¡A festejar que ganaron los Elefantes!

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Masticas tus golosinas o bebes tu cola. Dejas de agitar el estandarte verde porque te aprieta la tensión el momento antes del lanzamiento del pitcher, tu expectativa latiente, la respiración entrecortada de los aficionados que te rodean -sentimiento que casi puede tocarse con las manos-, impacto sonoro del batazo y levantamiento súbito del graderío cuando la pelota sobrevuela la cerca. Aclamaciones del fanatismo enragé, risas y euforia, relajación placentera posterior… En fin, sabor, tensión ocular, sonidos, tacto, explosión emotiva, distensión y placer… Esta secuencia afectiva es muy semejante a cuando haces el amor.

Si el jonrón lo propinó el elefante Ultus Álvarez ante el lanzamiento de un pítcher Alacrán, entonces el orgullo cienfueguero llega al éxtasis.

“Orgullo local, sentido de pertenencia, símbolo de la ciudad y nacionalismo” que comprendió en profunda esencia Darilys Reyes Sánchez con su libro Los Elefantes Verdes: el club de béisbol de Cienfuegos, 1926-1961 (Reina del Mar Editores, 2023), presente en esta Feria Internacional del Libro.

Después de una imprescindible relación de antecedentes sobre el beisbol en Cuba, se desemboca en la parte más emocionante de la obra: los avatares del Club Cienfuegos en sus diversas actuaciones durante los champions de la Liga Cubana de Beisbol Profesional.

Anécdotas tristes o con final feliz, polémicas atizadas por la prosa colorida y pasional de los periodistas deportivos de La Correspondencia y El Comercio, recrean los altibajos del fanatismo, las actuaciones de peloteros, managers y propietarios del Club, junto a los momentos de fracasos o grandes glorias del equipo que consiguiera coronarse campeón en las temporadas 1929-30, 45-46, 55-56.

¿Por qué el nombre de Elefantes Verdes? ¿Cuáles eran los colores y lemas de las otras tres novenas contrarias: Leones de Habana, Tigres de Marianao y Alacranes de Almendares? ¿Cómo era la dinámica de los convenios entre los equipos profesionales cubanos y los norteamericanos? ¿Cuándo y cómo se fundó el Gran Stadium en medio de aguaceros infinitos? ¿Dónde quedaban el café La Diana, el Palais, el Bar Central, la cafetería Miami, sitios cienfuegueros donde ardían vivaces discusiones de aficionados? ¿Quiénes fueron las grandes estrellas -surgidas en las ligas locales de béisbol- que alcanzaron el Salón de la Fama?

Detalles curiosos junto a la descripción de fenómenos deportivos o de negocios, ofrecen información sólida y gustosa lectura a quienes recorran estas páginas.

Es la de Darilys Reyes (recordada y querida reportera del periódico 5 de Septiembre, fallecida en 2019) una obra profusamente anotada debido al acercamiento exhaustivo a la prensa de la época; que se favorece además con esclarecedoras entrevistas a personajes protagónicos contemporáneos: jugadores profesionales vivos y periodistas deportivos.

Cuenta también con un breve preámbulo del doctor Félix Julio Alfonso, especialista de esta corriente investigativa; una bibliografía selecta y un conjunto de fotografías donde aparecen los ídolos del Club, los dueños del mismo, figuras políticas de la época, grandes titulares, el Benny en posición de bateo, y otras imágenes disfrutables.

El júbilo se enseñorea de las páginas semifinales con el relato del triunfo en los Champions nacional y del Caribe.

La Correspondencia anuncia que “por el clamoroso triunfo obtenido es que nuestro pueblo debe botarse íntegramente a la calle para recibir a los players, managers, coaches y propietarios, al estilo Brooklyn. Mucha música, mucho ruido, muchos voladores, muchos vítores, mucha alegría en medio de la calle cargando a los peloteros y llevándolos al hotel. El comercio deberá cerrar desde las 3 de la tarde y todo el pueblo estar de fiesta”

Así ocurrió. Congas y charangas durante el recibimiento a las estrellas que entraban en sus carros convertibles y que recibieron las llaves de la ciudad en el parque Martí. Patrocinio de la cerveza Hatuey, jubilosos titulares, el desfile de carros recorrió la ciudad al toque de claxons y acompañamiento de voladores. Los fanáticos exhibían la enseña verde de los elefantes por el paseo del Prado. Los niños visten de peloteros. Cargan en brazos a Ultus Álvarez, líder jonronero, quien recibe una placa de plata de manos del gobernador…

Porque, amables lectores, los Elefantes Verdes, este team de béisbol, siempre ha sido haciendo honor a su lema: “lento, pero aplastante”.

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Ernesto Peña

Narrador y crítico. Premio Alejo Carpentier de Novela.

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