Cienfuegos: indignación y solidaridad en las vísperas de Playa Girón
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La casa matriz de la cadena de tiendas El Encanto, en la ciudad de La Habana, era el mayor establecimiento comercial de Cuba en aquel abril de1961: siete pisos, 65 departamentos de ventas; casi mil empleados y una bien ganada fama entre los clientes por la exclusividad de sus artículos.
Cuando la contrarrevolución lo agredió por primera vez, el 7 de abril, sabía que estaba atacando, más que a un objetivo, a un símbolo. Por eso lo intentó de nuevo seis días después.
A las siete de la noche del 13 de abril comenzó el incendio. El fuego se extendió rápidamente por los conductos del aire acondicionado y se propagó por todo el inmueble.
Una hora más tarde, a las ocho de la noche, las paredes de El Encanto cedieron y sepultaron, junto a lo que fuera el orgullo del comercio en Cuba, a la empleada Fe del Valle, mártir de aquella acción terrorista.
La reacción ante ambos hechos no se hizo esperar en todo el país y en Cienfuegos, donde existía una sucursal de esa cadena de tiendas, la respuesta fue inmediata.

No más se conoció del primer ataque a El Encanto, la población se concentró frente a la filial cienfueguera para patentizar su repudio al atentado. Qué lejos se estaba de imaginar que apenas una semana después, volverían a reunirse en el mismo lugar, con dolor y cólera multiplicados.
Durante todo el día de aquel 14 de abril, la víspera del ataque aéreo contra aeropuertos cubanos, se sucedieron mítines de repudio al sabotaje en varios centros laborales de la ciudad.
A las seis de la tarde, la sucursal de Cienfuegos volvió a convertirse en punto de encuentro para miles de personas. Los oradores apelaron a la vigilancia y a la unidad, a no descuidar la defensa, pero tampoco la producción ante las provocaciones.
De manera espontánea, muchos de los presentes donaron dinero en efectivo y días de haber como aporte a la reconstrucción de la tienda y al sustento de cientos de sus trabajadores, a los que el criminal atentado había dejado momentáneamente sin empleo.
Fue un gesto de altruismo y solidaridad de los cienfuegueros, uno más entre los muchos que se sucedieron en aquellos días de abril de 1961.

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