Díaz Hernández

Lic. Periodismo Graduada de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas 2012

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