El intento de alzamiento popular del M-26-7 en Cienfuegos en abril de 1957
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En los días iniciales de abril, hace 65 años, hombres y mujeres de Cienfuegos arreciaban sus actividades revolucionarias para derrocar la dictadura de Fulgencio Batista. Varias organizaciones clandestinas encabezaban el enfrentamiento a los militares batistianos, que habían pisoteado la Constitución de 1940 y roto el hilo Constitucional de la República.
Los conspiradores Rogelio Bolufé Lozano, Pedro Elizarde Lazo, José Monzón y Miguel Cañellas, entre otros jóvenes, agrupados en torno a los partidarios de la lucha armada dentro de las filas de la FEU, trataban de reorganizar sus fuerzas en la localidad tras la muerte de su líder José Antonio Echevarría y varios combatientes durante el desarrollo del plan de asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957. Algunos de los sobrevivientes burlaron la feroz persecución y encontraron protección en la Perla de Sur.
También en esta ciudad portuaria del centro de Cuba los miembros de la fracción en el Partido Auténtico, partidaria de enfrentar con las armas a la dictadura, se dedicaban a los adiestramientos militares con las pocas armas y pertrechos obtenidos en espera de una expedición armada para iniciar la lucha en las montañas en circunstancias en que Blas Hernández, Ramón Moliné, Manolo Ferriol y otros de sus directivos, constataban cómo sus filas disminuían paulatinamente debido a la falta de acciones efectivas contra el gobierno. Por otra parte, los miembros del PSP cienfueguero encabezados por José Sanjurjo, Rafael Lozano, Alipio Rodríguez, Felipe Lanier, Juana Ramírez, Agustina Cardoso, Elpidio Gómez, Pedro y Pastor Quesada, por solo citar algunos, impulsaban las protestas y huelgas en los sectores obreros del territorio.
Corrían días en que el Movimiento 26 de Julio encabezado en la región cienfueguera por Emilio Aragonés Navarro, había fortalecido sus estructuras clandestinas y aumentado notablemente el número de sus miembros con personas provenientes de diversos sectores de la sociedad cienfueguera. Aldo Margolles Dueñas fungía como jefe de las Brigadas de Acción de Cienfuegos, organizadas en células y grupos siguiendo criterios de estricta compartimentación. En el Paseo de Prado convergían los agrupados directamente por Aragonés y Margolles, entre los cuales estaban Roberto García Valdés, Samuel Ponvert, Elio López Quintana, Antonio Espino Suárez, Rafael Betancourt, Francisco “Pupy” Padrón, Humberto del Blanco, Gustavo López, Miguel Cossío, Joaquín Oropesa, Orlando Molina Brito, Jorge Liriano, Norma Acosta, Rodrigo López, Pedro Mesa, Frank Mesa, Raúl Chaviano, Wilfredo Ocampo y su esposa María Corses, los hermanos José y Roberto Cabrera Barrios, entre otros.
En la zona del parque Martí bajo el mando del trabajador del Aserrío Donéstevez, Pedro “Pullín” Olascoaga, el “26 de Julio” había estructurado un grupo muy combativo proveniente de la clase obrera y los estudiantes, integrado por José Gregorio Martínez Medina, Bartolo Rivas Cedeño, Pedro Llorca, Leocadio Villafaña, Paulino Diaz, Luis García Prado, Roberto Cantero, Fredy Curbelo, Luis Santo Tomás, Jesús Pumarada, Ignacio Nualla y Raúl Dorticós Jiménez. Este último, encabezaba a los estudiantes de la Enseñanza Media, que tenía entre su líderes a los igualmente miembros del M-26-7, José Ramón Cueto, Jorge Mena, Elio Núñez y Gonzalo Curbelo, cuyo liderazgo marcaba las masivas movilizaciones estudiantiles con el apoyo de otros sectores populares durante abril de 1957. Hacía la Calzada de Dolores, el empleado de tintorería Francisco “Paquito” Escobar Marín, articula una célula con Tomás Muñiz, José “Cheito” González, Diego Cabello, Arsenio Romero, Miguel y René Oropesa, Efraín Cobelo, Alfredo Soto, Rogelio Guillot, Gilberto Cordero y su hermano Miguel, por solo citar algunos.
Otro núcleo importante de conspiradores del “26 de Julio” lo formaban ex militares como Julio O´Bourke, Julio Carreras, José A. Delgado y Tomás Toledo, de gran arraigo entre los miembros del partido Auténtico y del ala radical de los ortodoxos. Estos influyeron decisivamente en las negociaciones para incorporar a las filas del del M-26-7 a un núcleo de marinos que venía conspirando en el Distrito Naval del Sur. Paralelamente fue configurándose en los sectores profesionales y la clase media una célula conspirativa fidelista integrada por José A. Cabrera, Osvaldo Dorticós, José A. Frías, Ernesto Clark, Erasmo Palomo, Serafín Ruiz de Zárate, César González, Flavia Sánchez, René Otazo, Carmen Lavandero, Luis Bustamante, Gilberto González y René Morejón.
A inicios de abril, los líderes del M-26-7 de Cienfuegos tenían elaborado un plan de alzamiento coordinado con el núcleo de marinos revolucionarios bajo el mando de Santiago Ríos y Francisco del Sol, del Distrito Naval del Sur, Cayo Loco. Estos habían pasado a formar parte de las filas de la organización encabezada por Fidel Castro en los meses finales del año anterior.
La idea de tomar Cayo Loco y otras instalaciones militares para marchar con las armas y abrir un frente guerrillero en las lomas del Escambray la venían impulsando Aragonés y Margolles de manera mancomunada con Osvaldo Rodríguez Ayala y otros dirigentes provinciales del Movimiento 26 de Julio por orientación de Faustino Pérez y Frank País después de la entrevista en la Sierra Maestra de Fidel Castro con el periodista norteamericano H. Mathews. Varias reuniones de coordinación se efectuaron con Santiago Ríos y Francisco del Sol para ultimar detalles del plan de alzamiento. En la fábrica de hielo del barrio de Reina, Aragonés y Margolles tenían escondido un pequeño lote de armas largas para la acción.
A los diversos grupos revolucionarios cienfuegueros llego la orientación de acuartelarse el llamado Sábado de Gloria de la Semana Santa. Ese 20 de abril de 1957 en la bodega de Monzón, situada en Argüelles y Bouyón; en el bar La Lonja, de Félix “Lito” Aguada, en la intersección de las calles de Santa Isabel y Dorticós; en la casa de Norma Acosta y otros lugares de la ciudad, debían agruparse los conspiradores del M-26-7 para movilizarse hacia el Distrito Naval una vez tomado por los marinos revolucionarios. Desde Abreus, Rodas, Cartagena, Lajas, Cruces y Palmira, llegarían a esos puntos de concentración los revolucionarios encabezados por Raúl Curbelo, Ricardo Llaguno, Emilio Ojeda, Erinaldo Sosa, Enrique Cañer, Orlando García, Germán Manso Ribalta, Rafael y Félix del Sol.
Según el propio Emilio Aragonés, “participarían, junto a los marinos de Cayo Loco, alrededor de cien hombres del M-26-7”.
Sin embargo, el día acordado, por imprevistos de última hora, los conspiradores del Distrito Naval informaron que no podían cumplir con su parte del plan. Entonces, personalmente Emilio Aragonés y Aldo Margolles procedieron a llevar el aviso de la desmovilización. Todo transcurrió sin levantar sospechas del enemigo. Ningún revolucionario resultó detenido ese día.
A pesar del intento fallido, el Movimiento 26 de Julio de Cienfuegos demostró una extraordinaria capacidad de movilización y de organización que posibilitó mantener una estricta compartimentación de las células y grupos clandestinos, dispuestos a tomar las armas contra la tiranía con el concurso de los marinos revolucionarios de Cayo Loco.
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