Primero de Mayo: viaje a la génesis de una celebración
Tiempo de lectura aprox: 3 minutos, 18 segundos
Así como el agua y el aire son libres para todos, así la tierra y las invenciones de los hombres de ciencia deben ser utilizadas en beneficio de todos. Vuestras leyes están en oposición con la naturaleza y mediante ellas robáis a las masas el derecho a la vida, a la libertad y al bienestar”. Jorge Engel (Mártir de Chicago)
Más de una centuria después de la jornada de l886, son cada vez menos los que en el mundo recuerdan aquella epopeya de resistencia y lucha de la clase obrera. El fenómeno de la globalización neoliberal ha esterilizado el significado del Primero de Mayo, que en la mayor parte del mundo no pasa de ser un día feriado, no laborable y festivo, sin que la mayoría tenga presente las raíces del Día Internacional de los Trabajadores y cómo la osadía de un movimiento condujo a las garantías y derechos laborales que disfrutamos hoy.
ORIGEN DE UNA FECHA
La del Primero de Mayo, es la historia de “Los Mártires de Chicago”.
Corría el año 1880 y veía la luz la Federation of Organized Trade and Labour Union (Federación de Organizaciones de Sindicatos de Trabajo y Comercio), de Estados Unidos. Las huelgas de ferroviarios, reuniones y grandes movilizaciones obreras eran reprimidas a fuerza de balazos, golpes y prisión.
En l886, el presidente de esa nación norteña, Andrew Johnson, promulgó la llamada Ley Ingersoll, la cual establecía ocho horas de trabajo, pero esta, como era de esperar, jamás entró en vigor.
Ante tal hecho, la Federación resolvió imponer, mediante una huelga general en todo el país, la jornada laboral de ocho horas, para reemplazar la de doce o catorce diarias a la que se encontraban sometidos hombres, mujeres y hasta niños, a cambio de salarios miserables. El punto de partida sería el Primero de Mayo de aquel propio año.
Aunque el corazón del movimiento estaba en Chicago, logró el apoyo masivo de casi toda la nación. Llegó el día. Decenas de miles de trabajadores y desocupados salieron a las calles en diversas urbes, entre ellas Nueva York, Detroit y Cincinnati. En Chicago, la huelga paró casi completamente la ciudad.
Numerosas empresas, como la fábrica de materiales Mc Cormick, contrataron una suerte de ejércitos privados para romper las reuniones y asambleas convocadas por los manifestantes.
El plan inicial era que este reclamo popular no tomara más de un día, sin embargo, dos después, el 3 de mayo, mientras una parte de los huelguistas junto con sus familiares se congregaban frente a la planta de Mc Cormick, llegaron las fuerzas del orden y arremetieron contra ellos. Reprimieron de forma brutal a los manifestantes, entre quienes había mujeres, niños y ancianos. El saldo, varios muertos y heridos.
Al día siguiente, en un lugar abierto llamado Haymarket Square se efectuó una asamblea. La reunión había transcurrido sin ningún incidente y en el momento en que intervenía el último orador, mientras la gente se alejaba por la lluvia y apenas quedaban unos cientos de participantes, apareció un destacamento de 200 policías bien pertrechados, que ordenaba a dispersarse a los presentes.
En ese instante detonó una bomba, que hirió a varios de los asistentes y la policía transformó a Haymarket Square en zona de conflicto armado, con graves consecuencias. Cientos de huelguistas resultaron heridos o acribillados. La sangre corrió por las calles de Chicago.
Los dueños del poder político y económico utilizaron este acontecimiento para desatar una represión brutal contra los dirigentes de la Federación, en especial aquellos identificados como anarquistas. Clausuraron varios periódicos, allanaron casas y locales obreros, además de prohibir las asambleas y reuniones políticas. Los diarios acusaron a los dirigentes anarquistas, para quienes pidieron cárcel y horca.
Los condujeron a un juicio manipulado, donde los acusaron de complicidad de asesinato, aunque nunca se pudo probar relación alguna con el incidente de la bomba. El jurado estaba compuesto por hombres de negocios y un pariente de uno de los policías muertos. El fiscal justificó la acusación al alegar que los prisioneros habían sido los líderes del acontecimiento de Haymarket, y solicitó un castigo ejemplar para salvar a las instituciones en peligro.
Cuatro dirigentes anarquistas: Spies, Parsons, Engel y Fischer, fueron llevados a la horca, al mediodía del viernes 11 de noviembre de 1887. Más de medio millón de personas asistieron al cortejo fúnebre. Hoy descansan en el panteón y en todos los países se les recuerda como símbolo de dignidad de la clase trabajadora.
RAÍZ DE LA CELEBRACIÓN EN CUBA
Al llamado de Federico Engels y la Segunda Internacional, los obreros cubanos celebraron por primera vez el Día de los Trabajadores el 1ro de mayo de 1890. En un recorrido por varias calles del actual municipio capitalino de Centro Habana, exigieron reformas económicas, como la jornada de ocho horas y mejores condiciones laborales.
Ya en los años de la República neocolonial, los festejos por esta fecha casi nunca gozaron de legalidad. A las tradicionales demandas económicas, el proletariado cubano añadió consignas políticas, entre las que sobresale la denuncia a tiranías pro imperialistas como la de Gerardo Machado (1925-1933) y a la injerencia extranjera.
A partir de la creación de la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), entonces presidida por Lázaro Peña, las celebraciones ganaron en calidad y organización.
Con la Revolución en el poder, los trabajadores comenzaron a abarrotar las principales plazas del país y hasta celebran en poblados y bateyes. Atrás quedaron las demandas económicas y en su lugar, los desfiles devienen reafirmación del compromiso de seguir adelante.
Cada Primero de Mayo, la multitud obrera de la Mayor de las Antillas se congrega para festejar sus logros y trazarse nuevas pautas, al tiempo que confirma el espíritu de unidad de su organización en torno al Partido. De esa manera, rinden homenaje a los mártires de Chicago, quienes son expresión de la lucha por las reivindicaciones de la clase trabajadora en orbe.
Visitas: 2