Los colores de Xochimilco
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Xochimilco se ubica al sureste de la ciudad de México. Es lugar de encantos. Fue la primera postal que recibí de una entrañable amiga veracruzana; ella misma me comentó que es conocido por muchos como la Venecia Mexicana.
Su nombre proviene de la lengua náhuatl, relacionado con la comunidad indígena de los xochimilcas, y se traduce como Ciudad de la Sementera Florida o Chinampa de Flores; de ahí que sea un lugar donde abundan los colores, tanto por la variedad de flores como debido a los elocuentes dibujos que llevan sus trajineras – en su mayoría con nombres de mujer -, como llaman allá a las embarcaciones que se desplazan por sus canales.
Para disfrutarlo hace falta un día completo. Más que recorrer el lago en una de sus barcarolas o trajineras y contemplar sus jardines flotantes, el paseo incluye deleitarse con todo el espacio natural, comer mientras se navega y hasta apreciar el movimiento de los ajolotes, tipo de anfibio parecido a las salamandras, originario del Valle de México, particularmente de Xochimilco.
El entorno aglutina tanta belleza que deslumbra contemplarlo. Por si pareciera poco, a una orilla y otra de los canales se puede escuchar la música entonada por mariachis, bandas de viento y hasta grupos de música norteña. Muchos visitantes contratan a un mariachi para que les acompañe durante el recorrido interpretando melodías tradicionales.
Xochimilco es sitio ideal para soltar preocupaciones y ansiedades impuestas por la modernidad. Visitarlo equivale a adentrarse en un remanso que surte paz y sosiego.
Tanta belleza natural a la que se añade el ingenio artístico humano, hace de ese rinconcito un motivo de inspiración musical, como le ocurrió al Flaco de Oro Agustín Lara. Empieza por sus chinampas, que son un tipo de balsas con tierra cultivable donde los antiguos mexicas cultivaban flores, verduras y frutas.
Hoy las chinampas son jardines flotantes que impresionan con flores de los más variados colores. En ellas se juntan las buganvilias, cempoaxóchitl, claveles, dalias, azaleas, girasoles y alcatraces; sin descontar el aretillo, al que llaman “flor de papel” porque parece ser obra de artesanos.
En 1987 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura lo declaró Patrimonio de la Humanidad. Las chinampas y el lago donde vagan hacen del entorno algo especial, como dice la canción Mi Ciudad, de los compositores Guadalupe Trigo y Eduardo Salas.
Con certeza, Xochimilco es síntesis de un distintivo étnico y cultural de la capital mexicana; de un país que abraza el pasado indígena y los paisajes como parte de sus tesoros más valiosos.
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