El Síndrome NH
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No está asociado a la nueva cepa del SARS-2, pero es más pernicioso. Sobre todo, para el tejido social, que carcome sin piedad. El Síndrome NH prolifera más saludable que el marabú.
Por estos días, en que tantos hemos sufrido los embates de enfermedades respiratorias altamente contagiosas, a las cuales les falta el carné de identidad del diagnóstico porque NO HAY medios que las certifiquen, hemos recurrido como muchas otras veces a esos mejunjes trasmitidos de generación en generación, remedios caseros, los brebajes de la abuela, cuyos ingredientes vegetales pueden ser tan disimiles como los elementos de la tabla periódica de Mendeléyev.
Pero también hemos acudido a las farmacias en busca de un jarabe anticatarral, el archiconocido Asmasán sobre todo, y la invariable respuesta del otro lado del mostrador se resume en dos palabras, con cinco letras en total, incluida la mudez de una de sus tres consonantes.
Respuesta desmovilizadora que se convierte en dolencia crónica, el Síndrome del No Hay.
En la etiqueta del envase el fabricante, Labiofam-Cienfuegos, apunta que la composición de la pócima aliviadora de toses y expectoraciones se basa en dos tipos de tintura, la extraída de las flores de la Hibiscus elatus, léase majagua, y las hojas de la Cecropia peltata, alias yagruma. Más una porción de miel de abejas (cubanas).
Entonces, ante la falta total del jarabe, ojalá no llegue a la categoría de extinción, a uno le da por pensar en las trabas comerciales que lastran las importaciones de Hibiscus elatus y Cecropia peltata. O a lo mejor en el stress veraniego de las obreras del panal, que merma en demasía la producción melífera nacional.
Postdata: lo malo del Síndrome de NH es que llega a convertirse en algo tan natural como el acto mismo de respirar y las hojitas y florecitas de marras. Cotizantes al alza en la Bolsa de Valores de Guaracabuya.
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