Padres ausentes, tecnología demasiado presente
Tiempo de lectura aprox: 4 minutos, 45 segundos
La infancia se halla dentro de las etapas más importantes del desarrollo del ser humano, donde se producen cambios constantemente. El lenguaje cumple funciones únicas, entre ellas, constituir el instrumento estructurante del pensamiento y de la acción, así como representar el medio necesario para acceder a la información y a la sociedad.
Varios estudios sobre estos temas han observado el progreso de los pequeños durante la infancia, como una apropiación constante de herramientas, sobre todo de los diversos signos que sirven de referente a la cultura humana.
Para Lev Vigotski, eminente psicólogo bielorruso, el niño forma su conciencia interactuando con los adultos o con otros chicos de la misma edad. Además, enfatiza en el cómo adquiere la maestría necesaria para manejar él solo los instrumentos de la lengua, en las relaciones con el otro y consigo mismo (lenguaje interior, dirección del pensamiento). Sin embargo, el asunto está mediatizado por los procesos culturales y sociales, los cuales generan otras formas de pensamiento.
Aquí es donde convergen las influencias extrínsecas (de origen externo) que durante la infancia están vehiculadas fundamentalmente por la presencia de la familia: las personalidades y los estilos de cuidado de los padres y hermanos, el estatus socioeconómico y también, la cultura donde el infante ha nacido.
Pero entonces ¿qué sucede cuando todos esos rasgos expuestos —donde la interacción humana y la socialización son claves— se ven afectados por un factor económico social como el uso inadecuado o desproporcionado de las tecnologías? ¿Qué problemas y trastornos trae consigo obviar las normas estipuladas por Vigotski, y rendirnos ante la magia de los facilismos electrónicos?
LENGUAJE Y EXPERIENCIAS COMPARTIDAS
La adquisición del habla requiere obligatoriamente que el niño sea expuesto al lenguaje, y poseer este las características biológicas precisas para decodificarlo y producirlo. Por tanto, una inadecuada exposición al medio puede crear en ellos los primeros trastornos de origen lingüístico.
“Según la edad, debe ser organizada la cantidad de materiales audiovisuales a consumir. Yo no puedo tener un bebé (de cero a un año), etapa de mayor apego a la mamá, expuesto por horas prolongadas frente a un televisor. En ese periodo la madre es la figura esencial en el desarrollo del gorjeo, balbuceo y de los primeros contactos con los objetos. Esa relación no se puede limitar…”, dijo a la prensa Jany Franco Rodríguez del Rey, logopeda del equipo técnico asesor del Centro de Diagnóstico y Orientación (CDO) a nivel provincial.
En el presente periodo lectivo más de 3 mil 845 niños han sido atendidos por el CDO en el territorio, de ellos 909 de la primera infancia (de cero a seis años). Aunque esta institución educativa no cuenta con estudios estadísticos de donde pudieran determinarse tendencias, zonas más vulnerables, género, y otras causales, los especialistas enfocan el tema hacia una identificación temprana y en la orientación a la familia. Existen varias vías para captar a los infantes con distintas patologías como el programa Educa a tu hijo e instituciones educacionales, entre otras.
“A mí sí me parece que hay dos tendencias, pero no puedo afirmar que sean completamente positivas o negativas, en la relación de la tecnología y el desarrollo del lenguaje. Por una parte, cuando el niño está en un intercambio sistemático con esas tecnologías (celulares y otros aparatos) pierde el contacto personal con otros, así lo define la MSc. Yamilé Pérez García, profesora de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas.
“Sin embargo, en dependencia del producto comunicativo que estén consumiendo, conocen vocabulario. Hay muchos juegos banales, pero hay otros que sí son útiles; de este modo aprenden no solo palabras, sino que emplean el razonamiento lógico y otras habilidades”, agregó.
La naturaleza de los aparatos que los pequeños utilizan durante los primeros años de la infancia, en efecto, no priorizan un intercambio social que les obligue a enfrentarse, no solo a problemas lingüísticos, sino a la vida misma. “La experiencia con mi nieto, que tiene todos los equipos: computadoras, tabletas…, es que él se concentra demasiado en eso. Se distrae mucho, pero además, le priva del contacto con la vida, el contacto con otros niños. Está evadido de la realidad circundante. Hay otros muchachos que no tienen sus posibilidades económicas, y están jugando en la calle a la pelota, a las bolas, pero a él no le llama la atención…”, así lo destaca la catedrática Gema Mestre Varela, fundadora de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, institución donde tiene prioridad el estudio de los distintos fenómenos asociados a la lengua.
El filósofo alemán Christoph Türcke ha dicho en varias conferencias de prensa que “la hiperestimulación de nuestra cultura audiovisual ha dado lugar a un régimen de atención caracterizado por la ‘ distracción concentrada’”. A la larga, esta situación afecta la capacidad de los niños para perseverar en tareas, recordar y construir frases claras.
Por su parte Adriana Pedrosa Ramírez, profesora de Latín y madre refiere que “la cantidad de muñequitos debe ser dosificada por los adultos. Desde lo lingüístico, conocemos que lo verdaderamente primordial es hablarles de manera normal y fluida. Cuando les segmentamos palabras como “ne-né” o “ca-si-ta”, no están aprendiendo la entonación y pronunciación adecuadas”.
Los niños menores de cinco años tienen una habilidad extraordinaria para saber cómo funciona toda clase de tecnología. En muchos casos si le diéramos un móvil a un pequeño y otro a una persona de edad mayor, es sorprendente cómo el primero se las ingenia para controlar el aparato sin dificultad alguna a diferencia del segundo. Los niños se pueden pasar horas y horas con él en las manos y no enterarse de que fuera de ese entorno, la vida continua su habitual ritmo.
De hecho, muchos menores de entre dos y cinco años tienen más destrezas para usar computadoras, smartphones y navegar en Internet que para nadar, abrocharse un botón, cerrarse el abrigo o andar en bicicleta, de acuerdo a un estudio de la firma europea AVG Technologies.
¿A DÓNDE VA A PARAR LA ESENCIA?
Algunos ya hablan de catalogar a la actual generación como la de “los pulgares más rápidos de la historia”, por la destreza y agilidad pasmosa que adquieren en las manos, durante un corto período de observación a los adultos.
Pero, ¿qué pasa con la riqueza léxica del idioma? ¿Hasta qué punto se ve afectado por el abuso de los audiovisuales y los medios de entretenimiento?
Desde el punto de vista léxico, los pequeños van adquiriendo un vocabulario nuevo: hablan ya de “aplicaciones o apps” (con un sentido nuevo al que normalmente se emplea), de “tablet” o “tableta”, de “Zapia”, “youtubers…”. Palabras, muchas de ellas de complicado uso para las personas más adultas. No obstante, estos y otros términos, no están contemplados en las variantes lingüísticas nacionales; pertenecen a un plano estandarizado, que poco tiene de autóctono y rico.
Según Luis Ramón Campo Yumar, profesor de lingüística e investigador de glosarios del español: “Muchas de las aplicaciones no se producen en Cuba; son víctimas de la estandarización del español. Por eso es que tenemos chiquillos hablando de ‘cinta adhesiva’ en lugar de ‘precinta’, ‘banana’ para suplir ‘plátano’, absorbente por ‘pitillo’, pegamento por ‘pegolín’…”.
Entre las principales alteraciones se hallan las disglosias, disartrias, disfemias, trastornos fonológicos y dislalias. Esta última resulta notable, sobre todo, porque constituyen problemas y reticencias de pronunciación provocados por el déficit práctico. Así pues, la dislalia, es uno de los trastornos más frecuentes de la articulación, dándose en niños con dificultades de conducta, en deficientes visuales y auditivos.
Junto con las dislalias, existe otra patología importante, y que muestra hoy día un creciente número de casos: el autismo, inducido o no; consiste en la incapacidad para establecer contacto habitual con las personas. Aproximadamente, la tercera parte de los que la sufren, se desarrollan de manera normal hasta alrededor de los 18 meses a los 3 años de edad, y a partir de entonces, comienzan a presentar los síntomas de la enfermedad.
En restaurantes, niños con celulares; en medio de un cumpleaños, niños con celulares; en la algarabía de una guagua, niños con celulares; en las puestas de sol, niños con celulares; en los parques de diversiones, niños con celulares… ¿estamos educando bien a nuestros hijos desde el plano lingüístico y comunicacional? No podemos evadir la realidad, pero tampoco encerrarlos en una bola de cristal. Debemos instruirnos en este y otros temas, para elegir el camino correcto para ellos y para nosotros mismos.
Visitas: 439
Gracias a todos por sus comentarios y les anunciamos que trataremos el tema en el ámbito universitario, muchos jóvenes no participan en las actividades extracurriculares porque salen corriendo a casa a jugar con sus pc o celulares… Es un fenómeno nuevo que las personas deben orientarse mejor.
Interesnate ese articulo futuro trabajo en un joven club y conozco varios jovenes y no tan jovenes que no hacen vida social y literalmente se pasan el dia completo delante de su PC jugando, llegando a aislar y disociar de todo cuanto lo rodea de una manera alarmante, quemando etapas de la vida y con un resultado a la larga a mi modo de ver nefasto para sus relaciones interpersonales.
Muchos no están preparados para ser padres y permiten a las tecnologías suplir sus responsabilidades, triste pero cierto, si atendieran más a sus nenes no hubiesen tantos problemas.
Un tema muy interesante y como escribe Magalys ” … puede continuarse…”. El artículo se refiere a los niños en particular por el efecto negativo que puede tener ( y está demostrado que lo tiene) en su desarrollo mental y físico, pero yo trabajo con jóvenes y veo algunos ( por suerte son los menos) que la “adicción” a ciertas aplicaciones en el celular hacen que descuide el estudio y baje su rendimiento académico. El tema también llega a los adultos porque con seguridad a alguno se le ha ido la guagua o se la ha pasado la parada por estar demasiado concentrado en alguno de los jueguitos que tiene en el celular. La nueva tecnología nos atrapa. Mi saludo a los autores.
Un trabajo necesario, la tecnología no es mala, pero es preciso saber cómo, cuando y en qué edades usarla, para no interfererir con el desarrollo motor, psíquico y del lenguaje, así como facilitar la interacción social desde edades tempranas de los niños como seres de cerebro superior, el tema es rico, puede continuarse, gracias por acercarnos