España a la expectativa de un nuevo ‘tamayazo’: qué es y por qué el término está en boca de todos

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Desde que el pasado martes el rey Felipe VI designara candidato para presentarse a la sesión de investidura como presidente del Gobierno al líder del conservador Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, una palabra ha comenzado a sobrevolar la escena política española: ‘tamayazo’.

Por el momento, Feijóo no cuenta con los apoyos necesarios para lograr el respaldo del Congreso. Le votarán sus 137 diputados, 33 del ultraderechista Vox, uno de Unión del Pueblo Navarro (UPN) y uno de Coalición Canaria (CC). En total 172 escaños, pero necesita al menos 176 –la mitad más uno de los 350 que componen la Cámara– para salir exitoso.

Tras una legislatura en la que ha roto puentes con el resto de formaciones parlamentarias, con continuos insultos y descalificaciones, la pregunta que surge es: ¿de dónde piensa sacar esos cuatro escaños que necesita? Así, la sombra de una maniobra oscura de transfuguismo está sobre la mesa.

¿Qué es un ‘tamayazo’?

Fuera de las fronteras españolas el término es desconocido, pues hace referencia a un episodio de la política doméstica que el pasado mes de junio cumplió 20 años.

En ese junio de 2003 estaba en juego el cambio político en la Comunidad de Madrid, que por aquel entonces llevaba ocho años en manos del Partido Popular y que podía pasar a manos progresistas.

Las elecciones dieron 55 escaños en la Asamblea regional al PP, 47 al Partido Socialista y 9 a Izquierda Unida (IU), formación a la izquierda de los socialistas. El pacto alcanzado entre estas dos últimas fuerzas abocaba a un cambio de Gobierno, pero fue frustrado por dos diputados socialistas.

Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez se ausentaron de la votación para la elección del presidente de la Cámara, que recayó en la popular Concepción Dancausa; y se abstuvieron en la votación para la elección del presidente del Ejecutivo. Como resultado acabaron repitiéndose los comicios, que finalmente dieron la mayoría absoluta al PP, de la mano de Esperanza Aguirre, formación que se ha mantenido en el poder en la región madrileña hasta la actualidad.

Desde el principio fue tratado como el mayor escándalo de transfuguismo del país y se extendió la sospecha de que tanto Tamayo como Sáez habían recibido prebendas económicas para cambiar su posición.

La Comisión de investigación en el parlamento regional, que se llevó a cabo en 2003, no encontró las pruebas suficientes para sustentar esas sospechas, mientras que los dos diputados trásfugas siempre defendieron que se trató de un desencuentro ideológico porque no apoyaban el pacto con IU.

Diez años después, una investigación periodística del diario Infolibre desveló documentos que sugieren que se trató de un plan orquestado, y que detrás de aquel suceso habría una trama corrupta que involucraría a constructores, concesionarios y a otros miembros del Partido Socialista.

Los ‘tamayazos’ más recientes

Si bien ese episodio ya parece lejano en el tiempo, aunque se trata del caso paradigmático de trasfuguismo en el país, hay capítulos más recientes de casos que también levantaron todas las sospechas.

Uno de ellos tuvo lugar en marzo de 2021, cuando los seis diputados de Ciudadanos de la Región de Murcia –que hasta entonces apoyaban al Partido Popular– firmaron una moción de censura para tumbar el Ejecutivo autonómico y formar un nuevo Gobierno de coalición con el Partido Socialista.

Tan solo dos días después y tras la visita a la región del entonces secretario general del Partido Popular, Teodoro García Egea, tres de los seis diputados decidieron desdecirse de lo firmado y romper la disciplina de voto de su formación, lo que acabó con la moción. A cambio, los tres entraron a formar parte del Gobierno popular como consejeros.

El último caso se dio en diciembre de 2021, cuando se debía votar en el Congreso de los Diputados la reforma laboral impulsada por el Gobierno bicolor de socialistas y Unidas Podemos (UP). Los socios del Ejecutivo habían negociado con otras fuerzas políticas y llegaban a la votación con la confirmación de 176 votos a favor y 173 en contra.

Los diputados de UPN Sergio Sayas y Carlos García Adanero, una de las formaciones con la que se había negociado el apoyo, afirmaron que darían su sí, como había acordado su partido. La cúpula de UPN no conocía que su voto sería negativo, mientras que sí lo sabían las bancadas de Partido Popular y Vox.

Con su voto en contra, la reforma laboral decaería con 174 votos a favor y 175 en contra, unos números que se dieron la vuelta tan solo gracias al error en la votación telemática de un diputado popular, Alberto Casero, que se equivocó al votar y permitió que la norma saliera adelante.

¿Y ahora?

Con estos precedentes, muchos se preguntan si Feijóo se presenta a una investidura –que sabe que será fallida–, o si por el contrario tiene algún as bajo la manga para conseguir esos cuatro diputados que todavía le faltan.

Las opciones son pocas. La preferida por los populares sería la de atraer al Partido Nacionalista Vasco, aliado del Gobierno progresista en la pasada legislatura, pero con quien el PP se ha entendido en ocasiones anteriores. Sin embargo, la formación vasca ha reiterado hasta la saciedad que no participará en ningún tipo de fórmula en la que concurse la ultraderecha.

Otra opción, si bien muy sorprendente, es la de pactar con el partido independentista catalán Junts per Cataluña, la formación del expresidente catalán Carles Puigdemont. Hasta ahora lo habían definido como un partido anticonstitucional enemigo de España y golpista, pero ahora hay voces, incluida la de la secretaria general del partido, Cuca Gamarra, que lo ven viable.

Por último quedaría la posibilidad de buscar un ‘tamayazo’ dentro de las filas del Partido Socialista. De hecho, desde que se conoció el ajustado resultado de las elecciones incluso desde Vox se hizo un llamamiento a algunos “socialistas buenos”.

Quienes jalean esta alternativa miran de reojo a Emiliano García Page, presidente socialista de la región de Castilla – La Mancha, el barón que ha criticado más abiertamente los pactos de Sánchez con partidos independentistas.

Por el momento el asunto está tomando vuelo en las redes sociales entre usuarios que abordan el asunto con preocupación y quienes lo hacen de manera jocosa, con multitud de memes.

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