“Si toma esto, bajará 50 libras en tres noches”

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Entre los innumerables timos que encontramos, cada jornada, al abrir internet, o la parte de internet que mayoritariamente frecuentan las personas por desgracia, se hallan los de las dietas falsas y los remedios botánicos “milagrosos” que erradicarán la grasa del abdomen y sus alrededores, para convertir vientres reducidos a caer sin defensa ante el peso de la gravedad -tanto a causa de los años como de la mala dieta, la falta de ejercicios físicos o la simple genética- en superficies lisas, tersas…

Si no fuese por la cantidad de internautas, muchos en la práctica, quienes se creen estos u otros engaños, pensaríase que tales posts son hechos para tontos. Verdaderas trampas en función de cazar gente proclive a dar crédito a todo sin verificar, dichas estafas no sorteadas por tantos suelen ubicar un antes y después de que la persona o las personas bien pasada o pasadas de peso (a veces son parejas las de las fotos) iniciaran la ingesta de la “poción mágica”.

Según lo sugerido en las imágenes, del sujeto que la comenzó al sujeto que la finalizó ha de mediar un cuarto de siglo en el aspecto físico, cuando menos. No solo la barriga se le contrajo de forma exponencial. Además de su abdomen, su nuevo yo también es más bello en el rostro, el cabello y hasta el sitio del hogar donde fue fotografiado. O sea, que la “cura” obra el sortilegio, asimismo, de devolver el pelo a quienes ya lo perdieron; e incluso entraña, en ciertos casos, hasta mejoría económica para la familia.

De patrañas semejantes está llena la internet. Desde lo político (lo más común con el tema Cuba, tanto que provoca el hastío) hasta lo religioso. Si fuésemos a contabilizar todas las “bendiciones” que tendríamos por poner un clic sobre un dedo o por señalar un “amén”, alcanzaríamos la beatitud eterna. Mienten igual toda la sarta de risibles “cadenas” que prometen la eternidad si la extiende entre determinado número de amigos.

Son timos también las promesas de mejoría económica, del medio millón de dólares que a va depositarle un príncipe nigeriano, del último modelo de iphone que ganó en un sorteo…, en fin, argucias exactas o parecidas de delincuentes cibernéticos mediante las cuales solo quieren entrar a su cuenta, para robarle.

Aunque quizá detrás de varios de los casos expuestos, sobre todo en lo de las dietas, no exista una razón aviesa (en ocasiones solo figura un bromista, un tipo raro sin otro objetivo en su vida que estar pensando en cosas semejantes, un estúpido que se piensa más listo que esos de quienes se burla, o alguien que de verdad se cree de corazón a tales tonterías), en buena parte sí existe el elemento económico.

Al margen de la publicidad explícita o los condicionamientos subliminales de los espacios a los cuales remiten, en el fondo de proposiciones semejantes existen personas o instancias que lucran a través de la sugerencia de adquirir determinados “remedios”, que luego del proceso de sugestión en internet, por supuesto, los necesitados habrán de buscar en determinado lugar, físico o virtual inducido en la propia publicación.

Aunque no en Cuba, la práctica es muy común en América Latina. Se trabaja de la siguiente manera: primero es expuesto el supuesto remedio. Luego, en algún sitio de la propia página digital aparece “inocentemente” la localización en la cual el interesado puede procurarlo. Aquí se hace, no es nada nuevo, pero para vender otro tipo de mercancías. La misma instrucción general de no pocos cubanos, además de la protección social del ciudadano de este país, impide la extensión del proceder en las áreas de marras.

Nada nuevo bajo el Sol: Solo la cultura nos hará libres, ya lo dijo Martí. Y para todo tipo de engaños, el de las dietas u otros centenares, ningún antídoto mejor que la sabiduría, a lo cual se suma el instinto de cómo saber cuándo se es inducido a algo por medio de diversas tretas emocionales. Algo, en parte, también aportado por el conocimiento.

No hay yerba milagrera que le permita bajar 50 libras en tres noches, como aparece de manera frecuente en un post de Facebook (de existir, con solo reducir una libra fuese el producto de mayor venta de las trasnacionales farmacéuticas a lo largo del planeta). Sí ayuda a disminuir el peso corporal la reducción del consumo de grasas, azúcares, pizzas. Más el ejercicio, si la edad se lo permite.

Nada le aportará santidad; no sea su proceder, cuidar a su familia y a su pueblo. No lastimar a su gente, a su suelo.

Nadie le regalará dinero, si no se lo gana. Mucho mejor, para dormir tranquilo, adquirirlo de forma honrada.

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Julio Martínez Molina

Licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana. Periodista del diario 5 de Septiembre y crítico audiovisual. Miembro de la UPEC, la UNEAC, la FIPRESCI y la Asociación Cubana de la Crítica Cinematográfica

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