Calados para un verano ardoroso

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Una muestra joven en el Museo Histórico Provincial de Cienfuegos

La técnica del papel calado es una expresión antiquísima, oriunda de la antigua China, que cruzó allende los mares, cobijándose durante siglos en continentes o países, hasta verterse en una tendencia, no solo para las disciplinas artesanales y de ornamentación, sino también para el diseño y las artes en sentido general. La muestra inaugurada por los benjamines de la Academia de las Artes Plásticas de Cienfuegos, llamada sencillamente Calados, acaso hace honores a esta manifestación, que tuvo en el pintor cienfueguero Ángel Joimen Lee Lascano, descendiente de chinos radicados en Aguada de Pasajeros, a un cultor de encomiables facultades visuales. Joimen Lee, como gustaba firmar, tenía esa paciencia ancestral para el calado de compleja filigrana y luego de graduarse en 1972 de pintura en la Escuela de Arte Rolando Escardó, encontró acomodo por algún tiempo en el equipo capitalino de Flora Fong.

Calados de Andrés Rodríguez Vázquez (izquierda) y Leandro Daniel Mir (derecha), respectivamente.

Empero, la muestra de estos diez grabados constata que, por un lado, la vertiente de los exponentes: Alba María Suárez Sarduy, Liam Michel Perera Estrada, Loraine Morejón Hernández, Lander Castillo Pérez, Daniela Carreño Seara, Azul Gabriela González Rivera, Ana Claudia González Roque, Jonathan Liriano Ortega, Andrés Rodríguez Vázquez y Leandro Daniel Mir, tiene algún nexo con la cultura asiática y sus devociones por los animales y plantas, los únicos que gozaban del color en la pintura asiática. En este paraninfo de animales exóticos figuran la grulla, los peces mitológicos, un pulpo, el dragón, un tigre y dos pavos reales, frecuentemente ambientados en sitios pintorescos, en modo alguno con ribetes criollos. En los diseños de estas escenas predomina el Horror vacui, ese miedo al vacío que induce a los artistas a rellenar todos los espacios con algún tipo de imagen. Claramente, este barroquismo lo solucionaron con elegancia y una precisión infrecuente en estas edades formativas, yuxtaponiendo planos narrativos para crear cierta ilusión de perspectiva y evitar la dura planimetría.

Calados de Alba María Suárez Sarduy (izquierda) y Liam Michel Perera Estrada (derecha), respectivamente.

Aunque los ambientes no son precisamente criollos, puede apreciarse un cierto vuelo caribeño, especialmente por la exaltada croma, aunque los registros son anchurosos, oscilan del rojo tempestuoso hasta el verde gélido, de los colores cálidos a los más fríos. Igual, se respira un ambiente tropicalista en los temas y la soltura y precisión de la línea, todo el tiempo vibrando o en movimiento, como en las fábulas del realismo mágico latino. Asimismo, debemos encomiar el ritmo, las dinámicas relaciones entre las figuras y los fondos y las armonías cromáticas. Si algo debiéramos impugnar es, justamente, la marca de estilo. Si apreciásemos estas obras sin algún referente, creeríamos que fueron obras concebidas por un mismo autor. Abunda la pulcritud técnica, pero hay ausencia de personalidad y esto es consecuencia de la inmadurez pedagógica y la propia ingenuidad del estudiante, todavía sin ambiciones para sentar las diferencias estilísticas, lo que seguramente se irá venciendo con el paso por la academia. Es cuestión de tiempo y voluntad, de estudio y crecimiento.

Calados de Loraine Morejón Hernández (izquierda) y Lander Castillo Pérez (derecha), respectivamente

¿Podemos sentirnos orgullosos de una muestra como Calados?. Por supuesto que sí. Pocas veces se había visto una expresión grupal como la de estos jóvenes creadores, en la que se lograra tanta limpieza y precisión en el diseño, mesura en el uso del color y hasta cierto gracejo en los modos en que se recrean las marcas somáticas de estos animales que, aunque perezcan sacados de alguna fotografía de género, toman una vida muy singular en estos relatos visuales.

Calados de Daniela Carreño Seara (izquierda) y Azul Gabriela González Rivera (derecha), respectivamente.

Calados es una de las primeras muestras oficiales (fuera de la academia, quiero decir) de este contagioso grupo que ha logrado varios lauros escolares en los últimos tiempos y amenaza con sorprendernos en lo venidero. Garras tienen para ello.

Calados de Ana Claudia González Roque (izquierda) y Jonathan Liriano Ortega (derecha), respectivamente.

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Jorge Luis Urra Maqueira

Crítico de arte. Miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

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