René Fraga Moreno: paradigma del joven maestro

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René Fraga Moreno. Cuántas veces escribí ese nombre durante mi primera infancia. Ese apelativo identifica a la escuela donde cursé la enseñanza primaria, y me enseñaron a respetar y admirar al joven maestro revolucionario, asesinado con saña por la tiranía de Fulgencio Batista, el 25 de julio de 1957.

Aquel día, la ciudadde Matanzas se estremeció de dolor y rabia ante la muerte de uno de sus hijos. Con solo 27 años, René Fraga Moreno pasó a ser uno más en la numerosa lista de jóvenes que en Cuba llegaron al martirologio en el camino hacia la liberación nacional.

Había nacido el primero de mayo de 1930, en la calle Maceo entre Domingo Mujica y San Gabriel, en el barrio de Bachicha. El sexto hijo en una prole de doce (siete hombres y cinco mujeres), creció dentro de una familia con holgura económica. Sin embargo, el contexto en que se crió no impidió formarse con un profundo sentido humano, humildad de espíritu, vocación de servicio a los demás y generosidad hacia los desposeídos.

Tales virtudes signarían toda su vida y lo llevarían a despuntar como líder al iniciar los estudios de segunda enseñanza. Allí se le vio desplegar una labor intensa en pos del mejoramiento de las condiciones higiénicas, culturales y morales de los barrios más pobres de su ciudad.

René Fraga Moreno, el joven maestro matancero asesinado por la tiranía batistiana. /Foto: Internet
René Fraga Moreno, el joven maestro matancero asesinado por la tiranía batistiana. /Foto: Internet

Esos ideales arraigarían más tarde, durante el tránsito de René por la Escuela Normal para Maestros y luego, al simultanear la Escuela de Comercio, en Matanzas, con la carrera de Pedagogía, en la Universidad de La Habana. En esa época conoce a José Antonio Echeverría, Fructuoso Rodríguez y a José Luis Dubroq, quien deviniera su amigo entrañable.

René condujo al estudiantado normalista desde las aulas matanceras, por el sendero de la lucha juvenil antibatistiana; apoyó la Jura de la Constitución de 1940 contra el Golpe de Estado; y participó en la huelga por el homicidio de Rubén Batista Rubio, el primer universitario asesinado por Batista.

El joven matancero no solo fue un revolucionario comprometido, sino también un maestro extraordinario, si bien nunca aceptó un empleo fijo por no rehusarse a servir al dictador Fulgencio Batista y sus acólitos. Cuentan los historiadores que en enero de 1957, mientras cubría un aula en calidad de suplente, al acercarse la conmemoración del natalicio de Martí repartió entre sus alumnos pensamientos del Héroe Nacional de Cuba para que en el pase de lista en lugar de decir presente le contestaran con uno de ellos.

De acuerdo con la investigadora Clara Álvarez Chávez, René siempre halló oportunidad para repasar a estudiantes e impartir clases gratuitas a jóvenes que deseaban ingresar en la Escuela Normal. Con la finalidad de sufragarse los estudios trabajó por contratación imprimiendo conferencias, las cuales facilitaba luego, a cambio de nada, a jóvenes de escasos recursos financieros.

Moldeado por semejante personalidad, no era de extrañar que al crearse el Movimiento 26 de Julio se uniera a sus filas desde su provincia natal. Allí vendía bonos, repartía propaganda y realizaba sabotajes, acciones por las cuales se vio obligado a permanecer casi clandestino.

Perseguido por las fuerzas batistianas, cayó preso el 19 de julio de 1957. En el registro a su casa no hallaron prueba alguna. No obstante, lo condujeron al tristemente célebre Escuadrón 4, donde lo interrogaron y sometieron a crueles torturas, mientras la sociedad matancera se movía en su defensa.

La brutalidad y pésimas condiciones del encierro no le hicieron abandonar sus principios. En un descuido de sus guardias, logró escapar el 24 de julio y se escondió en el techo de una casa en la calle Laborde, pero el cabo José Igarza, a quien apodaban El Pollito, lo encontró y le disparó a mansalva, hasta dejarlo sin vida.

El acontecimiento conmovió al pueblo de Matanzas. Hombres y mujeres cuyo amor y respeto había sabido ganarse salieron a las calles, de manera espontánea, a manifestarse contra el horrendo crimen, sin temor a la ola de represión que desató la policía.

Tras el triunfo de la revolución, el nombre de René Fraga Moreno comenzó a señalar a numerosas escuelas en todo el país, centrales azucareros y parques. Hoy no pocos jóvenes en Cuba siguen sus pasos al formarse como maestros y tienen en él un ejemplo de hombre desprendido, amoroso y entregado siempre a los demás.

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Yudith Madrazo Sosa

Periodista y traductora, amante de las letras y soñadora empedernida.

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