El Titán y El Maestro en la Sociedad Minerva

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 55 segundos

El 7 de diciembre de 1927 se cruzaron en Cienfuegos las trayectorias de dos grandes de la Independencia latinoamericana: el Lugarteniente General del Ejército Libertador, Antonio Maceo y Grajales y el abogado puertorriqueño Pedro Albizu Campos.

Hacía 31 años exactos de la entrada del cubano a la gloria por la puerta de San Pedro y el boricua comenzaba su bregar para que la otra ala del pájaro antillano no fuera de águila.

La Sociedad Minerva, agrupación social de las personas de raza negra y mestizas, cooperó con la Alcaldía en el homenaje al epónimo de Baraguá, en una velada que repletó las butacas del teatro Luisa.

Al hijo de Ponce, por casualidad estética la Perla del Sur en la isla de Borinquen, los anfitriones le cedieron el honor de pronunciar las palabras finales. Le antecedieron en el podio de los oradores el alcalde Pedro Antonio Aragonés, Lorenzo M. Arrechea, Carlos T. Trujillo, Idelfonso Morúa Contreras, Roque Garrigó y Santiago Rey Pernas, hijo de su padre y joven cachorro de la política republicana.

Aún era un eco el verbo de Albizu cuando las notas del Himno de Bayamo abrocharon con sus ardores guerreros el acto que recordaba la tarde del lunes fatal en las cercanías de Punta Brava.

Como tantas cosas en la vida la historia no puede mirarse con un catalejo en blanco y negro.

Llama la atención el tratamiento dispensado al ilustre puertorriqueño por políticos cienfuegueros en cuyo pensamiento resulta difícil encontrar algunos puntos de contacto con la obra antimperialista del prócer que iba a ser reconocido como El Maestro y El último libertador de América.

Cito un párrafo tomado de la edición de El Comercio que al día siguiente reseñó la velada: “Brillantes, inspirados, exquisitos en el fondo y en la forma fueron los discursos de (…) y Pedro Albizu Campos, el distinguido abogado puertorriqueño que se encuentra en nuestro país desde hace varias semanas. La presentación de este prominente intelectual de la Isla hermana estuvo a cargo del señor Pedro Antonio Aragonés, quien dijo que era uno de los hombres cumbres de América Latina, y que como Martí es un apóstol fervoroso de la emancipación de su pueblo”.

El día 9 el propio rotativo publicó el texto íntegro de la alocución de Santiaguito Rey, según versión taquigráfica tomada por Alfredo Hernández D’Cerice. Al referirse al huésped de Cienfuegos, quien durante la dictadura de Batista sería su ministro de Gobernación expresó: “Voy a terminar señoras y señores para que escuchéis con el deleite que produce la palabra brillante de los oradores que habrán de sucederme  y especialmente el verbo vibrante del doctor Albizu Campos, ese ilustre puertorriqueño de quien dijo el gran mexicano Vasconcelos que algún día le hará justicia nuestra ingrata América, y agregaba que era uno de los hombres que más le habían enseñado en un solo día; ese doctor Albizu Campos a dejar patentizado el amor fraterno de Cuba y Puerto Rico que recuerdan aquellos amorosos versos (de Lola Rodríguez de Tió: Cuba y Puerto Rico son/ de un pájaro las dos alas/ reciben flores y balas/ sobre un mismo corazón.”

Lástima que el periódico no concediera también espacio en sus planas a la disertación de Don Pedro, pero al menos quedó en letra de molde la huella de su paso por esta ciudad, hecho del que hasta ahora quien escribe no había encontrado constancia en la historiografía local.

Apuntes biográficos sobre Albizu Campos (1891-1965) señalan que en ese propio año de 1927, tercero del machadato, “fundó en Cuba la Junta Nacional Pro Independencia de Puerto Rico y en 1930 regresó finalmente a la isla junto a su familia dispuesto a liderar de manera activa el movimiento independentista. Al mismo tiempo fue nombrado presidente del Partido Nacionalista, al que orientó hacia la lucha revolucionaria como medio para alcanzar sus objetivos; predicó el retraimiento en las elecciones por considerarlo un mecanismo al servicio del opresor”.

Formado en las universidades norteamericanas de Vermont y Harvard, el futuro líder independentista comenzó a interesarse por los asuntos políticos durante su estancia en Estados Unidos. Graduado en ingeniería química y filosofía y letras, rechazó varios cargos en el servicio diplomático y en el Tribunal Supremo estadounidense, para regresar a su tierra y completar en la Universidad de San Juan la carrera de derecho en 1921.

Pronto militó en el Partido Unión de Puerto Rico, de carácter independentista, pero lo abandonó al poco tiempo para sumarse al recién creado Partido Nacionalista, de José Coll y Cuchí, del que Albizu fue nombrado primer vicepresidente en 1925. Bajo su influencia esa agrupación abogó por una lucha activa en favor de la independencia de Puerto Rico, pero ante los obstáculos el patriota ponceño debió enviar a su familia al Perú (país natal de su esposa Laura Meneses), vender todas sus propiedades e iniciar un largo periplo de casi tres años que le llevó por las Antillas, América Central, México y Venezuela, a fin de a conocer y recabar apoyos a su causa, así como para fomentar la solidaridad política entre los países latinoamericanos.

En esos andares estaba cuando en Cienfuegos unió su nombre al del Titán en la velada de la Sociedad Minerva.

Visitas: 44

Francisco G. Navarro

Periodista de Cienfuegos. Corresponsal de la agencia Prensa Latina.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *