Chano Pozo, monarca del tambor cubano

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Si el tambor tuvo un rey, ese fue Chano Pozo. No ha surgido otro como él, Luciano Pozo González. Virtuosismo aparte, fue el primer percusionista de los nuestros que llevó la afrocubanía a los mismísimos centros de alcurnia social neoyorquina. Con razones Fernando Ortiz lo consideró el Tambor Mayor de Cuba.

Mayor mérito suyo fue popularizar en Nueva York la percusión cubana, cuando en La Habana de los años cuarenta los toques de tambor eran subestimados por las élites; únicamente se les oía sonar en solares, cuarterías y barrios marginales.

En los carnavales, los tambores eran la música y el ritmo de las congas, siempre menospreciadas y vistas como una salpicadura del folclor. Aquello era considerado “africano”, jamás visto como lo que en realidad es, un ingrediente del ajiaco cultural que somos.

Chano Pozo puso las fichas al derecho. Nació y creció en los solares habaneros más humildes. En aquel entorno se curtieron la gracia y el talento innato que siempre le acompañaron. Fue un bailador de primera. Era el típico cubano, siempre presto a las bromas y fácil de irse a las manos bajo los efectos del alcohol.

Cuentan que Rita Montaner y el empresario Amado Trinidad lo vieron tocar cinco tambores a la vez en un cabaret de Marianao, y aquello fue suficiente para intuir ante qué talante de músico estaban. En la RHC Cadena Azul, propiedad de Amado Trinidad, creó un conjunto con su medio hermano Félix Chapotín. Después tocó en Tropicana con Mongo Santamaría y después con los Hermanos Palau.

Cuando se fue a vivir a los Estados Unidos, se sumó al grupo jazzista de Dizzy Gillespie, con quien debutó en 1947 en el Town Hall de Nueva York. Al siguiente año, el 3 de diciembre de 1948 fue muerto a balazos en una reyerta personal en el barrio neoyorquino de Harlem.

Con la muerte de Chano Pozo también moría una leyenda. Las mismas manos que hicieron sonar los tambores, también supieron crear piezas de excelencia. Entre ellas Manteca y Blem Blem. Su mayor mérito fue imprimir la influencia del ritmo afrocubano en el jazz y el beebop.Con ello abrió las puertas al nacimiento del jazz cubano y del jazz latino.

Ese fue el legado de Chano Pozo, músico negro de manos grandes que aleteaban sobre las tumbadoras y que primero lustraron zapatos y vendieron periódicos, en un tiempo que para los negros pobres como él, triunfar a duras penas casi nunca pasaba de ser un sueño.

Hace 107 años que vino al mundo ese grande de la percusión cubana. Su influjo musical perdura sin que importe el tiempo que ha transcurrido.

En audio, Chano Pozo el tambor de Cuba

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