Desnudos en la red (+Infografía)

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El sexting motiva la comunicación erótica con amplio empleo de los recursos multimediales, que no en pocas ocasiones toman rumbo desconocido y hacen pública nuestra intimidad

Ya no recuerda la primera vez que decidió mostrarse toda. La joven cienfueguera de 30 años empezó por cosas simples y excitantes para ambos, y se sintió dominante por ponerlo a babear delante de la pantalla, aunque de tal desenfreno la red no le daba mucha certeza.

Decía él que sí, que qué hermosa, que qué buen encuadre de sus labios y su escote, que qué bendecida por la naturaleza con tales dotes. Así empezó todo, y avanzó rápido, porque él le puso online lo que no había tenido piel a piel en mucho tiempo.

Pero después de dos o tres sesiones de sus partes más íntimas, el chico quedó offline. Y ella con la incertidumbre del destino de esas fotos y videos.

La cienfueguera había vivido de cerca la experiencia de una amiga, expuesta en un pueblo chiquito por un novio despechado que transgredió la inviolable línea de la privacidad en la pareja. Sin embargo, no le valió a ella el escarmiento de cabeza ajena. Así que lo volvió a hacer.

“Lo más difícil es empezar. Atreverte. Las primeras veces nunca tomé la iniciativa. Pero ya he tomado valor y me siento capaz de comenzar las insinuaciones”, declaró a 5 de Septiembre.

A través de una encuesta elaborada por este medio de prensa, un joven de 27 años contó que durante el confinamiento aceptó chatear con una muchacha de una provincia cercana, con quien rápidamente inició conversaciones con un importante tono de sexualidad.

Cuenta que lo hizo por “curiosidad, lejanía con la otra persona y deseos sexuales”. Hoy se encuentra en una relación resultado de ese chat.

Sin embargo, no todos logran este fin a través del sexting. No siempre llega a feliz término compartir mensajes sexuales o eróticos por medio de teléfonos móviles u otro dispositivo tecnológico (como se define esta práctica).

Tampoco la mayoría de quienes lo hacen intentan encontrar pareja, o enlazar con alguien de forma sexo-afectiva. Así le sucede a una joven de 27 años, soltera, que también respondió a nuestra encuesta. “Da margen a la creatividad, da morbo. Y en las circunstancias actuales puede ayudar a mantener una relación a distancia”, consideró.

Es esta una de las razones por las que muchos se atreven con el “sexteo”, que se considera una práctica más afín a los nativos digitales, pero que también puede anidar en otras generaciones con la única condición de tener los medios tecnológicos disponibles.

“Lo he hecho, cuando mi pareja estaba lejos. Él lo pidió y no quise perderlo”, contó una madre de 56 años, que descubrió en el sexting una forma de comunicación donde él “habla cosas que de otro modo no dice”.

Un treintañero considera que “es una manera segura de conocer gente y muchas veces solo así puedes intimar, porque con las personas que viven lejos de ti no queda otra opción. Ahora con la pandemia es aún peor para conocerse e intimar, así que el sexting es una buena opción”.

Otro muchacho de tres décadas declaró que el sexting le salvó, porque “en el confinamiento, era eso o no hacer nada sexual y ello conllevaría al aburrimiento y quizás hasta a la ruptura con mi pareja”.

¿Por qué algunos escogen el escenario virtual y no el real para prácticas sexo-eróticas? ¿Es más fácil, les confiere mayor acceso, libertad? ¿Es más económico? ¿Menor compromiso en la relación de pareja? ¿Hay una desacralización del cuerpo? ¿Lo cuidamos y valoramos menos que antes?”, cuestiona la sicóloga cienfueguera, Isabel María Urquiza Pozo.

Tales interrogantes coinciden con los temas de las investigaciones de universidades de Europa y México. La especialista sureña apunta la importancia de la perspectiva generacional, e incluso, pone sobre el tapete la posibilidad de una iniciación sexual en el escenario virtual, en el caso de los nativos digitales.

Tal vez el sexting pudiera ser una alternativa para ciertos conflictos en las relaciones, una solución a crisis temporales, a la distancia, la ausencia. Desde esta perspectiva, pudieran hasta incluirse estos elementos en las terapias de pareja.

“Para algunos esto significa empoderarse a partir del cuerpo y su sexualidad, pero este no es el camino del poder sicológico, más bien pudiera ser riesgoso si hacen un uso continuado, descontrolado y totalmente acrítico, pudiera hacernos propensos a una adicción”, reflexionó Urquiza Pozo.

Estudiantes de la carrera de Licenciatura en Educación, de la Universidad de Cienfuegos (UCF) encuestados para este reportaje, resumen que el sexting puede funcionar entre parejas estables para motivar la relación, ya que conocen sus aspectos íntimos, que pudiera ser enriquecedor, estimulante —pero solo por un tiempo—, y que aumenta la fantasía sexual.

También “pudiera ser frustrante, al no experimentar ese contacto físico, toda la emocionalidad que se deriva de tocarse, olerse, hasta de probarse”, y en ninguna circunstancia debe practicarse por menores de edad o adolescentes, porque corren riesgo de adicción. Advierten que se deben tomar precauciones, que es solo para personas donde predomine la confianza, especificaron jóvenes pupilos de la UCf.

Whatsapp, Todus, Telegram, Messenger, correos electrónicos y SMS figuran entre las vías habituales enunciadas por los encuestados para sextear. No obstante, la mayoría reconoce que “no existe una totalmente segura”, aunque algunos esperan que sus chats privados así lo sean. Otros, apuntan que “los chats secretos de Telegram, no dejan rastros, y borran toda la multimedia automáticamente”.

Para algunos de los encuestados, estas son las claves para el sexteo seguro: que la imagen o video no muestre “el rostro ni signos distintivos míos. Solo con alguien de confianza”, que “sea desde un lugar privado e intercambiar solo texto”, o “cambiando las contraseñas constantemente”.

La verdadera vulnerabilidad radica en lo que hagamos con el material que tenemos. Conservar fotos y videos íntimos puede tornarse peligroso. Las vivencias de los encuestados para este reportaje así lo demuestran: “una vez mi pareja casi llega a publicar una de mis fotos en un estado de WhatsApp”; “mi amiga terminó enviando una foto íntima a un grupo de WhatsApp, en vez de a su pareja”.

Un hombre de 31 años en una relación formal reconoció sentirse temeroso de las imágenes íntimas que alguna vez ha compartido. “Pues que cada vez que alguien quiere hackear mi cuenta, envían un mensaje robot onda ‘mira, esta foto eres tú’, me siento tentado a clickear el link, porque me parece que al abrir el enlace estaré yo en pelotas mostrando mis chichis al mundo”.

“Muchas veces nos escandalizamos con lo que vemos en las redes sociales, pero el escenario virtual es una reproducción de lo que sucede en el mundo real, advierte Urquiza Pozo. Entonces deberíamos preguntarnos: ¿Es insuficiente la educación sexual? ¿Existe una erotización extrema? ¿Predomina la búsqueda del placer ignorando otras cuestiones? ¿Es una nueva revolución sexual?”.

Al sexting se le apuntan bondades como preámbulo para el contacto físico, una especie de avance de lo que pudiera estar por venir, la oportunidad de decidir a tiempo si nos gusta lo que vemos. Incluso, se considera una técnica de entrenamiento para la comunicación erótica. Pero el riesgo de quedar expuesto, de hacerse adicto, pone tantas alertas, que vale la pena pensarlo antes de dar el primer “filito”.

Infografía:/ Fidel Alejandro Conde Ravassa

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