Cuando la verdad duele, pero es necesaria

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El sexto período ordinario de la Asamblea Nacional de Cuba, en su 10ma legislatura, celebrado el pasado 20 de diciembre, no pasó inadvertido. Esta vez, más allá de los muros del Parlamento, el debate se coló en las casas, en las esquinas, en los pasillos del trabajo… y, cómo no, en ese campo de batalla cotidiano que son las redes sociales. ¿La razón? La intervención del diputado habanero Emilio Interián Rodríguez, quien puso sobre la mesa temas que, aunque incómodos, son imposibles de seguir ignorando.

Interián habló sin adornos. Fue directo, incluso crudo. Tocó puntos neurálgicos: la eficiencia de la Empresa Estatal Socialista, la situación de la ganadería, los pagos a los productores, la alimentación animal y el crecimiento de las mipymes. Lo hizo desde su experiencia como productor, como dirigente, pero sobre todo como cubano, campesino, hijo de esta Revolución que lo formó.

Es cierto que generalizar puede llevar a comparaciones injustas, y quizás ahí estuvo el punto más vulnerable de su discurso. Pero no nos engañemos: las mipymes —creadas por el propio gobierno— son hoy el sostén de buena parte de la economía nacional. ¿Debería ser así? Tal vez no. ¿Es así? Sin duda. Y mientras tanto, la Empresa Estatal Socialista sigue sin despegar, aunque todos sepamos que necesita una transformación urgente. Es un secreto a voces.

Algunos se escandalizaron cuando el diputado comparó la Cuba de hoy con la de antes de 1959. Pero hacer esa comparación no significa renegar del proceso revolucionario. No fue esa su intención. Quien así lo entendió, quizás leyó con los ojos de quien lleva décadas repitiendo un guion ajeno. Porque no se trata de nostalgia, sino de realidad.

Y no seamos ingenuos: cada palabra que invite a la reflexión será usada por los detractores de la Revolución para atacarla. Pero, me pregunto, ¿dijo Interián algo que no fuera cierto? Yo, al menos, no encontré una sola mentira en sus palabras.

Lo digo también desde mi historia. Mi padre fue ganadero durante más de 50 años. Estudió en el Instituto Politécnico Libertad, fundado por Fidel. Participó en los primeros convenios con Canadá, cuando llegaron al país animales y tecnologías que prometían revolucionar la ganadería. Lo vi salir de casa antes del amanecer y regresar cuando ya caía la noche. Su salario nunca estuvo a la altura de su esfuerzo, pero jamás dejó de creer en lo que hacía. Se jubiló defendiendo la ganadería.

Por eso me conmovió cuando Interián habló del precio de un pomo de agua comparado con el de un litro de leche. Ese paralelismo, tan simple como demoledor, resume la injusticia que viven los productores. Eso tiene que cambiar.

Claro, no pudo hablar de todo. No mencionó el impago, ni el hurto y sacrificio de ganado, ni la falta de mano de obra por la migración —no solo al extranjero, sino del campo a la ciudad— ni el envejecimiento de nuestra población rural. No lo hizo, quizás, por falta de tiempo. Pero estoy segura de que, de haber podido, también habría señalado esos puntos.

Y qué decir de la alimentación animal. Hoy, simplemente, no existe una estrategia efectiva. A pesar de que el propio Fidel dejó delineado el uso de plantas proteicas y el aprovechamiento de la ciencia y la innovación de nuestras universidades, esas ideas siguen esperando su momento.

La intervención de Interián no fue perfecta, pero fue valiente. Y, sobre todo, fue necesaria. Porque a veces, para sanar, hay que tocar la herida.

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Un Comentario en “Cuando la verdad duele, pero es necesaria

  • el 28 diciembre, 2025 a las 12:55 pm
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    Gracias por la veracidad. Leer lo escrito es un bálsamo. Evelio Agustin Tieles Ferrer

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