El cine teatro Salón Cienfuegos

Compartir en

Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 11 segundos

Luego del éxito del vitascopio de Edison y luego el cinematógrafo Lumiére en la ciudad de Sévres (1897), el nuevo objeto de la física recreativa induce a numerosos empresarios a sistematizar las exhibiciones fílmicas de un modo casi desesperado. Muchos de estos agentes solicitaron al teatro Tomás Terry (a la sazón uno de los pocos recintos adecuados para el negocio) el espacio escénico donde programar vistas y pequeños cortos producidos dentro y fuera de la Isla. Entre los más persistentes figuran Hervel, Duboischet, Santos y Artigas, Camps, Requesens, Blanco, Dangelo y especialmente Enrique y Cándido Rosas y el primer cineasta de la Isla: José E. Casasús. Empero, los litigios con el gremio teatral, que se sientedesplazado por el cinematógrafo y la carencia de recintos para las proyecciones indujo a la aparición de numerosos teatrillos convertidos en salas de cine. En 1901 hay una certeza de que los sureños consideran al cinematógrafo como su principal pasatiempo.

A partir de 1905 los pequeños teatros solían combinar series de vistas cinematográficas con espectáculos teatrales o de vodevil. Entonces germinan El Royal Kurzaal (1905-1910), que estrena espectáculos teatrales y nuevas películas de Pathé Fréres (1908). Igual, el Salón Rojo (1905-1913), que se vanagloria de mostrar a la PetitRostow, Loreto Campos y “películas incandescentes” en tandas especiales, y el Moulin Rouge (1905-1910), situado en la calle de Dorticós esquina a San Luís, complacido con las actuaciones de Gurrea tras “películas bravías”. Inmediatamente aparece el teatro Actualidades (1909-1913), ubicado en la calle de San Luís y regentado por Julio Font, asidero de artistas populares como la cupletista Ricarte, el dúo Les Chimenttis, La Morita, y de filmes de corta duración (1909); a propósito, donde se exhibe el primer corto filmado en el terruño: Los Festejos Populares de Cienfuegos.

Los directores, actores y dramaturgos se inquietan ante el progreso del cine, en detrimento de los proyectos teatrales. La intelectualidad cubana insiste en que el cinematógrafo no es un arte y se lanza a la defensa de los artistas escénicos.

Luis Rodríguez de Arango arriba a la ciudad de Cienfuegos en el vapor Batabanó, con el propósito de coordinar una temporada de exhibiciones cinematográficas. Los conocidos agentes teatrales Santos y Artigas, desde su establecida compañía cinematográfica en la capital, le telegrafiaron para informarle que la cinta El terremoto de Sicilia y Messina, producida por la Pathé Fréres de París, ha salido de la aduana para ser prontamente exhibida en esta localidad. Para consumar las exhibiciones selecciona a una sala de reciente inauguración: El Salón Cienfuegos.

El Salón Cienfuegos sale al ruedo el 29 de abril de 1909, en la calle de Santa Isabel, entre San Carlos y Santa Cruz, contiguo al café Perla del Sur, y pronto es encomiado como un recinto “cómodo y ventilado”, salón-teatro que sobreviene con el propósito de mostrar espectáculos  propios para la familia, para lo cual se solicita el consentimiento de las autoridades locales. Debido a la morosidad de la autorización su dueño, el Sr. Fáxas, decide mientras tanto utilizar el espacio para realizar exhibiciones cinematográficas. Estratégicamente Fáxas acotaba que su empresa sería inofensiva “sin pizca de malicia” y su programa antisicalíptico y moral. Asimismo, establece tandas nocturnas y entradas con un valor de diez centavos. Esta es la primera institución ofrendada al cine en la provincia, aunque por poco tiempo.

El Salón Cienfuegos se convierte prontamente en uno de los más favorecidos por el público, a juzgar por sus populares y variadas proyecciones. Una de las más exitosas resulta el corto Wilburg Wright en su aeroplano, estrenada en la noche del 27 de mayo de 1909. Los sureños tuvieron entonces la oportunidad de disfrutar de un corto inédito sobre el famoso empresario, aviador, ingeniero e inventor estadounidense, uno de los pioneros de la aviación, quien visitaba entonces la capital cubana. Según afirma en El eco de Las Villas Ramón Hidalgo, administrador del teatrillo: “no hay quien le gane a su teatro a estrenar películas interesantes y extensas”. Por lo general sus programas incluían cortos de Pathé Fréres de París, y el precio era de diez centavos la función (Cinco pies de películas). Igual, es bien acogida la cinta Los charros mexicanos en La Habana, sobre la que no se ofrecen otras luces que el título y el hecho de que es distribuido por la empresa de Azcue. Una hipótesis de su posible realizador es que se tratase de Enrique Rosas, que había filmado algunos cortos de ficción en la Isla donde solía vincular su cultura con la nuestra.

Parece ser que el Salón Cienfuegos no poseía un proyeccionista fijo. Una Comisión Gestora llega a solicitar a través de La Correspondencia el desempeño de algún operario:

A los manipuladores de cinematógrafos

Se cita por este medio a todo aquel que conozca el manejo del cinematógrafo para una junta que tendrá lugar a la una de la tarde del domingo 25 del corriente mes en los salones del teatro Cienfuegos, en el cual se tomarán acuerdos beneficiosos al mejoramiento de la clase”.[1]

A juzgar por la nota no existen muchos operarios en la municipalidad, razón por la que muchas veces los propietarios ejercen las funciones de proyeccionistas.

En 1910 Fáxas dijo adiós a la ciudad, y con la despedida, a uno de los espacios mejor acondicionados para la exhibición de programas fílmicos. No obstante, las efímeras glorias del establecimiento fueron olvidadas con la aparición de otros salones de cine, entre 1911 y 1920: cine Abanico, el cine teatro Luisa, el cine Trainón, el cine Niza y el cine Aida, entre muchos otros. El Salón Cienfuegos termina siendo agua pasada.


[1]Comisión Gestora. Anuncio. La Correspondencia, Cienfuegos, 21 de julio de 1909, pág. 5

Visitas: 11

Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

2 Comentarios en “El cine teatro Salón Cienfuegos

  • el 12 noviembre, 2022 a las 7:26 am
    Permalink

    Muy interesante! Ese Salón Cienfuegos al que se hace referencia habría estado situado donde hoy está El Ciervo de Oro? Gracias!

    Respuesta
    • el 13 noviembre, 2022 a las 2:31 pm
      Permalink

      Con el perdón del autor, pero si ese de la foto es el susodicho Salón Cienfuegos, que afirma estuvo en “Santa Isabel, entre San Carlos y Santa Cruz, contiguo al café Perla del Sur”, cómo nos explica el tramo del Paseo del Prado que aparece en la instantánea. Saludos y tengan un feliz domingo.

      Respuesta

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *